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Las tres caras del desastre económico del kirchnerismo que configuran una bomba

Sergio Massa durante el anuncio de compra de bonos.
Sergio Massa durante el anuncio de compra de bonos. - Créditos: @MINISTERIO DE ECONOMIA

Lo que en el Gobierno del presidente Macri estaba mal, hoy está peor, y lo que entre 2015 y 2019 había cambiado para mejor y funcionaba, hoy ya no existe.

En materia de economía, el ejercicio de reducir a pocos puntos los desastres que generó este cuarto gobierno kirchnerista, resulta imposible. Sin embargo, hay tres hechos recientes protagonizados por el ministro de Economía, Sergio Massa, que resaltan por sobre todos los otros, por lo escandaloso, flagrante y destructivo.

Uso de información privilegiada en la compra de bonos

El miércoles 18 de enero por la mañana, el gobierno anunció una recompra de bonos por US$1.000 millones, después de que los bonos en dólares hayan tenido un rally alcista de casi 75% en dólares desde mediados de octubre. Aquí surge la primera objeción: si había planes de recomprar deuda, ¿por qué no se hizo tres meses antes, cuando los bonos todavía no habían tenido una suba tan marcada? Quizás no lo hicieron antes porque no contaban con las reservas necesarias y debieron esperar al aporte de recursos extraordinarios que significaron los programas Soja I y II, aunque estos hayan generado discriminación a exportadores de otros productos, total destrucción de los precios relativos del agro y, para colmo, una mayor inflación a futuro. Sin embargo, de aquí surgen dos cuestionamientos adicionales.

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En primer lugar, ¿será que para el ministro de Economía, Sergio Massa, estos dólares captados “al voleo” son en realidad genuinos y no excepcionales, y que no solo le permitirán sostener la economía el resto del año, sino que además puede darse el lujo de cancelar por anticipado compromisos muy lejanos en el tiempo? No olvidemos que esta “gestión excepcional” del ministro, no significó para el Estado otra cosa que la impresión de una montaña de pesos. Esto, sumado a que estamos en año electoral, lo cual implicará más emisión, y con una sequía histórica a cuestas, que ya ha afectado buena parte de la producción agrícola, que se traduce en divisas que el gobierno necesitará desesperadamente en los próximos meses y que no tendrá. ¿Qué va a pasar, entonces, cuando estos dos monstruos, una emisión descontrolada y una necesidad extrema de divisas, se encuentren más adelante en el año?

En segundo lugar, cabe preguntarse, ¿qué sentido práctico tiene la recompra anunciada, dado que hablamos de tan sólo US$1.000 millones, algo inocuo para un stock de deuda que actualmente roza los US$400.000 millones? Es en este punto donde varios operadores de mercado y medios especializados comenzaron a sospechar de las intenciones reales de este programa. Los días previos al anuncio de recompra los bonos soberanos aceleraron notablemente la suba, en particular aquellos que fueron luego objeto del anuncio, los Globales 2029 y 2030. De todas las series emitidas durante el festival de bonos de este gobierno, son justamente las que subieron desbocadamente las semanas previas al anuncio, las que luego el ministro Massa ordena comprar “cueste lo que cueste”. Extraña coincidencia. Y no sólo los precios importan en este caso. Los volúmenes en los días previos al anuncio fueron inusuales en estas especies, tanto así que incluso durante el feriado de Martín Luther King en Estados Unidos, se vieron operaciones mayores a las de un día típico, cuando normalmente el mercado local negocia muy poco si Wall Street está ausente.

Al día siguiente del feriado, el martes 17/01, cuando el anuncio no se había hecho, la situación se torna tan grosera que el volumen operado en GD30 ese día, es el mayor desde que el mismo fue creado, registrando obviamente su máximo histórico. Mientras tanto, la caución (préstamo bursátil) en dólares, cuya tasa venía subiendo en las últimas semanas consistentemente entre el 1-2% habitual, llegó a tocar niveles récord de 20% por momentos, lo que deja en evidencia que alguien estaba muy necesitado conseguir dólares para operar. ¿Se terminaba acaso el mundo el 18 de enero? ¿Por qué tomaban deuda como si no hubiera un mañana? Quizás porque mañana, esos activos que se podían conseguir todavía a una fracción del precio, podrían estar mucho más caros. ¿Alguien sabía algo? Aunque para poder afirmarlo se requerirá una investigación sería, que esperemos se dé pronto, es difícil no pensarlo.

