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El drama de los floricultores. No tienen a quién venderle y tiran miles de flores a la basura

Desde el inicio de la cuarentena obligatoria, los floricultores viven el drama de no tener a quién venderle las flores en los mercados ni en los cementerios, y a diario tienen que tirar miles de paquetes a la basura. De seguir la medida preventiva y la prohibición de los eventos, como bodas y cumpleaños, los nuevos brotes correrían la misma suerte. Según dijeron a LA NACION, las pérdidas son "irreparables" porque tienen que esperar hasta la próxima primavera para volver a cultivar.

Dora Soto es productora de flores de estación de la ciudad de Las Heras, Mendoza, y desde que inició la cuarentena su negocio familiar se vio perjudicado, porque su actividad no está contemplada en el rubro de las esenciales, por lo que no puede salir de su casa a vender.

Después de Buenos Aires, Mendoza es la provincia que más flores produce, según datos del Mercado de Flores. En Las Heras se concentra el 95% de la superficie implantada y la mayoría de los floricultores debieron cortar y moler gran parte de las plantaciones, porque no pueden salir a venderlas y tampoco tendrían a quién por las medidas adoptadas por el Gobierno nacional para evitar la propagación del coronavirus.

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"Ya se levantaron los palos y los alambres que se les ponen para protegerlas y le pasamos el tractor a una parte del invernadero para preparar la tierra para la siguiente plantación", dice Soto.

"El problema grave con la cuarentena es que, al estar cerrados los cementerios [para la venta], se pierde la producción, porque, si las cortás, no hay quien las consuma. Para colmo, se han suspendido los casamientos y las fiestas de 15, que podrían llevar los arreglos florales. Acá, en Mendoza, tenemos la suerte que por los viñedos, viene gente de otras provincias a casarse y se consume mucho la flor, pero ahora no hay nadie a quién venderle", aseguró la floricultora.

En el invernadero de la familia Soto entran cerca de 10.000 plantas, de las que arman, según explica, 3000 paquetes y las venden en el mercado local. La mayoría de los arreglos florales oscilan entre $120 y $150, sin embargo, ese ingreso está siendo afectado, ya que desde hace unas semanas comenzaron a desechar los primeros cortes del cultivo estacional.

La lisianthus es la flor de estación en este momento y tanto la familia Soto como el resto de los productores de la zona que plantan esa y otras especies (como la montonera y statice, calas y gladiolos) no tienen ingresos por la venta de sus productos. Según los mismos floricultores, la lisianthus demora entre tres y cinco meses en florecer hasta que está en condiciones de ser cortada para salir a la venta.

"La flor que haya quedado después de la cuarentena se va a llevar a eventos, si es que se reanudan, pero eso nos va a tomar de dos a tres semanas más después de que pase la restricción para que la flor esté en condiciones de cortarse, no creo que lleguemos", dijo Soto.

Pedro Tosi, otro floricultor de la zona, contó que hasta hace un mes en el invernáculo que tiene junto a su papá estaban cortando las flores para llevarlas al mercado, pero por las restricciones para circular, parte de la producción terminó en la basura. "Ahora estamos cortando para tirarlas. Por suerte no tenemos que tirar toda la planta, la flor del lisianthus se va cortando y se mantiene la planta para que vuelva a florecer", señala.

En su invernadero cultivan aproximadamente 20.000 prototipos de flores de estación que destinan a la venta en el mercado de la ciudad. Hasta el momento, la familia contabiliza pérdidas de hasta $150.000.

"Ayer hicimos un corte de flores y lo tiramos todo a la basura. Es una producción que se pierde porque con las flores no es que podés hacer cortes ilimitados. En las dos semanas que llevamos de cuarentena tiramos aproximadamente bultos que sumarían 1000 paquetes. Lo que más nos afecta no es que no se reactiva la producción en seguida, sino que tenemos que esperar cinco meses hasta que volvamos a producir y cultivar", agrega Tosi.