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Cómo le fue a la Argentina con el plan de Gelbard, el ministro preferido de Silvina Batakis

José Ber Gelbard, exministro de Economía
José Ber Gelbard, exministro de Economía

*Esta nota fue publicada por primera vez el 10 de mayo de 2019.

Durante las presidencias de Héctor José Cámpora y Juan Domingo Perón se hizo cargo de la gestión económica el ministro José Ber Gelbard, cuyo plan fue mencionado anoche por la expresidenta Cristina Kirchner en la presentación de su libro en la Feria . En 1973, el nuevo hombre fuerte de las finanzas del país consideró que las recetas que en el pasado habían buscado combatir infructuosamente una indomable inflación estaban equivocadas porque no habían tenido en cuenta las pujas distributivas.

Exclusivamente un acuerdo concertado de empresarios y trabajadores podría concluir esa puja y terminar definitivamente con la inflación. Para asegurarlo se necesitaba un árbitro con poder que no era otro que el mismísimo Perón. Para ello contaba, además, con el apoyo de dos organizaciones corporativas importantes: la Confederación General del Trabajo y la Confederación General Económica (a la que luego se uniría la Unión Industrial Argentina en la Confederación de la Industria en la CINA).

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Se culminaron acuerdos que administrarían precios en mayo de 1973 con el "Acta de Compromiso Nacional para la Reconstrucción, Liberación Nacional y Justicia Social". Los aumentos serían autorizados excepcionalmente siempre que se comprobara que respondieran a mayores costos. Cuando ellos afectaran el poder de compra, los salarios serían aumentados.

Esto coincidía con la concepción organicista de Perón. Las políticas pretendieron resolver una inflación de costos y expectativas, pero dejaron de lado los aspectos fiscales y monetarios. De hecho, se buscaba -mediante el acuerdo basado en la capacidad de presión del poder político– establecer una estructura estable de precios relativos. Los precios y salarios, tras los ajustes, quedaban congelados por un período de dos años.

Todo ello no tenía en cuenta que el nivel general de precios fuera estable y que las condiciones cambiantes de la oferta y la demanda no se reflejaran en cambios en los precios relativos, y que por ello no se pudiera evitar que se produjeran reacondicionamientos, resultado de las cambiantes condiciones de los mercados y de la disponibilidad de los recursos.

Fue un obstáculo insalvable en un régimen de precios administrados, el no distinguir en qué medida los aumentos eran resultado de los cambios en la oferta o en la demanda, o de las presiones o anticipaciones inflacionarias. ¿Cómo se llegaba en un mundo de miles de precios a evitar que los aumentos autorizados a unos, no se extendieran a los demás, generalizando la inflación?

Por otro lado, al congelarse en mayo de 1973 la estructura de precios, algunos habían logrado adelantarse y otros no, haciendo los primeros importantes ganancias mientras los otros reclamaban por sus pérdidas. Aunque los sindicatos tenían expectativas mayores, en 1973 habían aceptado a regañadientes un moderado aumento salarial, mientras que los empresarios, preocupados por las alternativas extremas que podía seguir el peronismo, pensaron que la opción Gelbard era razonablemente aceptable ya que tenía detrás a Perón, el único que podía disciplinar a las fuerzas que él mismo había desatado.

El Plan Trienal tuvo lugar en un marco político de creciente conflicto, en el que se enfrentaron las dos alas radicalizadas del peronismo. Una vez realizados ciertos ajustes, se dispuso el congelamiento de precios y salarios por un período de dos años. Sin embargo, debió ser revisado en marzo de 1974 al cabo de diez meses.

El programa tuvo éxito inicialmente al morigerar las expectativas. Mientras que se dio el caso inédito de que en el primer mes algunos precios bajaron, luego solo subieron a una tasa mensual promedio de 1,9% entre julio y diciembre de 1973 con relación al elevadísimo 64% anual del año anterior. El peso que se cotizaba a $12,50 por dólar en mayo, bajó a $10 por dólar y se mantuvo estable el resto del año. Se produjo un cambio en 1973 en los términos de intercambio externo con una mejora en los precios de los commodities y se contó con una excelente cosecha, lo que redundó en un aumento de las exportaciones de un 68% en 1973 respecto del año anterior.

El acuerdo había establecido la baja nominal de la tasa de interés implementando una política de crédito barato. El producto creció en 1973 un 3,7% y en 1974 un 5,4%. El gobierno nada hacía, sin embargo, en el frente fiscal, ni le preocupaba la expansión monetaria. El déficit había subido de un 4,6% del PBI en 1972 al 6,9% en 1973. El financiamiento al gobierno había sido el factor principal en la creación de dinero, utilizado también para financiar al sector privado (en parte para absorber los aumentos salariales). Durante los cinco primeros meses de 1973 el déficit de tesorería fue igual a la mitad de los gastos, mientras que la oferta de dinero (M1), creció en abril a una tasa anual de 119%.4 Como se ve, la estabilidad se desbarrancaba día a día. Los gastos del gobierno en porcentajes del PBI aumentaban más que los ingresos con lo que subió el déficit.

La favorable situación inicial comenzó a complicarse hacia fin de año con reclamos por aumentos que hicieron empresarios y sindicatos. Un hecho externo, la suba del precio de las importaciones en 1974, hizo más difícil el congelamiento. Los precios de las importaciones subieron fuertemente en 1974, resultado de la inflación internacional luego del aumento del precio del petróleo. Los empresarios que usaban componentes importados reclamaron que se les permitiera subir sus precios bajo la amenaza de dejar de producir. El gobierno tuvo que subsidiar el tipo de cambio de importación por lo que, al vender divisas más baratas que las que compraba a los exportadores, tuvo pérdidas que absorbió el Banco Central.