Cuando se anuncia la compra, el miércoles 18 de enero, el BCRA sale a pagar sensiblemente por encima del precio de cierre anterior, llevando su cotización a un techo rígido que se erige en sostén casi exclusivo del precio, ya que el mercado no parece mostrar apetito genuino en este nivel de precios. Siendo el BCRA un organismo con un presupuesto elocuente, ¿no podrían haber contratado una mesa de dinero con cierta capacidad y pericia? De haber sucedido esto en la mesa de un bróker o banco privado, hubieran terminado todos sin trabajo, e incluso podrían haber visto sus licencias anuladas por el regulador, siendo pasibles de multas y sanciones adicionales. Para ser claros, ni el junior de la financiera más berreta de la Capital Federal hubiera sido capaz de operar tan mal y con tanta negligencia. ¿A quién tenemos cuidando las escasas reservas que todavía nos quedan?

Al mismo tiempo, aparecen grandes compras en la especie C del mismo bono GD30, que permiten al vendedor hacerse de dólares en Nueva York, fuera del cepo argentino. Es el famoso “dólar cable”. Quizás fue una mera coincidencia, pero sería interesante saber si el BCRA tuvo algo que ver en esta maniobra o no. Y si así fue, ¿qué objetivo tenía?. Recordemos que el GD30 es el principal instrumento utilizado para realizar Contado con Liquidación, también mal llamado “dólar fuga” por el kirchnerismo y algunos medios de comunicación afines. Comprando bonos en Buenos Aires y vendiéndolos en Nueva York, los agentes pueden eludir el cepo y transferir sus divisas libremente, pero nada es gratis. Justamente porque son un puente al exterior, los bonos argentinos en Nueva York normalmente cotizan con descuento respecto de su precio en Buenos Aires, por lo tanto, al venderlos en el exterior, el tenedor debe aceptar una pérdida equivalente al “peaje” o costo por salir de Argentina. Sin embargo, a partir de la operación masiva de compras en cable que se vio inmediatamente después del anuncio de Massa, los bonos en Nueva York subieron hasta emparejar con la cotización local, lo que permitió llevar el costo de salida a cero. Las preguntas son, ¿quién decidió subsidiar la salida de dólares al exterior? ¿Cuál era la finalidad de esta operación y a quién benefició?

Utilización del Fondo de Garantía de Sustentabilidad para bajar el tipo de cambio.

Otro hecho que resulta llamativo es que en prácticamente todas las jornadas financieras de las últimas semanas, aparece un jugador misterioso y de peso (anónimo, como todos), que empieza a descargar grandes posiciones en el bono GD30 (que, como explicábamos antes, se usa para “tasar” el CCL y el MEP), bajando abrupta y rápidamente su cotización, en la última media hora de mercado. El modus operandi es siempre el mismo, con intervenciones concentradas y repetitivas, que hacen pensar que no se trata de un simple “pez gordo” de mercado. Los que conocen el oficio explican que cuando un jugador muy cargado quiere alivianar su posición vende discretamente a lo largo de toda la rueda, utilizando los recursos que ofrece el sistema, órdenes ocultas, distintos agentes para disimular sus intenciones, entre otras. A tal punto la reserva es un bien preciado (y necesario) en el mercado, que la normativa castiga a aquellos agentes que divulguen las órdenes de sus clientes sin autorización. Sin embargo, este jugador misterioso del que hablamos procede en el modo exactamente opuesto. Como si se tratara de un operador narcisista e histriónico, hace hasta lo imposible por llamar la atención y que el resto de los participantes note su presencia. Pareciera que hasta disfruta de mostrar su poder de fuego y disuadir a los demás a ir en su contra, pues muestra cómo puede influir fácilmente en las cotizaciones, más no sea por puro capricho (¿o quizás mandato?).

Este comportamiento, a cualquier librepensador racional, lo lleva a preguntas como ¿Quién tiene tanto interés en vender GD30? ¿Quién tiene tanto stock, uno casi inagotable, para sostener volúmenes de venta tan altos durante tanto tiempo? Por cuestiones de volumen, lo primero que descartamos son personas individuales y compañías. Ninguno de los dos tiene esa capacidad y para ninguno de los dos tendría sentido. Como dijimos, cualquier inversor que tiene una posición grande de algo que necesita vender, lo haría de forma segmentada, a lo largo de toda la ronda, para evitar distorsiones en el precio. Aquí estamos hablando de un stock grande, que se vende todo junto y que, justamente, produce ese efecto de reducir el precio. Esto también elimina a otros actores, como podrían ser fondos especulativos del exterior, porque ¿Quién en su sano juicio quiere vender lo que tiene para que salga menos?

