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Campaña 22/23: el recálculo que impone la sequía para pensar en los próximos pasos

Establecimiento en Arminda, sur de Santa Fe
Establecimiento en Arminda, sur de Santa Fe - Créditos: @Marcelo Manera

La mayor parte de las lluvias del fin de semana pasado y de mediados de esta fueron de 15, 30 y 40 mm; muy pocas alcanzaron 80mm o más. Esta registros generan un alivio a los campos pero se necesitan nuevos acumulados en los próximos días para los cultivos estivales. No hay que olvidar que una lluvia de 30mm sirve para atender solo los requerimientos de cinco días de un cultivo de verano que soporta altas temperaturas.

Mientras tanto, la situación de los cultivos de la campaña 2022/23 de la siguiente: el trigo dio lugar a la peor cosecha de los últimos 20 años. En gran parte de la zona núcleo -Marcos Juárez, Venado Tuerto, Cañada de Gómez- hay 20% de los maíces de primera, sembrados en septiembre- octubre en lotes de alto potencial, con paquetes tecnológicos de punta, que incluían 200kg/ha de nitrógeno y agricultura de precisión, que rendirán entre 10 y 30qq/ha. Un 30% llegará a 40qq/ha y el resto rendirá alrededor de 60qq/ha por su escaso desarrollo (no supera el alambrado) sumado a problemas de polinización. Para estos cultivos, las lluvias de mediados de enero llegaron tarde y solo podrán mejorar el peso de 1000 granos.

Los maíces de fines de octubre-noviembre están en floración. Durante las tardes se acartuchan las hojas, pero siguen en carrera esperando nuevas lluvias para desarrollar un espiga en el 100% de las plantas. Los tardíos tienen de 30cm a 1 metro de altura, con aspecto sufrido, pero mantienen el potencial de rendimiento si enfrentaran condiciones climáticas favorables en febrero. Más hacia el oeste y al sur de la región núcleo -Pehuajó, Lincoln, Tandil, Olavarría, por ejemplo-las condiciones tienden a mejorar por mayores lluvias.

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Las sojas de primera están entrando en los estados R3 y R4 cuando se define el rendimiento midiendo cada milímetro de lluvia que reciben: si cayeran 40-50mm en los próximos días podrían acercarse a rindes de 30qq/ha; si eso no ocurre las perspectivas son de 20qq/ha.

La cosecha de soja de segunda será menor a lo previsto porque una parte de la superficie planificada no se pudo sembrar en la zona núcleo y otra proporción terminó implantándose el 15-20 de enero, con enormes riesgos de sufrir heladas tempranas. Las sembradas a fines de noviembre-principios de diciembre, luego del trigo, arrancaron mal porque el cereal consumió toda la humedad y dependen de cada chaparrón para crecer. Actualmente están comenzando la floración y necesitan nuevas lluvias de manera urgente.

En función de lo descripto, hay que entender que las precipitaciones de los últimos días dieron un respiro a los cultivos de verano, los alejaron un metro del precipicio -al que algunos ya cayeron- pero sigue habiendo muchísimo peligro de fracaso. Las acotadas lluvias no generaron cambios abruptos en el panorama general de sequía y debería seguir lloviendo para llevar a buen puerto los cultivos que están encaminados.

Más allá de los daños directos “tranqueras adentro”, paulatinamente los problemas se van extendiendo a los eslabones de la cadena comercial ubicados “aguas abajo” y “aguas arriba” de la producción (distribuidores, agronomías, bancos) con los que los agricultores tienen deudas por pago de insumos a cosecha.

Un abanico de situaciones

Sebastián Salvaro, director de AZ-Group, afirma que los presupuestos financieros de las empresas no crujen porque todavía no hay certezas sobre la magnitud de las pérdidas de rindes en granos gruesos. “No es lo mismo resignar el 15% del rendimiento presupuestado que cosechar sólo el 30% de lo previsto, sin llegar a cubrir los costos de producción”, diferencia. Por otro lado, hay que tener en cuenta el stock de granos de la campaña anterior que tenía cada empresa al comenzar el ciclo agrícola 2022/23: “en caso de contar con existencias previas, se podría hacer frente a una reducción moderada de los rendimientos en 2023 y seguir con el sistema productivo sin tener que recurrir a un auxilio financiero externo”, distingue.

