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Alivio de corto plazo: el mercado cree que el precio de la carne puede hacer subir la inflación en tres meses

El dato de inflación de 6% en junio que acaba de publicar el INDEC supuso el alivio que el Gobierno tanto ansiaba: dos meses de caída consecutiva del IPC y, además, la presunción generalizada de que en julio se repetirá una cifra similar.

Es, para Sergio Massa, una noticia con perfecto "timing" político, dado que la relativa mejora tendrá su mejor momento justo en la previa de las elecciones primarias y hará olvidar -o, por lo menos, hará parecer menos grave- la fallida predicción que el ministro había hecho a comienzos de año sobre que la inflación para esta fecha rondaría el 3%.

La sequía proporcionó la argumentación oficial sobre por qué el índice mensual terminó siendo el doble del pronosticado, como dejó en claro la vocera presidencial Gabriela Cerrutti, al adelantar que el dato supondría la confirmación de la senda descendente.

Según el diagnóstico que hicieron los estrategas del peronismo, a la vista de los resultados de las elecciones provinciales, es que no es la cifra del IPC en sí misma lo que genera el mayor impacto social, sino el hecho de que haya una relativa estabilidad, porque eso es lo que permite a los asalariados sentir la protección de las paritarias y planificar el consumo.

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Sin embargo, en las entrelíneas de la información brindada por el Indec se esconde algo inquietante: la actual calma podría ser de muy corta duración. Tan corta que sólo alcanzaría para las PASO pero no para la elección presidencial de octubre, cuando ya se podría estar empinando la curva inflacionaria nuevamente.

El motivo es, en el fondo, bastante simple: el actual descenso no se basa tanto en los "fundamentals" de la macroeconomía sino en cuestiones estacionales. Es decir, hubo rubros de mucho peso que en los últimos meses suavizaron el ritmo de aumentos de precio, pero que inexorablemente volverán a acelerar en el mediano plazo.

La moderacion en el precio de la carne fue clave para que el IPC de junio bajara a un 6%
La moderacion en el precio de la carne fue clave para que el IPC de junio bajara a un 6%

La moderacion en el precio de la carne fue clave para que el IPC de junio bajara a un 6%

La "ventaja" surgida de la sequía

Una de las claves de la situación actual es el precio de los alimentos, y especialmente el de la carne, que tiene una alta ponderación dentro del índice general de precios. En el último mes, el pollo mostró una deflación -es decir, cayó el precio- de un 5,3%.

Y en cuanto a la carne vacuna, las variaciones fueron mínimas. En junio el precio del asado subió un 0,3%, mientras el del cuadril lo hizo un 0,9%. Todo un contraste con lo que ocurría hace tres meses, cuando el asado subía a una velocidad crucero de 7,1% y el cuadril lo hacía a 9,8%, empujando a la canasta alimentaria por encima del 9%.

Este cambio de comportamiento en el precio de la carne fue determinante para que toda la categoría de alimentos tuviera, por segunda vez en el año, una variación menor al IPC promedio. En mayo este rubro había subido de 5,8% contra una inflación general de 7,8%. Y ahora fue de 4,1% contra un IPC del 6%.

Pero, lo más importante es que el rubro de alimentos viene mostrando una evolución a la baja mucho más marcada que la del IPC. Desde el pico de 10,1% registrado en abril, el índice disminuyó cuatro puntos. Hay que retroceder hasta noviembre del año pasado -cuando los alimentos habían subido un 3,5% para encontrar un registro menor al que se acaba de publicar.

El riesgo de un rebote en la carne

¿Por qué ocurre esto? Tiene mucho que ver con la sequía: ante el encarecimiento del maíz y los forrajes, los ganaderos prefieren enviar los animales a faena. En su ecuación económica, tiene más sentido disminuir su stock antes que engordar las vacas a un costo que no podrán recuperar.

Eso implica una oferta mayor a la habitual en las carnicerías. El ciclo de aumento de la faena empezó en el verano y recién ahora está teniendo su mayor impacto en los precios.

Los expertos destacan que el novillito promedió los $484 el kilo vivo en el Mercado de Cañuelas durante junio, prácticamente lo mismo que se había pagado por esta categoría de animales en el mes de abril, cuando el precio era de $488 por kilo. Y, como se estima que el costo de la hacienda tiene una incidencia de 50% sobre el precio final en carnicerías, resulta natural que esa estabilidad -producto de una mayor faena- se refleje en el abaratamiento relativo de la carne.

Pero claro, el cambio de ciclo también puede ser brusco, porque una vez que en el campo cambia la situación, los ganaderos pasan a la estrategia inversa, con una actitud defensiva para recomponer su stock vacuno. En otras palabras, sobrevendrá otro período de grandes aumentos, que podría iniciarse en octubre.

La sequía encareció el costo de la alimentación animal, lo cual hizo que aumentara el nivel de faena a niveles no vistos desde 2009
La sequía encareció el costo de la alimentación animal, lo cual hizo que aumentara el nivel de faena a niveles no vistos desde 2009

La sequía encareció el costo de la alimentación animal, lo cual hizo que aumentara el nivel de faena a niveles no vistos desde 2009

"Esto durará dos o tres meses más, para dar luego lugar a un proceso de escasez y retención. El consumo está absorbiendo 50 kilos anuales, pero a los muy bajos valores actuales al mostrador, muy rezagados con respecto a la inflación", plantea Ignacio Iriarte, uno de los analistas más influyentes del negocio ganadero.

