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Casi 10 millones de colombianos están en situación de pobreza energética

Casi 10 millones de colombianos está en situación de pobreza energética. Imagen: Freepik.es - @ zirconicusso
Casi 10 millones de colombianos está en situación de pobreza energética. Imagen: Freepik.es - @ zirconicusso

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Promigas presentó los resultados del primer reporte del Índice Multidimensional de Pobreza Energética (IMPE), el primer reporte de este tipo en el país: y encontró que las metodologías oficiales de medición de la pobreza -como el Índice de Pobreza Multidimensional y la Línea de Pobreza Monetaria- no incluían de manera explícita la dimensión de energía y su relación con el bienestar.

El índice, que fue desarrollado por Promigas y su Fundación e Inclusión SAS, y posteriormente discutido con por expertos del sector, se estructuró bajo un enfoque amplio de bienestar que involucra cuatro dimensiones:

  1. Acceso y calidad de la energía

  2. Vivienda funcional y liberadora de tiempo

  3. Aprender y Comunicarse

  4. Territorio equipado para el bienestar

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Así las cosas, el estudio reveló que casi uno de cada cinco personas se encuentra en situación de pobreza energética (18,5 % de la población de Colombia). Y si bien hay 42,1 millones de personas por fuera de la pobreza energética, todavía quedan 9,6 millones en esta situación.

El estudio también resalta que, además del desafío en privación de energía, también existe el de brindar acceso a los bienes públicos y privados que permiten usar esa energía como medio para las realizaciones humanas.

Al respecto, el presidente de Promigas, Juan Manuel Rojas, manifestó que “hace 60 años, la mayoría de los colombianos no tenían acceso ni a electricidad ni a una fuente de energía adecuada para cocinar. En la actualidad, la mayoría de los hogares cuentan con estos servicios”.

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Agregó que “sin embargo, persisten desafíos importantes: asegurar, además del acceso, una buena calidad, aspecto en el que existen grandes desigualdades; conseguir que el 9,7 % de la población colombiana que aún cocina con leña disponga de un energético adecuado para cocinar y proporcionar los medios para que más hogares y personas tengan acceso a dispositivos y otros medios para transformar la energía en bienestar”.

Aunque se ha avanzado en materia energética -Colombia tiene una de las mejores coberturas de acceso a energía de la región (97 % en energía eléctrica y 70 % de gas natural)-, el IMPE visibiliza los retos que aún enfrentan esos 9,6 millones considerados como pobres energéticos en materia de acceso y calidad:

  • El 8 % no tiene energía eléctrica

  • El 61,8 % vive en municipios con mala calidad de este servicio

  • El 47,4 % cocina con leña, carbón y desechos

Otros resultados para destacar del Índice Multidimensional de Pobreza Energética de Promigas

El Índice Multidimensional de Pobreza Energética (IMPE), de Promigas, muestra que la pobreza energética en la zona rural remota es 11 veces la de los grandes centros urbanos.

Y casi la mitad de los habitantes de municipios remotos, el 47,9 %, se ubican en esta situación. En contraste, solo el 4,3 % de las personas en grandes centros urbanos son pobres energéticos.

Sin embargo, las brechas del IMPE entre departamentos son mayores que las observadas según el grado de urbanización. Mientras que Quindío, San Andrés, Bogotá y Valle del Cauca registran una pobreza energética por debajo del 4 %; Vichada, Vaupés, Guainía y La Guajira muestran incidencias por encima del 70 %.

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La mitad de los pobres energéticos se localizan en Córdoba, Nariño, Magdalena, Bolívar, La Guajira y Cauca. Esto sugiere que la estrategia de reducción de pobreza energética debería ser diferencial por departamentos.

Los resultados de la descomposición del IMPE esbozan una agenda de reducción de pobreza energética en Colombia que involucra:

  • Un componente de acceso y calidad a la energía adecuada (electricidad y gas natural)

  • Un componente de otros bienes y servicios públicos (conectividad a internet y acceso de energía y gas a equipamientos sociales de cuidado a la primera infancia)

  • Un último componente de capacidad de pago para bienes durables como lavadora, computador o tablet

Por ejemplo, los hogares en pobreza energética que acceden a gas natural están más cerca de salir de ella que los que no acceden.

Lo anterior no sólo porque es un energético más adecuado que la leña, el carbón y los desechos, sino porque su acceso está asociado a la tenencia de estufa y calentador.

El IMPE es complementario con los índices oficiales de pobreza de Colombia, es de fácil comprensión y da cuenta de los diferentes sectores que están involucrados en la pobreza energética.

Según Promigas, esto tiene como ventaja que permite identificar a las personas que no pueden desarrollar actividades humanas básicas que usan como medio directo a la energía, y que no están siendo observadas por las medidas de pobreza monetaria y multidimensional.

Esto permitirá focalizar el diseño de acciones por departamento, sector y población, contribuyendo a la meta de cero pobreza energética.

Por ejemplo, para el diseño focalizado de política públicas, la estrategia de reducción de pobreza energética debería ser diferencial por departamentos: mientras que hay unos departamentos que demandan una estrategia enfocada en el acceso a energía adecuada y de calidad, en una modalidad que podría llamarse de primera generación (por ej. Córdoba, Sucre, Bolívar, La Guajira, Magdalena, Tolima, Casanare y Caquetá).

Los demás entrarían en estrategias de segunda y tercera generación conforme la importancia de las demás dimensiones que tienen foco en dispositivos para transformar la energía en bienestar o en equipamientos del territorio.

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Esta medición es un insumo valioso, de acuerdo con Promigas, para que, desde la academia, el sector privado y público, ONG’s, gremios y asociaciones; se puedan focalizar los esfuerzos e implementar acciones que permitan cerrar las brechas en pobreza energética.

Lea el estudio completo aquí.

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