Sebastián Salvaro
Sebastián Salvaro

Más allá de estas consideraciones, muchas empresas agrícolas tratarán de cosechar los lotes, aunque prometan rindes bajos, para conseguir liquidez para sembrar los granos finos 2023/24. “Cuando se pone la matemática del trigo y la cebada de la próxima campaña en una planilla de Excel, los resultados esperados son buenos porque el valor de los fertilizantes se derrumbó 50% respecto del año pasado y los precios a término de los granos finos son similares a los actuales, históricamente altos”, proyecta el consultor.

Entre los proveedores de los productores, Salvaro admite que habrá problemas, pero probablemente los daños serán selectivos: “aquellas firmas que quisieron crecer de manera muy acelerada y pusieron poca presión de selección sobre el universo al que se financió, podrán tener inconvenientes para el repago, una realidad que será distinta en aquellas empresas consolidadas en el mercado y que sólo financiaron a su cartera de clientes históricos confiables”, distingue. “Y van a seguir financiándoles insumos para que puedan concretar sus planes de siembra 2023/24″, anticipa.

La cadena comercial

En tanto, en la cadena comercial comienzan a aparecer preguntas. El titular de una agronomía de la zona núcleo razona así: “el productor que me iba pagar los insumos con soja temprana en abril y no va cosechar, ¿me pagará con maíz tardío en julio?”. Esa realidad exige tres meses más de financiamiento, que encarecerá la operación, que deberá ser bancada por distribuidores y agronomías, ante los compromisos tomados con las terminales fabricantes de agroquímicos, semillas y fertilizantes.

julio lieutier
Consultor
julio lieutier Consultor

A su turno, Julio Lieutier, consultor de empresas en el norte de Buenos Aires, admite que “una parte de los agricultores pudieron desendeudarse con los precios de la campaña 2021/22 y llegaron al ciclo 2022/23 en buenas condiciones. Sin embargo, esa relativa comodidad desapareció con el correr del almanaque por el fracaso de la cosecha fina, que generó pérdidas difíciles de compensar con la gruesa en desarrollo, todavía de resultado incierto en muchas empresas. Por ejemplo, los agricultores que llevaron adelante planteos sobre campos alquilados y tuvieron fracasos con el trigo y la cebada, y perderán rendimiento de los granos gruesos, se verán obligados a tomar nuevo endeudamiento en forma importante si no tienen reservas generadas en anteriores campañas. En cambio, un planteo de agricultura en campo propio, con siembras diversificadas en fechas y variedades, con un esquema austero, podría llegar hasta la cosecha de granos gruesos sin tener que recurrir al financiamiento externo. Pero el problema se generará a partir de abril, con los rindes ya definidos y teniendo que financiar la nueva campaña con menores de stocks de granos.

Más allá de estas diferencias, ante la incertidumbre climática casi todos los productores asesorados por Lieutier restringen inversiones.” Se postergará la aplicación de fondos al cambio de maquinaria, por ejemplo, hasta llegar a abril y ver el resultado final de la cosecha gruesa”, observa.

Precisamente, el interrogante por despejar es qué va pasar desde la cosecha de granos gruesos hacia delante. Los arrendatarios que sembraron en las zonas con peores lluvias -y si ocurren caídas de precios del maíz y soja, peor- enfrentarán un panorama complicado, que los obligará a volver endeudarse en forma importante para seguir alquilando y mantenerse en el negocio. “Sería el tiempo de actualizar carpetas en los bancos”, observa Lieutier.

En ese sentido, el consultor Martín Nava recuerda que el sector agropecuario cuenta con un sistema financiero que tiene oficio para atender situaciones complejas, tanto en la banca pública como privada. No obstante, alerta que “hay que considerar las restricciones que hay para la toma de créditos por parte de los productores que conserven 5% o más de trigo o soja en stock, en función de la capacidad productiva declarada.

MARTIN NAVA
MARTIN NAVA

Si un productor resulta alcanzado por la restricción, se debe financiar con una tasa del orden del 90% anual versus el 60-65% que se consigue si no la tiene, al solicitar, por ejemplo, crédito para capital de trabajo o compra de insumos. “La segunda tasa es interesante cuando se compara con la del Rofex, que está en 83-86% anual”, contrasta Nava.

Sin embargo, también aclara que el sistema financiero interpreta las restricciones con mucha heterogeneidad: “algunos bancos solo consideran el stock de soja haciendo firmar una declaración jurada y se desentienden de las existencias de trigo”, explica.

