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Apps que alertan sobre el coronavirus son rechazadas por miedo a invadir privacidad

Anna Guidici, una estudiante de la Universidad de Arizona que en septiembre recibió una alerta por medio de la aplicación de la escuela en la que le avisaron que había estado expuesta al coronavirus, en su casa en Clive, Iowa, el 22 de noviembre de 2020. (Kathryn Gamble/The New York Times)
Anna Guidici, una estudiante de la Universidad de Arizona que en septiembre recibió una alerta por medio de la aplicación de la escuela en la que le avisaron que había estado expuesta al coronavirus, en su casa en Clive, Iowa, el 22 de noviembre de 2020. (Kathryn Gamble/The New York Times)

La primavera pasada, Apple y Google lanzaron una iniciativa ambiciosa para emplear la tecnología en la lucha contra la COVID-19, al crear una poderosa herramienta para teléfonos inteligentes que alertaría a las personas de una posible exposición al coronavirus.

Según nuevos datos, el software podría desempeñar un papel importante en ayudar a detener los brotes, pero, mientras la ola invernal de la pandemia envuelve a Estados Unidos, casi no se usa la tecnología. Tan solo está disponible en más o menos una tercera parte de los estados, pues ha encontrado una serie de obstáculos, como la preocupación por la privacidad, la falta de interés y la conciencia pública, el poco acceso a pruebas rápidas y un sistema parchado de autoridades sanitarias gubernamentales.

“Resulta que es muy pero muy difícil que la gente use una aplicación para la COVID”, comentó James Larus, informático y decano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación y la Computación de la Escuela Politécnica Federal de Lausana en Suiza, quien ha trabajado en la iniciativa con Apple, Google y autoridades de salud pública. “Empezamos pensando que la gente obviamente iba a querer usar esto y hemos quedado muy sorprendidos”.

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Los ingenieros de las empresas crearon un sistema que respeta la privacidad de la gente, pues consideraron que, sin esa protección, nadie se iba a registrar. La tecnología, llamada “notificaciones de exposición”, no monitorea la ubicación de los usuarios, sino que usa el Bluetooth para detectar los teléfonos que han estado a varios metros el uno del otro durante más de unos pocos minutos. Cuando un usuario recibe un resultado positivo, el sistema sanitario local envía un código mediante un correo electrónico, un mensaje de texto o una llamada telefónica para ingresar a la aplicación. Esto alerta a cualquiera que haya estado cerca de esa persona mientras estuvo infectada.

Este otoño, después de que algunos estados se opusieron al esfuerzo necesario para hacer una aplicación, las empresas tecnológicas intentaron facilitar más el proceso al permitir que los estados lanzaran la tecnología sin crear una aplicación independiente.

Esta semana, California lanzará su versión de la herramienta, llamada Exposure Notifications Express, y así se sumará a otros cuatro estados y al Distrito de Columbia en el uso del programa simplificado. Es una prueba importante para el estado más poblado del país, conforme el gobernador Gavin Newsom ordena el cierre de algunas partes en medio de un aumento de los casos. Debido al tamaño y prominencia del estado natal de los gigantes tecnológicos, la tecnología podría ganar impulso, pero todavía falta ver cuántas personas se registrarán y si California tiene la capacidad necesaria para realizar pruebas rápidas para que la herramienta sea útil.

Las áreas que usan Express tienen una ventaja mercadotécnica porque Apple y Google envían notificaciones automáticas a los teléfonos cuando está disponible en un estado. El Distrito de Columbia ha encontrado la tasa más alta de participación: más del 60 por ciento de su población. Un 20 por ciento de los residentes de Colorado, Connecticut y Maryland —todos usan Express— se ha sumado; el estado de Washington ha tenido un 13 por ciento de participación desde que introdujo la herramienta este mes.

En la mayoría de los otros doce estados que usan las notificaciones de exposición, las tasas son de un solo dígito.

En un artículo publicado en las primeras etapas, unos epidemiólogos de la Universidad de Oxford sugirieron que, si el 60 por ciento de la gente en un área usaba una aplicación para el rastreo digital de los contactos, se iba a poder controlar la pandemia sin un cierre de emergencia. Modelos epidemiológicos posteriores indicaron que las aplicaciones podían ayudar a reducir la propagación viral aunque las usara tan solo el 15 por ciento de la población.

