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Referente del Gobierno y la oposición cubanos: ¿Un Martí o muchos Martís?

La Habana, 28 ene (EFE).- El culto al prócer de la patria cubana José Martí, de cuyo nacimiento se cumplen este sábado 170 años, emerge como uno de los escasos elementos en común en el polarizado universo político cubano.

La sucesión de homenajes desde el Gobierno cubano y la disidencia dentro y fuera de la isla en los últimos días lleva a plantearse quién es Martí, cómo ha logrado ese estatus por encima de los abismales diferendos políticos, y si de verdad su figura y legado pueden, hipotéticamente, servir de nexo de unión.

Martí, como resume en entrevista a EFE el historiador cubano Rafael Rojas, profesor en el Colegio de México, fue por un lado un poeta y cronista "extraordinario" y, de otro, "prócer político", "fundador de la república" y "líder de la guerra de la independencia".

Para Eduardo Torres Cuevas, presidente de la oficialista Sociedad Cultural José Martí y director de la Oficina del Programa Martiano, su ideario se basa en una "doctrina de amor", resumida en el conocido lema de "con todos y para el bien de todos".

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Apunta en entrevista a EFE que Martí definía patria como "fusión dulcísima y consoladora de amores y esperanzas" y también como "humanidad".

"Sentirse cubano es sentirse martiano. Martí desarrolla una doctrina de qué es ser cubano. Martí es como la figura que reúne en sus ideas y pensamientos las esencias cubanas", resalta.

La historiadora cubano-estadounidense Ada Ferrer, profesora en la Universidad de Nueva York, sintetiza su pensamiento como "procubano, antiespañol, anticolonialista, antiimperialista" y resalta además su "importante contribución a la cuestión racial" al condenar la esclavitud y la discriminación por raza.

"Hablaba de una república para todos", recalca en entrevista a EFE.

HETERODOXIA Y PRAGMATISMO

Rojas afirma que es "muy difícil encasillar" a Martí en las grandes corrientes de la época (liberalismo, conservadurismo y socialismo) y resalta su "heterodoxia ideológica y política" -un "liberal raro", lo denominó el poeta nicaragüense Ruben Darío- y su "pragmatismo".

Para Rojas, el líder cubano es "un republicano" que defiende "las virtudes ciudadanas" y el "buen Gobierno", que "cree en la división de poderes, el Gobierno representativo y las elecciones", aunque mantiene un punto de vista crítico.

Esta heterodoxia, coinciden en destacar Rojas y Ferrer, es la que posibilita que desde la ortodoxia del Partido Comunista de Cuba y el ala derechista del exilio se reivindique por igual su figura.

"En los dos lados la recepción se basa en el énfasis de aspectos que hay en la obra de Martí, pero al final acaban aislando esos elementos del resto", advierte Rojas.

Ferrer argumenta que ambos extremos "estiran el mensaje o solo escogen" partes "de manera muy selectiva". Unos el antiimperialismo de Martí; los otros, su defensa de la libertad.

"Hay muchos Martís, pero me parece que lo que los une a todos es que Martí amaba a Cuba. Eso es verdad para los dos lados, pero cada lado tiene una idea distinta de lo que veía Martí para el futuro de Cuba. Me parece que ese amor a Cuba todos lo ven en Martí. Y quizá todos lo ven en sí mismos, pero no lo ven en el otro", argumenta Ferrer.

DIÁLOGO

En esa línea, Torres Cuevas subraya que "Martí convoca al diálogo" y que hay que "evitar que se sigan emponzoñando las diferencias" entre cubanos.

"Hay que trabajar siempre en esa idea de que somos hermanos, que pertenecemos a una patria que es madre de todos", dice este miembro del Consejo de Estado de Cuba tras reconocer que hay quienes se han distanciado de estas premisas "en los dos lados".

"Puede parecer muy difícil construir algo juntos si solo leemos el discurso político de ambas partes, donde hay una contradicción que tiene su esencia en la política. Yo no tengo porque odiar a mi hermano porque piense diferente. Una cosa es la política y otra es lo que está en el fondo mismo de la sociedad. No creo que sea tan difícil que entre los cubanos se logre el diálogo y se salten por arriba las barreras políticas", asegura.

Rojas, en esta misma línea, percibe una "plataforma común" en el "consenso no reconocido explícitamente" de la "centralidad" de Martí en el universo político cubano, a pesar de los disensos fundamentales.

Ferrer evoca el ejemplo del prócer, no tanto en el plano ideológico como en el humano: "Algo muy importante que tenía Martí es que era capaz de ponerse en pie de otros y ver las cosas desde distintas perspectivas", como lo demuestra las amistades que cultivó entre diplomáticos y periodistas con otras tendencias políticas.

Sin embargo, no cree que sean muchos los que puedan seguir su ejemplo actualmente, principalmente porque "no hay espacio". La mayoría, dice, "están atrincherados, muy afincados en sus ideas y perspectivas" como para "ver Cuba o la historia de Cuba desde el punto de vista del otro", algo "esencial" para cualquier "tipo de progreso o reconciliación".

Juan Palop

(c) Agencia EFE