Empezaron a faltar mercaderías, de modo que para conseguirlas se pagaban a precios mayores a los oficiales. Lentamente, se legalizaban los aumentos. Ello hizo que en marzo de 1974 la CGT pidiera un reajuste en los salarios, que fue concedido. En los meses siguientes la economía se recalentó. La inflación aumentó en el segundo semestre de 1974, aunque reprimida en parte debido a los controles de precios con lo que comenzó el desabastecimiento. Los precios de las importaciones subieron en el año un 57% respecto a 1973.5 El déficit fiscal también aumentó, y la inflación, que había sido del 5,5% en el último trimestre de 1973, pasó al 14,3% en el mismo período de 1974. Por ello la tasa real de interés volvió a ser negativa, cayendo a -52,8% en 1975. Como resultado del crecimiento del sector público, sus gastos superaron el 25% del PBI y el déficit fiscal llegó al 14,5% del PBI en 1975. Las recaudaciones fiscales de 1975 y 1976 fueron extraordinariamente bajas.

Los salarios reales del sector público alcanzaron su punto máximo en 1974 y 1975 y excedieron en 1973 en más de 30% a los del sector privado. Los gastos del gobierno en 1973 subieron un 20% respecto a 1972 mientras que los ingresos sólo un 6%. Esto aumentó el déficit primario en un 69% respecto a 1972. El aumento se debió a la incidencia de los salarios en la administración y en los organismos descentralizados y empresas del Estado y en las transferencias.

La masa salarial de la Administración Nacional creció un 38% en términos reales entre 1973 y 1972, y un 10% real entre 1974 y 1975. En las empresas del Estado incidió el déficit que venían arrastrando, debido, entre otras cosas, al retraso tarifario que venía desde 1971, (corregido parcialmente en 1973 antes del cambio de gobierno y sin actualización hasta abril de 1974 en que se realizó un ajuste importante que se mantuvo sin cambios hasta mayo de 1975) para evitar que afectara el costo de vida.

El gobierno financió los desequilibrios con una impresionante creación de dinero que se utilizó también para financiar al sector privado mediante redescuentos y, entre otras cosas, para financiar los aumentos salariales. El sector privado con subsidios otorgados para aumentos de salarios y el sector oficial fueron las fuentes principales en la creación de base monetaria. La enorme expansión monetaria tuvo menos incidencia en los precios debido al control, que realizaba el gobierno, que ocultaba una importante inflación reprimida. Parecía entonces que, sin límites al financiamiento, podía ser cierta una economía popular como la que anunciaba la retórica gubernamental con una más equitativa distribución del ingreso. Poco duraría esa impresión.

En julio de 1974 moría el general Perón y lo sucedía la vicepresidenta María Estela (Isabel) Martínez. Gelbard siguió en el gabinete de Martínez de Perón hasta septiembre de ese año en medio de una situación cada vez más difícil, en la que se había generalizado el desabastecimiento, el mercado negro y la violación del acta de concertación. En septiembre, asumió como ministro Alfredo Gómez Morales que tenía como antecedentes un reconocido prestigio profesional y el haber conducido la economía en los años duros de la recesión de 1951-52.

Ante la situación que encontró la administración no tuvo más remedio que flexibilizar los precios. En febrero de 1975 el peso se devaluó un 50% pasando el financiero de 10 a 15 pesos por dólar y el comercial de 5 a 10. En marzo se autorizaron nuevos aumentos de salarios. En mayo debían volver a discutirse los convenios colectivos y ya habían empezado las presiones de los sindicatos. En medio de ese proceso se produjo un vuelco político.

Isabel, bajo la influencia del entonces ministro de Bienestar Social José López Rega, designó en la cartera de Economía a Celestino Rodrigo, quien juró a su cargo el 2 de junio y trató de implementar un severo programa de ajuste contra la inflación. Se devaluó el peso un 100% pasando de $15 a $30 por dólar en el mercado financiero, mientras que en el comercial pasó de $10 a $26. Debe recordarse que era la segunda devaluación del año que había empezado con un dólar a $10.

Para reducir el déficit se elevaron las tarifas de los servicios públicos y de los combustibles en casi 189%, aunque en términos reales cayeron luego 6,5%.8 Por entonces ya habían comenzado las negociaciones salariales con una pauta de aumento del 40%. Frente a los cambios en las tarifas, los sindicatos reaccionaron airadamente, se enfrentaron a la presidenta y los militares lograron desalojar al virtual primer ministro, López Rega, quien arrastró en su caída a Rodrigo y al breve y traumático experimento antiinflacionario que concluyó, como otras veces, con un resultado opuesto al buscado, salvo que esta vez el salto de los precios fue enorme.

Los convenios se firmaron entre un 60-80% y un 200% de aumento (generando un aumento promedio de 170%). Los precios subieron en julio un 35% y la Argentina entró en una nueva y más difícil etapa con una experiencia de hiperinflación. A partir de entonces arrancó una espiral que continuó hasta 1989 en los tres dígitos. Había comenzado una década y media de caída del producto, lo que sería la larga declinación de los años 1974 a 1989.

* El autor es Profesor Emérito de la Universidad de San Andrés, Robert F. Kennedy Professor de Estudios Latinoamericanos, Harvard University (1998). Profesor Visitante de la Universidad de Chicago (1991 y 1992). Profesor Titular de Economía Política en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (1984-1990)