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Ya hay Pan de Muerto, ¿por qué a los mexicanos les gusta adelantar las fiestas?

Pan de muerto. (Getty Images)
Pan de muerto. (Getty Images) (Fabian Montano via Getty Images)

No nos engañemos: ya estamos pensando en el 2023. Y si no lo hacemos, nos obligan a hacerlo. Nadie cumple mejor esa función que el Pan de Muerto. A usted podrá gustarle o no —hay quien lo acusa de pan insípido—, pero hay una rotunda verdad que acompaña su llegada a los supermercados y panaderías: el año ha terminado y no existe forma de escapar de ese juicio impiadoso. Lo tenemos muy claro y lo decimos a cada rato en pláticas rutinarias: 'ya nada más falta el 15, Día de Muertos, Navidad y se acaba el año'. Pues ya estamos a punto.

Todo parece tan próximo que el tiempo resulta inútil como mecanismo de medida. Si los cuatro meses que van de enero a abril son eternos, el intervalo agosto-diciembre siempre es instantáneo. Bien haríamos en proponer una modificación al calendario que rige a casi todo el mundo: que dure ocho meses y nos dejen en paz con nuestro pan de muerto los cuatro restantes. Pero ojo, que ese panecillo no cante victoria. Su hermana, la rosca de reyes, ejerce su oficio en las mismas condiciones: apenas finaliza en 2 de noviembre, las panaderías se invaden de roscas.

El famoso maratón Guadalupe-Reyes en realidad constituye una parte ínfima del espíritu de celebración mexicano. Por eso existe el chiste local de que, una vez terminado ese maratón, prosigue el maratón Reyes-Guadalupe, que dura todo el año y encuentra puntos álgidos en ciertas fechas como las antes mencionadas (el 15 y Día de Muertos). Visto de ese modo, vivimos en un eterno estado de celebración que se refuerza con los días feriados y con la Semana Santa. Lo único que no cambia es esa obsesión por estar siempre instalados en el futuro: lo pasado pasado, decía José José.

A estas alturas del año, abundan los testimonios de personas que han visto pan de muerto en diversos negocios. Y así tiene que ser. Hace algún tiempo todavía nos sorprendíamos al notar el sentido de anticipación que tenemos cuando se habla de celebraciones. Ya nada queda de eso: de antemano sabemos que nuestra especialidad es ganarle tiempo al tiempo. Por eso se puede constatar que las panaderías ya están haciendo su agosto, justamente, en agosto. Faltan tres meses para Día de Muertos. No importa, ya estamos celebrando. Faltan cuatro meses para que acabe el 2020. Importa menos: vayamos preparando el maratón Reyes -Guadalupe del 2023.

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Nadie sabe exactamente en qué momento sucede, pero los panes de muerto llegan cuando tienen que hacerlo. En el momento indicado. Ni antes ni después. O quizá se trate de un truco de la mente: ¿alguien puede garantizar que el pan de muerto verdaderamente se ausenta de las panaderías en algún momento del año? Si usted se siente seguro, afírmelo, pero tenga cuidado, porque la memoria suele ser muy traicionera en estos asuntos.

Cuando el 2023 verdaderamente llegue, ya estaremos listos para todo lo que viene, para hacerle trampa otra vez al tiempo: rosca y tamales para arrancar el principio del año. O mejor dicho: el principio del fin del año. En este país el tiempo va al revés: el final anuncia un anticipado principio, y los principios tienen toda la pinta de finales. En otras palabras, llegará el día en que veamos pan de muerto en enero. Y seamos sinceros, sería lo más normal para nosotros. Es el pretexto perfecto que nos hemos inventado para escapar de la asfixiante realidad y refugiarnos en un permanente futurismo en el que todo brilla. No existe mejor manera de amainar la nostalgia por el reloj de nuestras vidas y su fugacidad.

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