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Las 5 claves para ser un líder multiplicador

Un buen liderazgo es una de las claves más importantes para conseguir extraer todo el potencial del talento en una empresa. De hecho, el 76% de las compañías reconoce que existe una relación directa entre el liderazgo y el crecimiento de la productividad, tal y como refleja una encuesta elaborada por el Institute for Corporate Productivity.

Esta era, caracterizada por una diversidad sin precedentes en los equipos y una creciente expectativa hacia la sostenibilidad y la ética empresarial, demanda un liderazgo que aproveche la inteligencia colectiva y que también multiplique y potencie a cada persona en su organización. La ausencia de una mentalidad de multiplicador, caracterizada por centralizar decisiones y limitar la innovación interna, puede paralizar a las empresas, creando culturas organizacionales que desmotivan y perjudican la retención de talento.

Evidentemente, nadie se levanta con ganas de disminuir el talento. No se hace de manera consciente. Sin embargo, ciertos hábitos potencian entornos y culturas en las que no se pueden desarrollar todas las habilidades. Y es muy importante esa relación entre liderazgo, productividad y resultados.

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Una forma de abordar esto en las organizaciones es a través de una  experiencia inmersiva basada en situaciones reales en el marco del modelo "Multiplicadores-Disminuidores". En esta experiencia, basada en el concepto de Liderazgo Multiplicador de Liz Wiseman, los líderes pueden entender y practicar la mentalidad de los líderes multiplicadores, afrontando desafíos empresariales del mundo real, pero en un entorno seguro. Así, los participantes adquieren nuevas capacidades para hacer crecer a sus equipos y desarrollar una cultura empresarial en la que el intercambio de ideas y conocimientos es muy sencillo y donde es muy fácil identificar las actitudes, de empleados o líderes, que están suponiendo el efecto contrario al deseado, es decir, un efecto disminuidor.

 

¿Cuáles son los 5 rasgos que debe tener un líder multiplicador?

  • Imanes de talento: entienden y aceptan con ilusión su responsabilidad de desarrollar y hacer crecer al talento de la compañía. Su objetivo es dejar de infrautilizar las capacidades de sus equipos y destapar todo su potencial. Atraen el talento por estas cualidades. Los empleados quieren trabajar con ellos. 

  • Liberadores: sin miedo al error. Aprendemos más del error que del acierto, por lo que, muchas veces hay que equivocarse para aprender. El líder multiplicador deja que otros tomen las decisiones, aunque fallen, para tomar a la larga mejores determinaciones. Empodera a las plantillas. Son capaces de crear más y mejores espacios para que otros puedan pensar y aprender, al tiempo que aplican la presión justa para seguir consiguiendo el mejor desempeño de los equipos. 

  • Retadores: saca a las personas de su área de confort. Aumentan el conocimiento y la experiencia de los demás creando oportunidades y desafíos que los lleven más allá de lo que saben e incrementando sus contribuciones.

  • Creadores de debates: les gusta escuchar opiniones y puntos de vista diferentes a los suyos. Están abiertos a perspectivas distintas, a nutrirse de la diversidad del equipo, y por ello crean entornos proclives a ello, que propicien la exploración y la co-creación de ideas.

  • Inversores: invierten en los demás, infunden confianza y establecen una mayor implicación de principio a fin para sus equipos. Así, ceden su liderazgo en ciertos momentos, dejando que los implicados sigan siendo responsables de las posibles consecuencias de sus decisiones, pero permitiendo a su vez el desarrollo de los equipos y su toma de decisiones.


Las consecuencias de adoptar un liderazgo multiplicador son transformadoras. Permiten generar ecosistemas organizacionales donde cada miembro se siente valorado, desafiado e inspirado para aportar de manera significativa al éxito colectivo.

Al empoderar, inspirar y desarrollar a cada miembro del equipo, los líderes multiplicadores no sólo fomentan la innovación y la productividad, sino que también construyen las bases de una cultura organizacional firme, resiliente y orientada al futuro, con una gran capacidad para retener y atraer talento.

 

*La columna fue escrita por Ignacio Mazo, vicepresidente de BTS. Lidera la Práctica de Liderazgo y Coaching en Latinoamérica  y para la región sur de Europa