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“Vemos infartos muy avanzados”: alertan que se demoran las consultas cardiológicas por la segunda ola

Por el temor al coronavirus bajaron las consultas por infarto de corazón a la mitad
Shutterstock

Todo indica que con la segunda ola de la pandemia el temor a contagiarse de Covid-19 demora la consulta cardiovascular. El consultorio médico y las guardias se evitan por ese temor y así se dejan de lado tanto los controles como la atención de urgencia y se llega tarde a tratar un infarto, como si el problema fuera a remitir por sí solo.

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Se confirma así una tendencia observada durante el primer año de pandemia, con la excepción de los últimos meses de 2020, en que se comenzaron a retomar controles y cuidados, que ahora han decaído nuevamente.

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“En nuestro país la enfermedad cardiovascular es la primera causa de muerte, y eso no ha variado, aun con el Covid-19 –dice Martín Cisneros, médico especialista en Cardioangiología Intervencionista y vicepresidente del Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas (CACI)–. Pero muchas personas tienen temor a concurrir a una guardia médica y aguantan más los síntomas. Recibimos infartos de más de un día de evolución y esto supone un impacto muy grande, que puede terminar en muerte o en insuficiencia cardíaca posterior, por daño del músculo cardíaco”.

Cisneros explica que si una persona cursa un infarto en su domicilio tiene un 50% de posibilidades de morir por esa causa. “Si recibe la atención apropiada, tanto tratamiento médico como angioplastia coronaria para desobstruir las arterias, esa mortalidad se reduce al 6 por ciento. Pero ahora la mortalidad se elevó y aumentó a más del 10 por ciento: esto tiene que ver con la consulta tardía”.

El año pasado, desde el inicio de la cuarentena hasta el 31 de julio, según registros de la iniciativa mundial Stent-Save a Life, en los 30 centros argentinos que realizan angioplastias coronarias las 24 horas de los 365 días del año la mortalidad hospitalaria había crecido un 65% respecto del mismo período en 2019, prepandemia. Otra investigación aparecida en la revista Medicina anunció que en 2020 se producirían hasta 10.500 nuevos casos prevenibles de enfermedad cardiovascular y entre 6000 y 9000 muertes evitables.

“Esas cifras aún no están disponibles –agrega Cisneros–. En provincias como Córdoba o Buenos Aires se ha confirmado un exceso de muertes de entre el 8% y el 12% el año pasado, pero tampoco sabemos todavía cuánto corresponde a la mortalidad por Covid-19 y cuánto a enfermedades que fueron desatendidas en pandemia, como las cardiovasculares.”

Vemos infartos muy avanzados, cuadros que hacía al menos tres décadas que no nos llegaban, cuando las personas conocían mucho menos sobre los signos de un problema coronario o cardiovascular –afirma José A. Alvarez, médico especialista en Cardiología intervencionista y miembro del CACI–. Claramente, son casos en que hubo síntomas muchas horas antes de pedir asistencia médica”.

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Síntomas peligrosos

Las últimas Estadísticas Vitales del Ministerio de Salud de la Nación, que corresponden a 2018, indicaron que en el país se produjeron ese año casi 315.000 muertes, y que prácticamente 100.000 fueron por causas cardiovasculares. Es decir, una de cada tres.

“Las enfermedades cardiovasculares representan una amenaza muy grande para la salud de la población –explica Diego Grinfeld, presidente del CACI–. No quitamos ninguna importancia a las medidas de prevención para evitar el contagio del Covid-19, pero enfatizamos la necesidad de que las personas no dejen sus controles en caso de patologías ya existentes y que, mucho menos, demoren la solicitud de asistencia en casos de emergencia”.

“Muchos pacientes han dejado de lado la visita al consultorio externo del cardiólogo para controlar sus factores de riesgo, como hipertensión, colesterol elevado, diabetes, tabaquismo, sedentarismo. Está demostrado que el paciente no controlado tiene más riesgo de un infarto. Y en las salas de hemodinamia, donde hacemos cateterismos y angioplastias [procedimientos para desobstruir arterias] ha bajado la atención con respecto a años anteriores”, ilustra Cisneros.

Los síntomas que deben motivar una urgente atención son: dolor de pecho opresivo, que va hacia el brazo izquierdo o la mandíbula y falta de aire para hacer algún esfuerzo que antes no causaba molestias. “En la mujer son los mismos síntomas que en el varón –dice el especialista–. Las mujeres hoy están sometidas al mismo estrés que el hombre y presentan los mismos factores de riesgo para enfermedades cardiovasculares”.

La clave, coinciden, es no minimizar los síntomas que evidencien un posible infarto y pedir ayuda sin demora, yendo a una guardia o solicitando un servicio de emergencia.

“El tiempo que se pierde hasta llegar a la atención es tiempo en que se van afectando o muriendo células cardíacas –concluye Cisneros–. Mientras antes se aborde, mejores chances de recuperación, porque el infarto, tratado a tiempo, ofrece buenas posibilidades terapéuticas. La gente tiene miedo al Covid-19 pero en casos como este no está más segura en su casa. Los centros de salud están preparados y tienen áreas especiales para atender patologías que no son Covid. Son lugares seguros, donde se siguen y cumplen todos los protocolos”.