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Dólar e inflación: cómo resolver los grandes problemas, según Martín Guzmán

Restablecer las funciones del dinero, avanzar hacia el "equilibrio fiscal", apuntalar la recuperación económica tras la pandemia de Covid-19 y reducir la necesidad de asistencia monetaria del Banco Central al Tesoro para minimizar las presiones cambiarias. Esos son algunos de los principales objetivos que se trazó el ministro de Economía, Martín Guzmán, en su hoja de ruta para el corto y mediano plazo.

"Es deseable un sendero donde se restablezcan todas las funciones del dinero en la economía argentina, porque vemos valor en la soberanía monetaria. Tenemos que recuperar una moneda que se vuelva una referencia y nos permita contar con instrumentos de financiamiento y ahorro en nuestra propia moneda", sostuvo el funcionario, en su presentación en las Jornadas Monetarias 2020 organizadas por el Banco Central.

En ese sentido, convalidó el 'patrón de bimonetarismo' de la economía argentina, que utiliza el peso como medio de pago y unidad de cuenta, pero recurre al dólar como principal instrumento de ahorro o hasta para concretar grandes operaciones, como la venta de inmuebles. "Eso contribuye a la inestabilidad macroeconómica y en la balanza de pagos", admitió Guzmán.

Según el ministro, ese escenario configura grandes desafíos para la política macroeconómica. "Tenemos que avanzar en un sendero de reducción persistente de la inflación hasta alcanzar niveles deseables para el funcionamiento del sistema económico. Hablamos de un camino que lleve a la inflación a tasa de un dígito, que sabemos que no se puede lograr en un año", reconoció.

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Este año, condicionado por la pandemia, la recesión económica, la caída en los salarios y el consumo y el congelamiento de las tarifas de servicios públicos y algunos productos de consumo masivo, el IPC proyecta cerrar en 35,8%, según estimaciones del último Relevamiento de Expectativas del Mercado del BCRA, con una baja de más de 15 puntos con respecto al 53,9% de 2019.

Sin embargo, los analistas advierten sobre la suba de precios para 2021, que rompería el sendero a la baja que imagina el Gobierno. Mientras que el presupuesto proyecta un 29% para el año que viene, las proyecciones del mercado prevén un 48%.

Pero, sin embargo, Guzmán advirtió que ese proceso de estabilización y de reconstruir la confianza en la moneda llevará tiempo. "No existe un shock de confianza efectivo para estabilizar en el corto plazo y sembrar raíces firmes para la estabilidad a mediano y largo plazo, debido a que estabilizar requiere cambiar conductas de los participantes en la economía, que no cambian de un día para el otro", afirmó.

En ese sentido, criticó el acuerdo que la administración de Mauricio Macri firmó con el FMI en 2018. "Una de las premisas fue la contracción monetaria, el crecimiento cero de la base monetaria excepto por estacionalidad, con la idea de que ese shcok iba a generar un cambio de comportamientos abrupto que iba a permitir la estabilización de los precios. Pero la economía no funciona así", apuntó Guzmán, quien dijo que "no existe una bala de plata" para cambiar de un momento a otro las expectativas.

"Los distintos participantes de la economía lo que hacen es ver señales, procesarlas y a partir de eso tener respuestas o decisiones concretas, como los precios. No es que quien mira precios mira directamente el balance del Banco Central o el crecimiento de la base monetaria, sino variables que resultan anclas. Para decisiones de precios se miran el tipo de cambio o las tarifas de servicios públicos", dijo Guzmán, quien agregó que para cambiar las expectativas se requiere de "conductas persistentes" para "ir resolviendo paso a paso los desequilibrios de la economía argentina".

El impacto de la pandemia y la recuperación

El ministro se refirió también al impacto de la pandemia de coronavirus sobre la economía, y planteó diferencias entre las economías desarrolladas y las emergentes, como la Argentina, en cuanto al impacto de las políticas monetarias expansivas. Según planteó, en las primeras, eso genera un efecto de suba de precios en activos financieros, lo cual redunda en una redistribución regresiva del ingreso porque beneficia en última instancia a quienes ya tenían en su patrimonio a estos activos.

En cambio, Guzmán advirtió que el efecto de las políticas monetarias expansivas en países con moneda débil, como el peso, tiene como efecto una mayor demanda de divisas, como ocurrió en el país durante la pandemia. "Es un desafío importante evitar la inestabilidad financiera. En estos casos, una mayor liquidez se puede canalizar hacia demanda de moneda extranjera y eso generar presiones cambiarias, que a su vez pone presión sobre los bienes y servicios en general", dijo el ministro, y completó entonces que "en estos países hay menor capacidad para la política monetaria expansiva a pesar de la mayor necesidad de hacerla".

La llegada del coronavirus profundizó en la Argentina la crisis económica que atraviesa desde el primer semestre de 2018. En 2020, el país completará su tercer año consecutivo con caída en el nivel de actividad, con una caída estimada del PBI por encima del 11%. Ese contexto impactó en el empleo, los salarios, la pobreza y provocó un profundo desequilibrio en las cuentas públicas, que cerrarán este año con un déficit primario superior al 7% del PBI.

"La pandemia tuvo fuertes consecuencias sobre el estado de las cuentas fiscales, en un contexto donde no había crédito. Hubo que recurrir al financiamiento monetario en una medida muy superior a lo que se esperaba previo a la pandemia", se sinceró Guzmán, sobre los giros en concepto de transferencia de utilidades y adelantos transitorios que el BCRA giró al Tesoro. Aún con devoluciones en las últimas semanas, aceleradas como 'señal' a los mercados, ese volumen suma $1,6 billones en lo que va de 2020.

"Debemos transitar el camino para que la Argentina se recupere. No hay restauración de la estabilidad sin recuperación de la actividad, pero hay que avanzar en un sendero de convergencia fiscal que implique ir convergiendo al equilibrio a una velocidad consistente con la recuperación, y que en ese sendero se vayan reduciendo las necesidades de financiamiento por parte del BCRA al Tesoro", dijo Guzmán.

De todas maneras, reconoció que "habrá necesidades" de asistencia monetaria en el corto plazo. "Pero hay que tener un especial cuidado en las demandas que se hacen al BCRA, sobre todo viniendo de una situación en 2020 donde hubo financiamiento monetario importante del déficit. Eso es uno de los problemas que hay que resolver", planteó.

A su vez, se refirió al frente externo y dijo que el país necesita "que las exportaciones crezcan de forma consistente con el nivel de crecimiento de las importaciones que la economía demanda". Ayer, el Indec informó que el superavit comercial de octubre fue de US$612 millones, aunque las exportaciones cayeron un 21% interanual.

En ese contexto, destacó el rol de las instituciones del sector público y las políticas monetarias y fiscales como factores que, a nivel global, permitirán la recuperación. "Los estados y los bancos centrales van a tener un rol importante en la generación y expansión de la liquidez, buscando la forma en que se implementen políticas expansivas que tengan el mayor multiplicador, que esa liquidez tenga varias vueltas sobre la demanda agregada y que su impacto sea mayor", definió.