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Así salvó México del burnout a la influencer coreana “Chinguamiga”

La coreana Sujin Kim, la Chinguamiga de las redes sociales, se mudó a México en 2014 tras sufrir el síndrome del burnout, tras no aguantar la presión social y estética de su país. Hoy suma más de 18 millones de seguidores en Tiktok y cinco millones en YouTube e Instagram

Sujin Kim se hizo viral en redes sociales bajo el seudónimo de Chinguamiga. Allí demuestra las diferencias culturales entre Corea y México, y habla de cómo superó el burnout (Foto: Getty)
Sujin Kim se hizo viral en redes sociales bajo el seudónimo de Chinguamiga. Allí demuestra las diferencias culturales entre Corea y México, y habla de cómo superó el burnout (Foto: Getty) (Medios y Media via Getty Images)

Sujin Kim creyó que iba a morir. La influencer coreana, detrás del usuario multiredes de @Chinguamiga, tenía tan poca energía que hasta dormir le costaba. Los médicos que la atendieron no encontraban cómo justificar su padecimiento, hasta que la psicología consiguió un diagnóstico: síndrome del Burnout, un cuadro agudo de debilitamiento físico, mental y emocional. Eso le ocurrió justo antes de migrar, porque México la salvó.

Kim llegó en 2014 a la población mexicana de Monterrey. Apenas estaba recuperándose, luego de pasar un año hospitalizada. El Burnout –que también se conoce como el síndrome del quemado– fue reconocido en 2019 por la OMS como un problema de salud mental, un padecimiento que se ha vuelto cada vez más habitual en los jóvenes. Se trata de un nivel de estrés tan crónico que causa un agotamiento general en todo el organismo.

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“Es difícil explicar lo que se siente. Te parece que te vas a morir al día siguiente. Cuando llegas hasta este punto, hasta dormir te cuesta, porque para eso también necesitas energía. Me frustra mucho”, cuenta Kim a Yahoo Finanzas ¿Qué le detona su crisis? En el caso de la influencer, cuenta, fueron justo la presión social y los estándares de belleza coreanos los que le robaron toda su fuerza.

Libertad latina

Chingu –que en coreano significa “amiga”– suma hoy, a sus 32 años de edad, una comunidad de más de 18 millones de seguidores en TikTok, 5 millones de suscriptores en YouTube, y otro número similar en Instagram. Sus redes sociales, que inicialmente pretendían ser un canal para enseñar a hablar coreano, sirven para contar las diferencias culturales que la sorprenden en Latinoamérica.

“Descansar y dormir ocho horas es una vida de fracasados en Corea. Para ser exitoso tienes que dormir tres horas, y el fin de semana es para estudiar. Eso es lo que me han enseñado. Siempre tenía esa presión y con esa idea entré a la universidad”, cuenta Kim, quien es economista de profesión. Y no solo en lo laboral: “en Corea la belleza es más cuadrada. Si no entras en esta caja, te juzgan. Todo el mundo está muy atento a la ropa que tienes, si tienes un grano en la cara o si subiste dos kilos”.

Huyendo de ese estrés, en 2014 viajó a Canadá. “Encontré a la gente de Latinoamérica. Tuve un choque de cultura muy fuerte”, cuenta. En su caso las libertades que observó en sus compañeros la llevaron a confrontar aún más las costumbres coreanas: “aguanté ese infierno porque pensé que todo el mundo vivía así”. No es difícil suponer entonces qué fue lo que enamoró a Kim de la región: la libertad, la cultura y la fiesta.

Tras su paso por Canadá, antes de volver a su país, Kim visitó Brasil, Uruguay, Paraguay, Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, Bolivia y Perú. Justo en ese último país, recuerda como varias personas la ayudaron a detener el autobús cuando la vieron cansada, e incluso se asombró cuando una señora siguió su viaje unas paradas adicionales solo para acompañarla y que no se perdiera. “En Corea es muy difícil hacer amigos con la gente que no conoces”, contrasta.

Boleto de salida

Creyendo haber superado su episodio de Burnout, Chinguamiga regresó a terminar la universidad en Corea. Sin embargo, recayó. Y esta vez fue su papá que, ante el deterioro de su salud, le compró su boleto de viaje rumbo a México. “Me dijo que si quería la vida de Latinoamérica, que me fuera”, recuerda.

En México vivió en Pesquería, una localidad del estado de Nuevo León, que ganó fama en 2014 por ser el lugar predilecto de la migración coreana. Tanto, que fue rebautizada popularmente como “Pescorea”. Hoy en todo el país viven poco más de 5 mil coreanos, según datos confirmados por Statista.

Kim llegó sin saber hablar español a México. “Aprendí en la calle, por eso no hablo de forma muy elegante”, relata. Su primer trabajo en Pescorea fue en una empresa con jefes coreanos, donde la mayoría del personal también era asiático. Fue difícil. Tampoco se adaptó. “No les pareció bien mi personalidad extrovertida, tenía que estar callada”.

Hoy vive no solo de las ganancias que dan sus redes sociales, también instaló una escuela online para enseñar coreano que ya suma más de mil alumnos. Su popularidad ya es tal, que recientemente participó como invitada en un reality show de HBO Max, para dar consejos a jóvenes que quieren convertirse en influencer.

Hasta hace poco creía que su paso por México sería transitorio. Sin embargo, su perspectiva cambió días atrás cuando se enfrentó de nuevo a una crisis, tras un viaje a Corea para visitar a su familia. “No tenía plan, pero ahora que fui y me pasó todo esto, creo que sí me voy a quedar aquí”, reflexiona.

Quizás pronto su hermana también migre a México, de sus padres no tiene esa esperanza. Sabe que a su edad les resulta muy difícil adaptarse a una cultura tan distinta. Latinoamericana, sin embargo, le ha enseñado a no angustiarse por el futuro: “Cuando estuve en terapia descubrí que tenía algunas obsesiones, una de ellas era el tiempo. No me divertía hoy por pensar en algo que tenía que hacer mañana. Aquí me enseñaron que no necesitaba hacer eso”.

La vida de Kim en Latinoamérica lleva otro color. A finales de 2022 probablemente esté intentando aprender vallenato. Visitar Colombia es su próximo plan en agenda.

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