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De la economía de la atención a Internet cuántica: Bernardo Huberman, en conversación con Carlos Mazalán

Bernardo Huberman es un gran profesor e investigador en la Universidad de Stanford, con una amplia trayectoria en organizaciones como Palo Alto Research Center, HP y CableLabs. En esta conversación para el ciclo Rockear las Comunicaciones, hablamos sobre la economía de la atención, privacidad, Internet cuántica y otros temas relacionados con sus investigaciones, sobre el presente y futuro de Internet y su enorme mundo de contenidos.

-Introdujiste un concepto que habla de la economía de la atención. Cuando hablo con creadores de contenido o con influencers les digo que son millonarios en la atención que les depara la gente y que eso es lo que hay que cuidar, como un gran patrimonio. ¿De qué se trata?

-Por supuesto que el problema de la atención, que hoy en día se transforma en una economía, existe desde los tiempos más primitivos, no es un fenómeno nuevo. La diferencia es que en una época había un grupo muy privilegiado, por la manera en la que se comportaban, se vestían y hablaban, al que muchísima gente miraba y captaba el contenido de ellos. El resto de la gente no emitía nada; recibía y consumía. Y lo que ha pasado en los últimos 30 años es que la nueva forma de comunicación -el Internet en particular-, ha hecho que el campesino, que en una época estaba trabajando la tierra y miraba pasar la carroza real con toda esa gente con el plumaje, la música y los uniformes, descubriera que él también tenía un megáfono, y que lo único que tenía que hacer era meterse en una computadora. Entonces, lo que ha pasado es que ese campo que estaba restringido hacia muy pocos, se abrió a todo el mundo. Si lo mirás desde un punto de vista de una decena de años, la desigualdad en la riqueza de la gente que obtiene atención es la misma. No podés tener un millón de personas que reciben el mismo tipo de atención. Existe gente, y sobre todo en los medios en los que uno se mueve, que son los que de alguna manera todo el mundo escucha, mira y sigue.

Acá, en EE.UU., tenés a Paris Hilton, Britney Spears, gente deportiva que no sabe hablar, que llama la atención no por lo que hacen, sino por una manera de proyectarse hacia el mundo. Lo que ha pasado es que se ha transformado; tenemos una economía de la atención, y hay ricos y hay pobres. Los ricos saben traducir esa atención en dinero real. Porque la gente que tiene mucha atención, en general vive de una manera en especial, compra cosas que les sirven para dar señal. Es decir, si tenés un auto muy importante, la gente te va a notar. Creo que eso son cosas intrínsecas en nosotros, pero que de alguna manera somos medio inconscientes y no lo vemos del todo.

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Te cuento una anécdota trivial, yo estaba trabajando en la economía de atención en Hewlet Packard, donde era director del laboratorio, con el CTO de la compañía, que era un hombre de mucho dinero, y él me preguntaba porque no entendía muy bien qué era. Entonces le dije: "¿A vos te gustaría comprarte un Porsche o una Ferrari roja?", me dijo que por supuesto. Y le volví a preguntar: "¿Te comprarías una si todo el mundo en la ciudad donde vivís tiene una igual?", por supuesto que no, me dijo. Ahí está, es exacto lo que pasa. La manera en la que nos expresamos, en la que nos vestimos, en cómo nos llenamos de contenido físico, es una manera de proyectar hacia el mundo, una forma de hacer la atención. Después de todo, como le dije una vez a mis estudiantes de un seminario, estarán muy en contra a lo mejor de la cirugía plástica, pero todo el mundo se peina antes de salir de su casa, y los que no se peinan lo hacen porque de esa manera llaman la atención.

-Hay que descubrir cuál es el uniqueness de uno, eso que te hace exclusivo y diferente. Y tiene que ser atractivo para muchos. Ese es el tema más complejo, porque si no sería fácil para todo el mundo.

-Sí, y si querés un ejemplo no trivial, es la moda. De golpe alguien descubre vestirse de una manera especial, tanto hombres como mujeres. Será el pelo, la manera en cómo te vestís. De alguna manera, si sos una persona que ya llama la atención, todo el mundo va a copiar ese tipo de cosas. Pero si todo el mundo termina vistiéndose de la misma manera, deja de llamar la atención, sos uno más. De vuelta, no es escaso.

-¿Cuánto se puede retener la atención a lo largo del tiempo?

-Tengo un trabajo, que es uno de los más citados, que se llama "Novelty and attention". El problema es que la novedad es lo que nos llama la atención, tenemos estructuras que nos hacen mirar y notar cosas diferentes. Pero la novedad no se puede repetir. Mirá lo que pasa con los diarios o en una revista, un título de algo que está pasando no puede estar por cuatro días, si es así va pasando de la tapa a las páginas de atrás.

Pudimos medir eso de manera muy cuantitativa. Hoy en día, lo que tenés que mirar es, en YouTube, Instagram, TikTok o donde sea, la aparición de un fenómeno que llama la atención, porque ves el número de clicks y como ese número sigue aumentando, pero cada vez menos. El número total de gente que lo nota es grande, pero lo notable en todo esto es la pendiente de esa subida. Yo creo que es un problema muy interesante, porque no solo la gente, sino las grandes marcas que llaman la atención, necesitan inventar mecanismos para llamar la atención.

