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CRÍTICAS. El Pinocho de Del Toro, la apuesta chilena al Oscar y más estrenos en salas y plataformas

Mientras el frío sigue imponiéndose a lo largo y ancho de la Unión Americana, disminuyen las ganas de estar al aire libre y crecen las de quedarse en casa o dentro de un recinto cerrado mientras se ve una buena película. Esta semana, sea cual sea tu decisión, el panorama luce ciertamente interesante para hacer algo así.

GUILLERMO DEL TORO'S PINOCCHIO

Directores: Guillermo del Toro y Mark Gustafson

Voces: Ewan McGregor, David Bradley, Gregory Mann

Género: Animación/Fantasía/Musical

Se suele decir que, en su famosa versión animada de 1940, el estudio Disney suavizó considerablemente las aristas siniestras de “Las aventuras de Pinocho”, la novela de Carlo Collodi que presentó al célebre muñeco de madera en 1883, con la intención de hacer que el relato fuera mucho más accesible para las grandes audiencias.

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En vista de ello, la primera adaptación hecha en la compleja técnica de ‘stop motion’, que se encuentra en manos del gran director mexicano Guillermo del Toro, prometía ante los ojos de muchos ser la más cruda y escalofriante de la partida. Lo que estos ilusos parecían desconocer es que, por más interés que haya demostrado en el terror, Del Toro no se ha inscrito nunca como autor en la rama dura del género, sino que ha optado siempre por imponer una visión cargada de sensibilidad y compasión.

En ese sentido, su Pinocho, que se estrena este viernes en salas tras haber sido lanzada inicialmente en salas selectas, no abandona nunca la intención de ser una cinta para toda la familia, acercándose por ese lado a la propuesta de un libro que, pese a su frecuente crueldad, se hizo supuestamente para una audiencia infantil. Sin embargo, la nueva cinta resulta definitivamente transgresora en otros términos, al cambiar varios aspectos de la historia y alterar de modo elegante -pero evidente- los conceptos morales de la novela sin caer por ello en tendencias panfletarias.

De ese modo, el hecho de “portarse mal” no es juzgado con la misma dureza que en el texto original y las sucesivas adaptaciones; se rechaza de manera más enfática que nunca lo nociva que resulta la discriminación por el modo en que uno luzca; y se traslada el relato a la época de Mussolini con la finalidad de hacer unos comentarios sobre el fascismo que retoman la línea de lo presentado por el mismo realizador tapatío en las soberbias “The Devil’s Backbone” y “Pan’s Labyrinth”, mientras se refuerza la parte existencialista del asunto al otorgarle inmortalidad al protagonista.

Fuera de sus aspectos narrativos, el filme sorprende con la eficacia de sus escenas musicales (tiene canciones realmente encantadoras) y, por su puesto, con su animación cuadro por cuadro, que se desarrolló a lo largo de un rodaje de aproximadamente tres años e implicó el uso de numerosas marionetas hechas a mano.

Se trata, en suma, de un trabajo maravilloso en el que se siente siempre la huella de Del Toro (quien está incluso incluido en el nombre), pese a que fue codirigido por el estadounidense Mark Gustafson, quien no había hecho antes ningún largometraje pero contaba ya con una amplia experiencia en los terrenos de la animación.

BLANQUITA

Director: Fernando Guzzoni

Reparto: Laura López Campbell, Alejandro Goic, Amparo Noguera

Género: Drama

El cine chileno ha sido particularmente fecundo en el plano de las problemáticas sociales, y esto va más allá de lo que se refiere a las recreaciones de historias desarrolladas durante la dictadura militar. En el 2015, Pablo Larraín nos presentó el drama “El club”, centrado en un grupo de sacerdotes pederastas que eran escondidos por su iglesia; y ahora, Fernando Guzzoni (“Jesús”) nos trae a “Blanquita”, una dura y lograda reinvención de un episodio real vinculado del mismo modo a menores de edad en riesgo.