Esto nos lleva a una inferencia que no es nuestra / PROPIA , sino que es vox populi en el mercado: podría ser el Fondo de Garantía de Sustentabilidad de ANSES. Es el único organismo con el stock necesario para hacerlo y que, además, podría tener el “interés” de ayudar al gobierno en su lucha contra la cotización del dólar.

Desde ya, este no es el espacio para denuncias ni la intención de esta columna es hacerlo.

Quede claro que el objetivo de esta nota está vinculado a las denuncias, pero sí a explicar, dejar sentado y alertar sobre las consecuencias económicas que las medidas del gobierno del frente de todos van dejando como bombas de tiempo para el próximo gobierno.

Es por eso que, desde nuestros bloques en las Cámaras de senadores y diputados de la Nación, estamos analizando convocar a las autoridades del FGS para entender si se trata de esta institución y, en el caso de que lo sea, que den las explicaciones correspondientes. No debiera ser demasiado difícil saber si es o no el FGS. En primer lugar, como es sabido, el Congreso de la Nación tiene la responsabilidad de fiscalizar y controlar el uso y administración de los fondos destinados a la Seguridad Social, por lo que le resulta pertinente e indispensable verificar si tales fondos están siendo utilizados adecuadamente. En segundo lugar, porque el análisis que debe realizarse es muy sencillo, consiste únicamente en pedirle al FGS documentos que ya obran en su poder por normativa: los boletos de compra-venta de los últimos dos meses de las especies GD30, GD30D, GD30C en todos los plazos de negociación del segmento PPT del mercado de BYMA. Es allí dónde se define el valor de los dólares MEP y CCL que se presumen intervenidos.

Una última inquietud, de confirmarse esta operatoria, es saber si hay relación alguna con el programa de recompras anunciado por el BCRA. Normalmente, uno asumiría que no, ya que se trata de dos organismos independientes. Sin embargo, hay aquí un dato que llama la atención. En agosto de 2022, Lisandro Cleri, Subdirector Ejecutivo de Operaciones del FGS da un salto inesperado al directorio del BCRA, hoy oficiando como vicepresidente segundo. Cleri, se define a sí mismo como hombre de Massa, quién firmó y promovió el decreto que lo llevó al BCRA. Previo a Cleri, ya había sido designado como director del BCRA Pablo Carreras Mayer, otro referente de Massa, quien fue oficializado en julio de 2022, acaso anticipándose y preparando el terreno para el desembarco de su jefe en Economía. Por aquel entonces la crisis de deuda ya le había estallado a Guzmán y Sergio sonaba como firme sucesor, a pesar de que Batakis haya tenido que oficiar de puente mientras se negociaban las condiciones de asunción.

En la práctica, hoy Cleri es quien maneja la mesa de dinero del BCRA, por lo cual no sería descabellado pensar que esta actúa de forma coordinada con la mesa de la ANSES, en la cual Cleri tiene gente de confianza. ¿Será posible que ambas entidades estén actuando en conjunta, bajo la orden y supervisión del ministro de Economía y con Cleri como garante y ejecutor de toda la operatoria? De ser así, sería un hecho grave, no solo por violar la presunta independencia de las entidades, sino además porque sus objetivos, plasmados en la Carta Orgánica del BCRA y en el Reglamento de Gestión del FGS, son totalmente disímiles. Si el BCRA compra, será porque lo percibe barato, pese a que el mercado no termina de validar esta tesis. Entonces, ¿por qué el FGS vendería? Recordemos además que, a diferencia del BCRA, los recursos que administra el FGS no son propios, sino que provienen del Sistema de Seguridad Social, por lo que existe una obligación fiduciaria que debe cumplir. ¿Qué hace el gobierno, supuestamente, utilizando recursos que son de los jubilados, para bajar el tipo de cambio?

