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Las consecuencias de no arreglar con el FMI antes del 21 de marzo

La directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, y el ministro de Economía de Argentina, Martin Guzmán, asisten a una conferencia organizada por el Vaticano sobre solidaridad económica, en el Vaticano, 5 de febrero de 2020.
Remo Casilli/File Photo

En los últimos días, se multiplicaron la cantidad de informes de consultoras económicas que describen las consecuencias que podría tener no acordar con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Todas coinciden con el mismo diagnóstico: se cortaría el poco crédito internacional que le quedan a las empresas que operan en el país, se ampliaría aún más la brecha cambiaria (ya está en torno a 110%) y se aceleraría la inflación. Todo esto provocaría, a su vez, que se frene la recuperación que viene que mostrando la economía.

Mañana, la Argentina enfrenta un vencimiento con el FMI por US$718 millones en concepto de capital. El martes próximo, en tanto, deberá hacer otro pago por US$368 para cancelar intereses del préstamo. Según la consultora 1816, al Banco Central le quedan US$673 millones equivalentes a los derechos especiales de giro (DEG), que repartió el FMI en agosto del año pasado a todas las entidades monetarias para paliar los efectos de la pandemia.

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Un informe de la consultora Equilibra sostiene que el incumplimiento con el Fondo implicaría el cierre del acceso al financiamiento a la mayoría de los organismos financieros internacionales, el pago de intereses punitorios al Club de París y el sector privado perdería cartas de crédito de exportación, acceso preferencial a mercados internacionales e inversión extranjera.

Además, la actividad caería en promedio 2% -en comparación con una previsión de crecimiento en una medida similar-, la inflación se aceleraría al 85%, no habría reducción del déficit primario, el financiamiento del bache fiscal se cubriría principalmente con emisión y tanto el riesgo país como la brecha treparían.

“Desde antes creíamos que la fecha de marzo iba a ser bastante difícil de cerrar, aun si en diciembre Guzmán presentaba la carta de intención al FMI. Ahora estamos a principios de enero y estamos lejos de eso. Por lo tanto, el plazo de marzo se vuelve bastante inverosímil o poco factible de llegar”, dice Lorenzo Sigaut Gravina, director de Análisis Macroeconómico de Equilibra.

La carta de intención al Fondo se presenta una vez que Guzmán haya logrado un acuerdo con los economistas técnicos del organismo. Ese entendimiento luego tiene que ser aprobado por el Congreso y por el directorio del FMI. Según indicó el ministro, la principal diferencia por la cual no hay acuerdo pasa por el sendero fiscal: mientras que la Argentina propone alcanzar un equilibrio de las cuentas del Estado en 2027, el Fondo suele pedir reducir el déficit más rápido, en dos o tres años.

Las consecuencias de llegar al 21 de marzo sin un acuerdo con el FMI todavía es un escenario que los analistas económicos están evaluando. “Cada organismo tiene un período gris, hasta que se regulariza la situación”, dice Sigaut Gravina, quien cree que la Argentina podría tener hasta dos meses de gracia sin entrar formalmente en arrears (atrasos, como se le dice en la jerga financiera).

Sin embargo, advierte que la situación no es gratis para el país: aumenta la incertidumbre, sube el riesgo país, se agranda la brecha cambiaria y eso genera más distorsiones en el comercio exterior e incentivos para el contrabando. “No se puede estar pedaleando en el año mucho tiempo. En el segundo trimestre tiene que haber una definición. Si entramos en un arrears extremo, en el cual se decide no pagar ningún vencimiento y abandonar las conversaciones hasta 2023, puede haber caída de financiamiento del resto de los organismos multilaterales, como el Banco Mundial y el BID, y problemas con la prefinanciación de importaciones”, explicó el analista de Equilibra.

Por ejemplo, el pedido del Banco Central a las automotrices para que sus casas matrices prefinancien las importaciones de autos se vería dificultado, ya que habría problemas de las empresas para girar dinero a la Argentina porque estaría en default con todos los países del mundo, que son accionistas del FMI.

En la consultora EcoGo estiman que no acordar con el FMI pueda provocar “un evento financiero disruptivo”. “Esto tendrá un impacto tanto sobre las cuentas fiscales nacionales, como de las empresas. Desde el fisco nacional habrá dificultades con el financiamiento con otros organismos multinacionales y con otros países. Por ejemplo, se complicarán los desembolsos de China para la construcción de las represas de Santa Cruz. Por otro lado, habrá algún golpe en el financiamiento de las empresas locales, que tengan que refinanciar obligaciones negociables”, advirtió el economista Sebastián Menescaldi.

Si la Argentina decide no pagar los vencimientos con el FMI, entra en una etapa en la cual no puede recibir nuevo financiamiento del organismo. Si pasa un mes del incumplimiento, luego de una notificación formal por parte del Fondo, la directora gerente, Kristalina Georgieva, debe notificar al directorio. A los dos meses, se emite una queja formal por parte del Fondo y a los tres meses, se publica la existencia del monto adeudado. Entre los seis meses y 12 meses posteriores, el Fondo emite una declaración de inelegibilidad y se envían comunicaciones a los otros organismos multilaterales, según explica la consultora.

“Más allá de lo estrictamente formal, si la Argentina va a un default con el Fondo, veremos más brecha cambiaria, más inflación y más cepo, aunque es difícil ponerle números a esas variables”, se lee en el informe de 1816, elaborado por los economistas Adrián Rozanski, Mariano Skladnik y Martín Defilippo.

La consultora Econviews, fundada por el exsecretario de Finanzas Miguel Kiguel, coincide con esta visión. En su último informe, indicó que “una cesación de pagos con el FMI provocaría un grado de incertidumbre que llevaría, por ejemplo, a la brecha a niveles similares a los de octubre de 2020, cuando la diferencia entre la cotización del dólar libre y el oficial rozó el 150%”.

“Las acciones locales y los bonos soberanos que en algunos casos ya se encuentran en mínimos de la última década podrían recortar su valor más aún, y alcanzar caídas pronunciadas en los primeros días posteriores al default. En lo macro, el default será más inflación y menos nivel de actividad. ¿Cuánto? Muy difícil jugársela a esta altura. La justificación inmediata de ello es que la Argentina pasaría a entrar a un calendario detallado de acciones que implementan en el caso de incumplimiento de los compromisos, que incluye avisos a organismos financieros internacionales respecto a nuestra situación de ‘paria’”, dice el trabajo escrito por el economista Andrés Borenstein.

Desde la década de 1950 hubo 26 países que entraron en situación de “atraso” con FMI (la Argentina nunca), explica la consulta FMyA. “Sin embargo, solo tres de ellos mantienen el incumplimiento hasta estos días: Sudán (desde 1984), Somalía (desde 1987) y Zimbabwe (desde 2001). Además, la historia está llena de casos de países que incumplieron un pago, pero normalizaron su situación dentro del año y lo hicieron con ayuda de fondos oficiales. Allí surge otra pregunta: ¿China y Rusia ayudarán a la Argentina? Uno de los casos más recientes fue el de Grecia, que demoró un servicio por 300 millones en junio de 2015, pero regularizó dentro del mes, sin grandes consecuencias”, indicaron.