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El veto estadounidense a WeChat, visto como un arma de doble filo en China

Pekín, 14 ago (EFE).- El veto a la principal red social china, WeChat, supone, en opinión de muchos chinos, abrir un melón con consecuencias imprevisibles que podría volverse en contra del presidente de EEUU, Donald Trump, que el pasado 7 de agosto tomó tal medida por considerarla un peligro para la seguridad nacional.

¿El motivo? A menos que se especifiquen las excepciones o se adopte una interpretación concreta, la orden ejecutiva de Trump, que entrará en vigor el 20 de septiembre, impedirá a empresas y ciudadanos estadounidenses realizar transacciones con Tencent, la desarrolladora de la aplicación.

El veto implicaría que empresas como Apple se verían abocadas a eliminar la popular aplicación de su App Store, y otras compañías estadounidenses que explotan el mercado chino como Nike, Starbucks o KFC se verían en un aprieto, ya que muchos de sus consumidores utilizan aplicaciones vinculadas a WeChat para comprar su productos.

Un tsunami así podría desembocar en que los chinos dejasen de comprar los teléfonos de la manzana mordida: "Si eso pasa, los chinos dejaremos de usar los iPhones", comenta el usuario Fang Xiansheng en la popular red social Sina Weibo, similar a Twitter.

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Según una encuesta recientemente publicada en Weibo, 1,2 millones de chinos -de 1,3 millones- preferirían comprarse un nuevo teléfono, de marca nacional, si no pueden descargar WeChat en su iPhone.

"Si vetan a WeChat de la App Store tendría que comprarme otro teléfono. Quizá me quedaría con un iPhone como segundo teléfono", comenta a Efe el dueño de una cafetería en el centro de Pekín.

Su uso está tan extendido que en algunos establecimientos se quedan sorprendidos si el cliente desea pagar en efectivo, y en algunos sólo aceptan ya desembolsos a través de aplicaciones.

"Sólo un 1 % de mis clientes paga ya en metálico", explica el empresario, que enumera otras ventajas de la aplicación: "Por WeChat chateo, recibo dinero de mis clientes, envío la ubicación de mi establecimiento, opero mi cuenta oficial y cuelgo fotos. Ha facilitado mucho las cosas a los comercios".

LA COMODIDAD EN TRES PASOS

Que los chinos se encuentren un día que WeChat no está en las tiendas de aplicaciones móviles sería el equivalente de que un occidental no pudiera entrar en WhatsApp, Facebook, Instagram y Twitter a la vez.

Según la joven Carole Zhang, una empleada del sector de las relaciones públicas, "sobrevivir en China sin WeChat es una fantasía, es prácticamente imposible hoy en día", explica a través de un mensaje instantáneo enviado con la aplicación.

"Aunque en teoría es reemplazable, mucha gente ya se ha acostumbrado a ella. Es la herramienta más importante para pagar y es indispensable para estar en contacto con otra gente", indica.

Además de ser la aplicación con la que conversar, WeChat engloba tal alto número de servicios que se ha convertido en un 'todo en uno' imprescindible: "Con WeChat puedes acceder a otras aplicaciones, ese es su secreto. No sólo pagar la luz o recargar el móvil, hay cosas tan curiosas como reservar a un cocinero o a un fisioterapeuta para que venga a tu casa", cuenta Zhang.

Y ahora, en tiempos de pandemia, se ha convertido en una de las principales plataformas en las que acceder a los llamados "códigos sanitarios", obligatorios en muchas ciudades para entrar en bares, restaurantes, comercios o incluso en el metro.

PUGNA A CUENTA DE SEGURIDAD, MERCADOS E IDEOLOGÍA

El objetivo de la orden de Trump es "proteger los datos personales de los usuarios estadounidenses" al interpretar que "WeChat captura automáticamente una gran cantidad de información de sus usuarios", lo que, a la postre, supuestamente permite al Partido Comunista de China (PCCh) acceder a información personal.

"¿Pero acaso no están Instagram o Snapchat igualmente prohibidas en China?", se pregunta Grace, una usuaria de WeChat en sus 'momentos', una especie de "muro" al estilo de Facebook donde se pueden colgar fotos o comentarios y compartirlos con contactos.

China prohíbe a esas tecnológicas de EEUU porque rechazan el tutelaje del régimen comunista, que regula lo que los ciudadanos pueden leer, ver, o publicar en Internet, aunque empresas como Microsoft o Yahoo sí operan en el gigante asiático al haber aceptado las condiciones exigidas por Pekín.

En WeChat es común compartir enlaces que en unas horas pueden ser censurados por las autoridades, a las que no les tiembla el pulso a la hora de vetar contenidos para, en sus propias palabras, "proteger la seguridad de Internet".

Los editoriales de la prensa china defienden que las empresas estadounidenses vetadas lo están porque no se han comprometido a cumplir con las leyes locales, algo que, en su opinión, sí hace WeChat con la legislación estadounidense.

"Hacen ver que las políticas de otros países son crueles y 'orwellianas', pero ellos ponen en marcha un sofisticado régimen de vigilancia con datos que se venden a otras empresas y que alimentan a las agencias de espionaje. Son unos hipócritas", publicaba recientemente China Daily en un editorial.

LA GUERRA TECNOLÓGICA COMENZÓ HACE AÑOS

El veto de Trump va más allá porque restringe las transacciones a Tencent, según los expertos chinos, que acusan a Trump de saltarse a la ley: "Bloquear las aplicaciones chinas forma parte del plan estadounidense de reprimir a China", comenta al rotativo Global Times el analista Chen Da, de Anlan Capital, con sede en Shanghái.

Este nuevo episodio de la guerra tecnológica es, en opinión de analistas como Joseph Cheng, uno de los más espinosos hasta la fecha: "La paciencia se está acabando en ambas partes y cada vez hay menos voluntad de llegar a acuerdos. Todo hace entrever que el enfrentamiento es a largo plazo, estructural", comenta a Efe.

Por su parte, Ren Xiao, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Fudan, cree que Trump quiere ganar votos con vistas a las próximas elecciones a "costa de ser duro con China", pero eso supone "sacrificar el bienestar de los estadounidenses y de los chinos. EEUU tiene miedo a perder su estatus", opina.

Jesús Centeno

(c) Agencia EFE