Las cifras son elocuentes respecto de por qué se producirá una caída en la oferta: en el primer semestre se enviaron a faena 7,3 millones de animales, lo cual representa un 13% más que el año pasado y es una marca récord desde la sequía de 2009. El hecho de que la carne producida haya subido sólo 10% da la pauta de que se enviaron a los frigoríficos animales de menor peso que el promedio, un fenómeno también producto de la sequía.

Si se sostuviera ese ritmo de faena, se podría superar hasta en dos puntos la "tasa de extracción" considerada límite, que es el 25% sobre el stock total. Por encima de esa marca, hay riesgo de descenso en la población de vacas del país, por una simple cuestión demográfica: el ciclo biológico indica que desde que la vaca queda preñada hasta que el ternero llega al peso como para ser faenado pueden pasar cuatro años.

Los más pesimistas proyectan para este año una caída del stock en hasta 2,5 millones millones de cabezas. Pero la cosa es peor aun, porque no solo cae toda la población vacunas, sino también las vacas en condiciones de parir, que técnicamente son un bien de capital porque producen los terneros. En el semestre, el 47,4% de los animales enviados al frigorífico fueron hembras.

Es por eso que se considera lógico que ahora se pase a la parte opuesta del ciclo: la retención de animales por parte de los empresarios ganaderos.

Iriarte hace un pronóstico sombrío -desde el punto de vista de los consumidores- sobre lo que podría ocurrir a partir de octubre: el campo se abocará a una rápida recuperación del stock ganadero, lo cual traerá como consecuencia una menor oferta en el mercado doméstico, al tiempo que subirá la exportación. Esto haría que el consumo de carne volviera a caer, hasta el escalón de los 43 kilos anuales por persona.

La influencia del mercado global

Además de la carne, también influyó la moderación en los precios de otros productos importantes de la canasta alimentaria, tales como harinas y aceites -subieron 1,8% y 2,3%, respectivamente-. Los expertos asocian este fenómeno a la influencia de la situación internacional.

Al contrario de lo que había ocurrido en los últimos dos años, en los que los precios subieron -y, por eso, una de las obsesiones en el Gobierno era lograr el "desacople" entre precios internos y externos por la vía de retenciones o cupos de exportación-, ahora se observa el fenómeno opuesto.

Varios productos alimenticios, como harina y aceite, recibieron el impacto positivo de la baja de los precios en el mercado global
Varios productos alimenticios, como harina y aceite, recibieron el impacto positivo de la baja de los precios en el mercado global

Varios productos alimenticios, como harina y aceite, recibieron el impacto positivo de la baja de los precios en el mercado global

"El índice que construye FAO muestra en junio su valor más bajo del año (en términos reales). Analizando los grandes rubros que incluye el relevamiento del organismo internacional, se observa que la baja se concentra en lácteos, cereales y aceites y grasas. Si bien hay otros factores que influyen, la desvalorización de las materias primas debería contribuir a la estabilidad de precios en países con problemas de inflación, caso de Argentina, particularmente en aquellos rubros que muestran ajustes fuertes", observa un reporte de la Fundación Mediterránea.

Puesto en números, el aceite de girasol -de alto consumo en el mercado argentino- tuvo en junio un precio de exportación 55% más bajo respecto del año pasado, mientras que el aceite de soja cayó un 40% y el maíz -clave para la alimentación de animales- disminuyó un 20%.

El "timing" electoral de la inflación

Pero en el mientras tanto, el Gobierno disfruta su momento de tregua y hasta puede darse el lujo de no tocar la tasa de interés. Los relevamientos semanales que hacen las consultoras privadas dan cuenta del alivio: el reporte de LCG para primera semana de julio apenas dio un 0,2% de aumentos en el rubro alimentos, mientras que la última de junio había registrado 0,6%.

En cuanto al IPC de julio, que se publicará dos días después de las PASO, casi todos los pronósticos apuntan a un índice similar al de junio -es decir, que empiece con 6-.

Sin embargo, los economistas no se muestran tan confiados respecto de que haya ocurrido un cambio de tendencia definitivo. Más bien al contrario, abundan las advertencias respecto de la fragilidad del nuevo escenario de estabilidad.

La consultora Ecolatina pone el foco en la ausencia de "anclas" y la distorsión de precios relativos. "El Gobierno no dispone de margen para apelar a las tradicionales medidas desinflacionarias pre-electorales: congelar las tarifas de servicios públicos o atrasar el tipo de cambio", señala en su último informe. Y deja ver su pesimismo respecto de que el índice pueda seguir bajando.

Por su parte, Eco Go, la consultora dirigida por Marina Dal Poggetto, alerta: "La tendencia parecería ser más al alza más que otra cosa y la fragilidad del sistema indicaría que cualquier mínima disrupción podría impulsar una nueva aceleración de los precios".

Pero Massa, de momento, tiene su foco en el domingo 13 de agosto. Y, hasta allí, los números parecen jugar a favor de su campaña electoral. Por lo menos, podrá mencionar la palabra "estabilidad" sin ponerse colorado y hasta contestar a quienes habían agitado una posible hiperinflación.

Claro, después viene la elección de octubre, y ahí probablemente los mismos factores estacionales que ahora juegan a favor, empiecen a ponerse en contra. El desafío de Massa es que el propio resultado de las PASO le dé margen como para mantener la estabilidad a partir de ese momento.