También destaca que las restricciones por conservar stocks de soja y de trigo eran más importantes unos meses atrás. “En la actualidad pierden gravitación porque los programas Soja I y II eliminaron mucho grano de los campos y el trigo alcanzó bajos rendimientos y debió entregarse para cubrir muchos contratos forward. Entonces, un gran universo que estaba siendo alcanzado por esta normativa, hoy ya no lo está”, apunta.

Actualmente, las entidades financieras están expectantes, siguiendo la evolución del clima, para el otorgamiento de nuevos créditos. En ese escenario, Nava recomienda actualizar los legajos ante bancos vinculados, buscar las mejores tasas de financiamiento en pesos y tener en cuenta que se aproxima Expoagro, el gran evento para lograr las mejores oportunidades de financiamiento agropecuario. “En la muestra, todos los bancos se divorcian de las condiciones macroeconómicas y compiten agresivamente para captar la atención de las empresas agropecuarias, con miras a la compra de insumos 2023/24 y a las inversiones por encarar”, concluye.

Muchos riesgos por delante

Hacia adelante, los productores agrícolas enfrentan varias incertidumbres en torno de las cosechas de maíz y soja. La más preocupante es cuál será el rendimiento final en función de las lluvias de las próximas semanas. La otra incertidumbre serán los precios que se obtendrán por los granos, que tienen escasa cobertura por el temor de no cosechar los volúmenes que se comprometan por el riesgo climático. Si lloviera bien durante febrero y marzo, las cotizaciones se pueden derrumbar.

La tercera incertidumbre es la macroeconómica. En ese sentido, el economista Adriano Mandolesi proyecta que “en 2023, el oficialismo mantiene la estrategia implementada desde el segundo semestre del 2022, que solo busca ganar tiempo. Los parches, como el dólar soja I y II, el nuevo sistema de importación, el swap con China, no resuelven los problemas de fondo y la situación macroeconómica seguirá siendo muy frágil”.

Adriano Mandolesi
Adriano Mandolesi

“La sequía ya ha recortado la cosecha de trigo, soja y maíz en por lo menos 28,5 millones de toneladas, más del 20% de la producción inicial esperada. Esta situación tiene un impacto macro, como menor liquidación de divisas y caída de recaudación del Fisco, pero también tiene un efecto micro, como la pérdida de ingresos netos del sector productor, que ya asciende a más de 10.000 millones de dólares solo en estos tres cultivos”, añade.

Hacia adelante, entre los múltiples desafíos que se enfrentarán, Mandolesi resalta las consecuencias de la sequía sobre la disponibilidad de dólares y el riesgo de no renovación de los vencimientos de la deuda en pesos. En ese escenario, “los problemas para la economía vendrán dados por un mayor estrés en la oferta de divisas, mayores restricciones a la importación, mayor presión sobre la brecha cambiaria, inflación un escalón por encima de los niveles actuales y recesión económica”.

Ganadería: Lo que habrá que hacer en 2023

La sequía destrozó los sistemas de cría y engorde pastoril, que se ven obligados a cambios para adaptarse a la nueva situación

  • Menos ingresos en 2023: los ganaderos van a tener que considerar una menor producción durante 2023. El consultor Ignacio Iriarte calcula una caída del stock nacional del orden de 2,5 millones de cabezas por la mayor faena provocada por la seca

  • Reducir la carga animal: el deterioro de pasturas y campos naturales durante los últimos dos años en campos mixtos obligará a reducir la carga animal por hectárea en 2023. Se venderá toda vaca improductiva en los tambos o en campos de cría y lo producido tendrá como destino cancelar compromisos con vencimiento próximo.

  • Ventas anticipadas: “Hay productores que históricamente desarrollaban un ciclo completo y en 2023 se ven obligados a vender terneros al destete porque gastaron muchos recursos comprando rollos y grano para la vacas de cría, pero siguen sin pasto”, observa Julio Lieutier

  • Sin reservas: en esta época, los ganaderos deben hacer reservas para la suplementación invernal de la hacienda. En 2023 no se pueden confeccionar por la seca, al fracasar los verdeos de verano y el maíz temprano para silo

  • Sin reservas II: entonces, no hay excedente de pasto verde para hacer rollos. Y los productores enfrentan el desafío de fabricar o “importar” reservas para el invierno (cola de cosecha, subproductos industriales, etc.). El agricultor no tiene esta problemática