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Volatilidad al máximo en Chicago, con una operatoria poco clara en el nivel local

Nubarrones en el horizonte del trigo, con bajas en EE.UU. y con un FOB argentino inexplicablemente bajo
Nubarrones en el horizonte del trigo, con bajas en EE.UU. y con un FOB argentino inexplicablemente bajo - Créditos: @Pixabay

Pocas veces el contexto internacional ha mostrado tantos factores de mercado “operando” en simultáneo sobre los precios de los granos. La plaza tuvo que digerir los recortes productivos de maíz/soja 2021/22 en Sudamérica por la doble Niña; acusar y tratar de ponderar adecuadamente los efectos de la invasión de Rusia a Ucrania; sopesar los esfuerzos de los países centrales en su “guerra” contra la inflación (suba de tasas para que los “fondos” liquiden posiciones en Chicago, como se está verificando), y lidiar con la incertidumbre que genera el mercado climático estadounidense en esta época del año. Así, la volatilidad alcanza su máxima expresión.

Mientras tanto, el USDA proyecta una producción de granos gruesos en EE.UU. optimista (aunque no imposible), pero que deriva en un balance de oferta y demanda 2022/23 para dicha nación que podría juzgarse como algo fantasioso. Ello, pues se basa en una producción 2022/23 de soja para Sudamérica que superaría a la de este año por 39 millones de toneladas en un ciclo con probabilidades de que se verifique una triple Niña. Un pronóstico posible, pero difícilmente probable.

En el plano local, el productor tampoco la tiene fácil. Una foto que plantea, entre otros temas, un perfil de humedad complicado en la pampa húmeda y estimaciones que ubican en el 59% la continuidad del fenómeno Niña en el último trimestre; problemas con el abastecimiento de gasoil; un contexto político absolutamente frágil, y señales de precios atractivas pero confusas. Es cierto que todo ello se verifica con un nivel de cotizaciones que fueron excelentes para la campaña 2021/22 y que se plantean como interesantes para el ciclo 2022/23.

Es por ello que consideramos aconsejable instrumentar coberturas. Si bien es cierto que los fundamentos del mercado son alcistas (en nuestra opinión), también es cierto que los actuales valores a futuro permiten generar una ecuación económica históricamente atractiva.

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Ahora bien, ¿los valores en oferta son correctos? Mirando referencias en las cotizaciones futuras en Chicago y repasando paridades estadísticas, la respuesta es afirmativa para soja 2023 y bastante razonable para maíz 2023. Para trigo 2023, las ofertas se ubican por debajo de lo que debieran ser.

Mientras tanto, los precios FOB Índice que fija el Ministerio de Agricultura de la Nación para declarar exportaciones son inexplicablemente bajos para el trigo y ya han generado pérdidas por ingreso de divisas para el país y para las arcas del Banco Central en materia de ingresos anticipados por derechos de exportación.

Se han declarado ventas al exterior por más de 8,6 millones de toneladas de trigo a precios muy bajos y las compras a precio de los exportadores sólo suman 2,6 millones. En el caso del maíz 2022/23, sorprende que las declaraciones juradas de ventas al exterior (DJVE) ya sumen 4,8 millones de toneladas, siendo que las compras declaradas con precio sólo alcancen a las 800.000 toneladas.

La pregunta del millón es si esas toneladas efectivamente están vendidas. Si lo están, es una apuesta bajista. Si no lo están, es sólo un seguro de cupos para exportar y un favor al Gobierno por recaudación anticipada de derechos de exportación. Lo cierto es que entre trigo y maíz ya se han recaudado más de 500 millones de dólares antes de la siembra. Se confirma nuestra repetida afirmación: intervencionismo mata mercado.

El autor es presidente de Nóvitas SA