Más que bola de LELIQ, es un volcán en erupción

Como corolario de las incontables martingalas y artilugios financieros diseñados al solo fin de llegar a la elección como sea y a cualquier costo, por los que no deben quitarse méritos creativos al ministro Massa, las intervenciones de los organismos públicos en las finanzas nacionales no han hecho más que seguir agravando los problemas que venía arrastrando la ya desgastada gestión de Alberto Fernández. La famosa “bola de LELIQ” de la que tanto se hablaba en la campaña del 2019, no llegaba a los $1,2 billones (o 75% de la base monetaria) a fines de 2019, sumando a este número los Pases Pasivos. Ambos números, vistos hoy, dan risa.

Esas LELIQ sumando los Pases Pasivos, que apenas electo el presidente Alberto Fernández prometió que no pagaría y que utilizaría ese dinero para mejorar los haberes de los jubilados, hoy rondan los $10,5 billones, es decir, un 198% de la base monetaria, número no visto desde la hiperinflación de Alfonsín. Pero esto no es lo más grave aún: a la velocidad actual de emisión, el stock de LELIQ + Pases Pasivos se duplica cada 11 meses, emitiéndose una nueva base monetaria cada 6 meses. Por lo tanto, a fines de julio de este año, contaremos con un stock de pasivos remunerados (Pases + Leliq) de $15 billones y uno de $20 billones para diciembre de 2023, lo que implica cinco veces la base monetaria actual.

La emisión endógena ya cuenta con vida propia. Incluso, si dejara de asistir monetariamente al tesoro y se dejara de intervenir en el mercado secundario de bonos (lo cual luce hoy, como mínimo, improbable), el ritmo de crecimiento de los pasivos aún sería preocupante, especialmente cuando el BCRA juega a dilapidar reservas en operaciones de dudosa eficacia, como la recompra de deuda. Mientras tanto, los plazos fijos continúan creciendo, atraídos por las altas tasas de la era Massa, pero cuando la limosna es grande, hasta el santo desconfía. El respaldo de los plazos fijos son las Leliq y pases, y el respaldo de estos, las reservas del BCRA que hoy languidecen y no muestran buen pronóstico para lo que resta del año. Por último, el Sector Público consolidado ya copa más del 50% del activo del sector financiero en su conjunto, con miras de seguir creciendo este año, en la medida en que los privados se muestran reticentes de continuar financiando genuinamente al Gobierno. Si alguien cree que de esto se puede salir indemne y sin sufrimiento, está viendo otra película. La irresponsabilidad monetaria de los últimos años la va a terminar pagando el ahorrista, más temprano que tarde. Ojalá tuviéramos autoridades a cargo con capacidad de reflexionar y hacer mea culpa. Pero no es así, lamentablemente.

Patear la pelota para adelante, la receta del Gobierno

Para resumir todo lo anterior en criollo, el gobierno ya tomó deuda con estos mecanismos por un equivalente al 150% del préstamo que tomó Mauricio Macri con el FMI, es decir, US$67.500 millones. ¿Quién va a pagar esta fiesta? No hay un plan a mediano plazo que muestre cómo encauzar el desbarajuste de todas estas variables. Todas las soluciones que se plantean son patear la pelota al año próximo para que se haga cargo el próximo gobierno, como lo fue la última paparruchada anunciada con esto de que Brasil financie nuestras importaciones por un año.

Una de las principales críticas recibidas entre el 2016 y el 2019, fue no haber dicho el estado de las cosas cuando llegamos. Aunque no teníamos forma de saber el nivel del descalabro, porque el kirchnerismo había destruido todos los indicadores económicos y de gestión, recogemos el guante.

Esta vez lo vamos a hacer mientras ellos estén en el gobierno. Si algo nos caracteriza como oposición, al contrario del kirchnerismo, es que somos una racional, con apego a la ley y las instituciones de la República. Dentro de esas instituciones vamos a canalizar y exponer todo lo que este gobierno está haciendo para que la bomba le explote al próximo presidente, como lo hicieron en 2015.

Al decir de Churchill, lo que viene será “sangre, sudor y lágrimas”. Pero desde la oposición estamos listos para hacernos cargos de este desastre, traer soluciones a los argentinos y sentar las bases sobre las cuales podamos crecer los próximos 50 años.

*El autor es abogado especializado en derecho bancario y financiero. Fue director de Casa de Moneda entre 2018 y 2019, durante el gobierno de Mauricio Macri.