La cinta, que es la apuesta de su país para la categoría de Mejor Película Internacional del Oscar, y que se podrá ver desde este viernes en el Laemmle Glendale de Los Ángeles, se inspira en el Caso Spiniak, un controvertido proceso judicial de hace dos décadas que involucró a una red de prostitución infantil puesta al servicio de empresarios y políticos encumbrados, y que terminó siendo desestimado debido a las dudas despertadas por las declaraciones de un testigo clave.

Marcado por un profundo sentido del realismo y amparado en las brillantes actuaciones de Laura López Campbell -quien interpreta a Blanquita, la muchacha que se convierte en testigo principal del caso- y Alejandro Goic -quien se pone en la piel del cura encargado del orfanato donde vive todavía la joven-, el filme llama la atención no solo porque pone nuevamente sobre el tapete un hecho del pasado reciente en el que había aparentemente culpables monstruosos que fueron absueltos, sino también porque pone en duda la veracidad de un testimonio que, según lo que se cuenta aquí, correspondía a experiencias que sí se dieron, pero en personas diferentes a la que lo brindó.

De ese modo, Guzzoni ofrece una perspectiva compleja que se solidariza con las víctimas sin ignorar que los errores cometidos en situaciones así pueden desmoronar reclamos absolutamente justos, y no deja tampoco de lado los vínculos estrechos entre la Iglesia Católica y los poderosos al mostrar los riesgos a los que se expone el personaje de Goic a través de sus denuncias.

CHRISTMAS BLOODY CHRISTMAS

Director: Joe Begos

Reparto: Riley Dandy, Sam Delich, Madison Burge

Género: Terror

Actualmente, la Navidad es esperada con ansias por un sector que no podría parecer más ajeno al festejo: el de los fanáticos del cine de terror. Y es que, por más inusual que parezca todavía la idea de celebrar el Halloween durante la temporada de Papa Noel y de la forzada alegría, las películas del género de los sustos que incorporan temáticas propias de la fiesta decembrina se han vuelto tan frecuentes que le han dado vida a un subgénero completo.

Eso no quiere decir que todas sean buenas, ni mucho menos. Producidas normalmente por estudios pequeños y con presupuestos minúsculos, han sido muchas veces simples herramientas para obtener dinero fácil. Pero hay excepciones a la regla que, sin abandonar necesariamente los postulados de la serie B, alcanzan niveles sorprendentes, como es el caso de “Christmas, Bloody Christmas”, que se estrena este viernes en salas selectas y en la plataforma de Shudder.

Lo de serie B queda inmediatamente plasmado en la premisa del filme, donde el robot de Papa Noel de una tienda comercial se sale de control, toma las calles de Nueva Inglaterra y emprende de inmediato una maratón de asesinatos salvajes, respaldado por la mortífera hacha que tiene en su poder. Aparte de ser aparentemente indestructible, el tipo no tiene sentimientos, casi como tu ex. Y si la idea te recuerda a Terminator, estás en lo cierto, Lucas, porque esto tiene más de una semejanza intencional con la producción de 1984 que encumbró al buen Arnie.

Por fortuna, el director y guionista Joe Begos no se queda en la simple copia, porque toda la parte inicial de la película se toma el trabajo de desarrollar extensamente a sus personajes, Tori (Riley Dandy) y Robbie (Sam Delich), dos jóvenes empleados de una tienda de discos que no son las personas más talentosas del mundo, pero resultan sumamente simpáticos y se enfrascan sin cesar en amenas discusiones sobre música y cine mientras se emborrachan a gusto.

Una vez que los muchachos se encuentran con el robot, las conversaciones se acaban, pero llega el turno de unas escenas de persecución y de acción que no palidecen necesariamente ante los logros de títulos hechos con todo el dinero del mundo, y que llegan acompañadas por una banda sonora de lo más ‘metalera’. Si te gustan este tipo de cosas, la pasarás de maravilla.

Este artículo fue publicado por primera vez en Los Angeles Times en Español.