Cómo Bill Gates se hizo millonario: su lado más personal y desconocido
Cuando a los 19 años Bill Gates era un joven sin muchas perspectivas que hasta había abandonado sus estudios en la Universidad de Harvard, seguramente no imaginaba que poco tiempo después fundaría una de las empresas tecnológicas más importantes de la historia.
La semana pasada, Netflix lanzó por fin la esperada serie documental Inside Bill's Brain: Decoding Bill Gates, a partir de la vida del padre de Microsoft (MSFT) y de Windows, y fue más allá de la hazaña comercial, abundando además en la relación de Gates con su madre, sus adicciones juveniles o su enfermiza obsesión por el trabajo.
La serie, según un reporte del diario español El Mundo, revela a Gates como un hombre introvertido, calculador y frío que prefiere estar solo para generar ideas y trazar estrategias, pero que también se valió de no pocos aliados, responsables ellos también de su éxito y su fortuna.
Una de estas personas fue Paul Allen, con quien fundó Microsoft en Alburquerque, Nuevo México, en 1975. Fallecido hace justamente un año, Allen fue esencial para el triunfo de la empresa y para el despegue de la figura de Gates. Juntos regularon parte de las tareas del departamento de tráfico de Seattle y trabajaron en la automatización de una empresa hidroeléctrica en Vancouver, Canadá.
“Paul siempre quería que me emborrachara —relata Gates—. La noche en la que me emborraché con whisky por primera vez no me quería ir a casa, así que terminé durmiendo en la capilla de la escuela”.
Fue entonces que la empresa de ordenadores Altair lanzó un producto llamado Altair 8800, cuyo lenguaje de programación (Altair BASIC) fue obra de estos dos amigos apasionados de las matemáticas.
Ahí se dieron cuenta de que necesitaban un programa de arranque para lanzar su lenguaje y que la máquina lo entendiera. Así nació Microsoft, y por primera vez alguien instalaba un programa comercial en un ordenador personal.
“Apenas dormíamos, comíamos comida basura y trabajábamos horas y horas”, recuerda.
De este modo arrancó la etapa más frenética y fértil de su vida. “Adoraba ir a trabajar y ese trabajo era toda mi vida”, admite el empresario y filántropo nacido en Seattle, en 1955.
“No creía en los fines de semana —evoca—, no creía en las vacaciones. Para mucha gente, no era un buen sitio para trabajar. Éramos frenéticos y muy exigentes". Por lo demás, Gates empezó a destacar como un empleador estricto, capaz de pedirle a sus trabajadores que llevaran el mismo ritmo de trabajo que él asumía.
Apenas cinco años más tarde, los caminos entre estos dos pioneros de la informática comenzaron a bifurcarse. En 1981 Gates terminaba el código para un encargo que les había hecho IBM, justamente el célebre programa MS-DOS, núcleo impulsor de Microsoft. Y en 1983 Allen renunciaba a su posición en Microsoft, luego de que le diagnosticaran la enfermedad de Hodgkin.
Mucho tiempo después, Allen acusaría a Gates en su biografía de intentar eliminarlo del negocio con ayuda de Steve Ballmer.
El documental también lleva a cabo el retrato de la personalidad de este hombre. Su propia esposa, Melinda, asegura que no le gustaría vivir dentro de su cabeza, al tiempo que una de sus hermanas revela que Bill “retiene el 90% de lo que lee y lo sabe sintetizar rápidamente, como si fuera un procesador de ordenador”.
Ese talento y esa hambre de triunfo, dice, se la debe a su madre. “Nuestra madre quería que triunfáramos. Quería que nuestra familia fuera una fuerza a tener en cuenta”.
Sin embargo, sus dos padres tuvieron un gran peso en la decisión del empresario de ser menos individualista y ayudar a otras personas necesitadas en el planeta.
En cuanto a Microsoft, muchos conocen los logros de esta compañía y sobre todo su enorme presencia en hogares y empresas de todo el mundo gracias a Windows, el sistema operativo que aún hoy emplea la inmensa mayoría de las computadoras, Office, Encarta y muchos otros programas.
Después, con la llegada del siglo XXI, otras compañías emergieron, el mundo digital sobrepasó el dominio de las computadoras, y vimos expandirse a nombres como Apple, Google, YouTube, Facebook o Amazon.
Pero para entonces ya Gates estaba “de salida”, habiendo amasado miles de millones de dólares, y concentrado en las labores filantrópicas que él y su mujer promueven desde la fundación que lleva sus nombres.
Hasta el momento, los Gates han donado más de 34.600 millones de dólares de su fortuna familiar a causas benéficas, como el combate contra la polio o la falta de salubridad, principalmente en África.
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