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Cipe: mi tía abuela, y también la primera programadora de una computadora en la Argentina

Cecilia Berdichevsky en 1961, usando la supercomputadora Clementina de la Universidad de Buenos Aires
Cecilia Berdichevsky en 1961, usando la supercomputadora Clementina de la Universidad de Buenos Aires

Esta es la historia de Clementina, la primera computadora científica de la Argentina. Y también de mi tía abuela Cecilia (o Cipe, o más polaco, Tzipe). Clementina comenzó a funcionar en el país en 1961 y tomó su nombre de una canción. Ocupaba una habitación entera y sirvió para formar a los primeros programadores locales, incluyendo a su primera operadora, Cecilia Berdichevsky. Cipe, para su familia. Ahora, 60 años más tarde, se anunció la compra de una nueva supercomputadora, que entrará en funcionamiento en mayo.

La de 1961 pesaba más de 500 kilos, tenía 18 metros de largo, 2 de alto y tardaba dos horas en arrancar. Sin embargo, fue la primera computadora científica del país y un elemento clave para el desarrollo de la carrera de informática, gracias a la iniciativa de Manuel Sadosky, considerado el padre de la computación en la Argentina. Clementina era una Mercury de la empresa inglesa Ferranti, que debe su nombre a la melodía con que venía la máquina, “Clementine” -la de la canción “Oh my darling Clementine”-.

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Adquirir esta primera supercomputadora no fue fácil, ya que hubo que conseguir 152.099 libras esterlinas, 4,5 millones de dólares de hoy. Fueron claves, además de Sadosky, el decano Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, Rolando García y la profesora Rebeca Cherep de Guber (contamos su historia en esta nota). Colaboraron la UBA, el Conicet y varias empresas estatales. Hubo varias ofertas de computadoras, pero la licitación la ganó Ferranti, empresa de Manchester, entre otras cosas por enviar técnicos para formar a quienes la iban a manejar. A la Argentina vino Cicely Popplewell, una especialista que se había formado nada menos que con Alan Turing, considerado el padre de la informática.

Una réplica de Clementina creada por el Museo de Informática argentino, en 2016
Una réplica de Clementina creada por el Museo de Informática argentino, en 2016 - Créditos: @Museo de Informática

Clementina fue comprada en 1958, pero tardó dos años en arribar al país y recién se instaló el 7 de diciembre de 1960. Entró en funcionamiento el 15 de mayo de 1961 y se utilizó como parte del primer curso para programadores e investigadores.

Cecilia Berdichevsky, la primera Clementina

La experta enviada por Ferranti a la Argentina, Popplewell, fue la maestra de su casi tocaya, Cecilia Berdichevsky, matemática y eventualmente programadora, que posteriormente viajó a Manchester para seguir especializándose en el manejo de Clementina. Cecilia, además, era mi tía abuela paterna, por lo que tengo acceso a algunos textos que ella misma escribió sobre sus primeros pasos con la computadora científica, y el motivo por el que se la considera la primera programadora argentina.

Cecilia Berdichevsky (izq.) junto a Cicely Popplewell (der.) en 1961
Cecilia Berdichevsky (izq.) junto a Cicely Popplewell (der.) en 1961 - Créditos: @Gentileza familia Berdichevsky

“En el momento en que llegaron la máquina y Cicely, yo tuve la suerte de estar trabajando en un problema de física. Se trataba de una serie de lenta convergencia que ya me había insumido mucho tiempo de cálculo con herramientas de la época, como reglas de cálculo, calculadores y otros, y que no se terminaba de resolver, y que demostró ser un problema ideal para encarar con la nueva computadora. Cuando comenté mi problema con Cicely, de la que me hice luego muy amiga, ella me propuso usar la Mercury para calcular mi serie, y me enseñó las instrucciones que hacían falta para programarla. La serie debía llegar a un cierto resultado, que no llegaba nunca, y que ya estaba tomando demasiado tiempo de cálculo sin producirse. Después de recibir la lección de Cicely, lo programé en menos de media hora y el problema quedó resuelto en pocos minutos de máquina. Es por esta anécdota que algunos me consideran la primera programadora de la Argentina.”

Cecilia también contó que pudo aprender más y convertirse en experta en el uso de la computadora gracias a un curso que hizo en Londres. “Trabajé cinco meses en la University of London Computer Unit, un equivalente de nuestro Instituto de Cálculo. En ese Instituto, que tenía como única computadora una Mercury de Ferranti, se usaba el sistema de ‘open shop’, que significaba que quien sabía usar la máquina (como era mi caso), podía usarla libremente cuando lo necesitara. Este hecho me ayudó mucho en mi formación y en tomar confianza en el manejo de Clementina”, detalló Cecilia en uno de sus textos.

Una vista de la réplica de la computadora Clementina presente en el Museo de Informática de la Argentina, que ahora está a la venta debido a los costos que deben enfrentar por la rehabilitación de la sala de exposiciones
Una vista de la réplica de la computadora Clementina presente en el Museo de Informática de la Argentina

No le pasó lo mismo en Francia, donde nunca pudo acceder a la computadora y se sintió discriminada por ser mujer: “No lo pasé muy bien, y tuve algunos problemas contra los que luché con fiereza como mejor pude”.

Nueva supercomputadora para Argentina

Desde mayo de este año el país tendrá una nueva supercomputadora, una de las 100 más potentes del mundo, que será de gran aporte para la ciencia, la tecnología y la innovación local. Según informaron desde el Ministerio de Ciencia y Tecnología (Mincyt), el dispositivo tiene una potencia de cómputo que la ubica en el puesto 82 del ranking mundial de computadoras más poderosas y una de las dos más importantes de América Latina, estando la otra en Brasil.

Lenovo es la marca que proveerá la supercomputadora, que es 40 veces más potente que la más poderosa instalada actualmente en el país, la Huayra Muyu, que usa el Servicio Meteorológico Nacional (SMN).

Rebeca Cherep de Guber con la primera computadora científica de Latinoamérica, Clementina; el Museo de Informática hizo una réplica en 2016
Rebeca Cherep de Guber con la primera computadora científica de Latinoamérica, Clementina; el Museo de Informática hizo una réplica en 2016

El dispositivo será adquirido gracias a la Iniciativa Nacional de Supercómputo, en la que trabajaron el Mincyt, el Ministerio de Defensa, el SMN y el CONICET, con un costo de 885 millones de pesos, costeados gracias a un crédito del CAF-Banco de Desarrollo de América Latina.

La computadora será instalada en el Data Center del SMN, que desembolsará 265 millones de pesos para las obras requeridas para su funcionamiento. El servicio meteorológico usará solamente el 10% de la capacidad de cómputo del equipo, por lo que el 90% restante podrá ser usada por el sistema científico nacional.

Este equipo tiene una capacidad de 15.3 Petaflops (Floating Point Operations Per Second u Operaciones de Coma Flotante por Segundo). Esto la ubica en el Top 500 de supercomputadoras, ranking que lidera la “Frontier”, de Hewlett-Packard Cray con un rendimiento de 1.102.