En Suiza, un 22 por ciento de la población está usando la tecnología. En un estudio de rastreo de contactos en Zúrich, unos investigadores calcularon que, de cada 100 personas que dieron positivo, la aplicación notificó de manera correcta a 24 contactos que habían contraído el virus, una tasa de éxito similar a la vista en el rastreo humano de contactos.

Algunas autoridades han citado la importancia del rastreo de contactos en la batalla contra la pandemia, pero los profesionales sanitarios de Estados Unidos han tenido problemas para seguir el ritmo de las altas tasas de infección y para conseguir la cooperación de la gente.

Gente espera en un cruce peatonal en Lausana, Suiza, el 5 de diciembre de 2020. (Reto Albertalli/The New York Times)
Gente espera en un cruce peatonal en Lausana, Suiza, el 5 de diciembre de 2020. (Reto Albertalli/The New York Times)

Un programa piloto de la Universidad de Arizona tal vez haya producido el primer ejemplo de una aplicación para disminuir la propagación viral en Estados Unidos. Durante un brote ocurrido en la institución este otoño, envió alertas hasta a un 12 por ciento de las transmisiones, estimaron los investigadores.

“Creemos que el brote en el campus tuvo una curva más aplanada gracias a la aplicación”, comentó Joanna Masel, profesora de Biología Matemática que ha ayudado a supervisar el lanzamiento del programa, llamado COVID Watch.

Como sucede con la mayor parte de la estrategia estadounidense para el coronavirus, las decisiones sobre la implementación de las aplicaciones para notificar la exposición han quedado en manos de los estados. Por ejemplo, Dakota del Norte y Virginia aceptaron la tecnología de inmediato, pero autoridades en otros sitios pusieron como argumento su preocupación en torno a la eficacia y la privacidad. Algunas prefirieron enfocar recursos al rastreo humano de contactos.

“Habíamos evaluado el riesgo de ser de los primeros en adoptar una tecnología que no había sido probada y consideramos que eso iba a ser más problemático que benéfico”, opinó Sarah Tuneberg, asesora sénior del gobernador de Colorado especializada en pruebas, contención y tecnología de la COVID-19. Sin embargo, según Tuneberg, para este otoño, las autoridades sanitarias del estado decidieron que “esperar más tiempo pone en peligro la seguridad de la gente”.

El estado presentó la tecnología en octubre, con Exposure Notifications Express. Gracias a esa opción, Colorado no tuvo que crear su propia aplicación; Google había hecho una para los usuarios de Android y los dueños de teléfonos iPhone podían usar tecnología integrada en el sistema operativo. Tuneberg señaló que las notificaciones de las empresas ayudaron a que el estado lograra una tasa de adopción del 20 por ciento.

En los estados que tienen sus propias aplicaciones, sin el beneficio de las notificaciones automáticas, las cifras son mucho menores: alrededor de un cinco por ciento en Nueva York, menos del tres por ciento en Alabama y un uno por ciento en Wyoming. Virginia ha tenido el mayor éxito, con casi un diez por ciento, tras haber invertido más o menos 1,5 millones de dólares en campañas de conciencia pública.

Jeff Stover, asesor ejecutivo del comisionado de Salud del estado, comentó que desde hace meses los departamentos sanitarios han fomentado las pruebas y el uso de mascarilla y que también es esencial promover las aplicaciones de exposición al coronavirus. Virginia “ha hecho un buen trabajo al aumentar de manera constante la proporción de la población que se está convenciendo de usarla”, comentó Stover. “Hemos tenido que promocionarnos en distintos segmentos de la sociedad que podrían tener diferentes razones para no confiar en el gobierno”.

Un estudio piloto en California sugirió que la publicidad tradicional podría no ser el mecanismo más eficaz para lograr que la gente use la tecnología. “Por mucho, el mensaje más efectivo fue uno de texto a tu teléfono”, opinó Christopher Longhurst, director de información en el sistema de salud San Diego Health de la Universidad de California. Según Longhurst, el mejor mensaje de texto le decía a la gente que la aplicación podía ayudarla a proteger a sus familiares y amigos.

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This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company