Hay un componente muy visual, por ejemplo Andy Warhol como gran artista o Christo, que hace inmensas instalaciones en el mundo, pero él mismo las deshace en tres semanas, porque el espectáculo es una novedad. Entonces, volviendo a tu pregunta original, quedarse ahí arriba en tener un alto ingreso de atención implica un enorme gasto de imaginación en cómo mantener que la gente todavía se siga fijando en uno. Las celebridades cambian de pareja, hacen escándalos, se sacan fotos saliendo de algún lugar a lo mejor mal vestido. Todo eso llama la atención.

Mirá el fenómeno que estamos pasando con el Covid, es lo mismo. Los medios usan esto de una manera para atraer la atención. El Covid es un problema real, increíble, trágico, pero también está manipulado por los medios.

-Cuando hablamos de la economía de la atención lo vemos para el que está generando, pero también te lo pregunto al revés. Con Internet, lo que era escaso hoy abunda, y en la abundancia es muy difícil encontrar la verdad, como si la verdad existiese. Nosotros desde casa, como seres humanos, ¿cómo nos cuidamos?

-Existen mecanismos, y se han inventado desde que se inventó la ciencia moderna. Los mecanismos de validar opiniones y hechos tienen que ver con la fama o reputación que la gente tiene profesionalmente. Una cosa es que alguien venga y te diga: "Parece ser que el Covid te lo agarrás en los zapatos" y otra cosa es que le preguntes a alguien que sabe de epidemiología o de medicina y te lo diga. El problema fundamental hoy en día es que hay una cantidad enorme de gente y de noticias que parecen ser científicamente evaluadas y la gente entra en estas cámaras de ecos, cuando creés en una serie de cosas y te encontrás una serie de personas que te las confirman, aunque no tengan ninguna validez objetiva. Es un problema muy real. Wikipedia es una cosa que tiene un componente de eso. También hay un fenómeno, que vos y yo explotamos de una manera muy linda. A mí me encanta la novedad y las cosas nuevas, soy un adicto al Quora, me puedo pasar horas. Lo que tiene interesante Quora es que de vez en cuando ves gente preguntando cosas que a lo mejor se te ocurrieron, pero que nadie ha contestado. El problema ahí es quien las contesta, pero de vez en cuando hay correcciones. Dicho de una manera clara, el problema que tenemos hoy en día es que no hay control de la calidad.

Bernardo Huberman conversó con Carlos Mazalán

-Estás trabajando sobre la privacidad, sobre fenómenos que tienen que ver con lo cuántico: compartinos un poco de esos conceptos, mezclándolo con esto de la privacidad vinculado al cuidado y el respeto por las personas.

-Yo consumo una inmensa cantidad de novedad; me aburro haciendo lo mismo. Me gusta caminar sobre arena sin huellas porque es más fácil, dividir por cero es mucho mejor que dividir por un millón y medio. Entonces, trato de hacer cosas que no todo el mundo hace. Además, ciertos temas se hacen moda, por ejemplo big data, que después se transformó en artificial intelligence, machine learning. Todas esas cosas aparecen y todo el mundo necesita hablar de esto, porque si no, no sos parte del grupo que llama la atención. El problema con esto es que se difunde de tal manera que todo el mundo sabe y no hay novedad. Lo importante es hablar de algo que no se haya escuchado y que encima parezca misterioso. Además, hay mucho dinero detrás de todo esto, hay una inmensa cantidad de fondos que se invierten en estas novedades.

Como soy físico teórico de entrenamiento, me interesó muchísimo la posibilidad de hacer cosas usando mecánica cuántica, y hay dos temas: la computación cuántica y el Internet cuántico. La computación cuántica es un tema muy complejo, carísimo e imposible de hacer progresos rápidos, porque la tecnología hay que hacerla a temperaturas de casi absoluto cero, así que la dejé. De golpe pensé que a lo mejor hay algo que se puede hacer en Internet cuántico. La motivación de hacer un Internet de este tipo no es para llamar la atención, aunque lo hace, sino que es porque va a asegurar una seguridad en la comunicación, una privacidad absoluta. Nuestros sistemas permiten que la información esté totalmente privada, son algoritmos, fórmulas matemáticas que se usan para que los mensajes no puedan ser descifrados. El problema es que alguien puede descubrir cuál es el algoritmo y darse cuenta, se lo roba, etc. Si usás las leyes de la física para encriptar la comunicación es imposible de descifrar, al menos que lo haga el que la genera. El fenómeno cuántico hace que la observación de algo, lo destruya. De ahí viene la posibilidad de poder encriptar las cosas usando fenómenos cuánticos, que aseguran de manera física, las leyes de la naturaleza son imposibles de romper.

-No estamos hablando de la blockchain.

-Estamos hablando de algo mucho más elemental. Cómo la luz del sol está interactuando con los con los protones, los electrones y las células en tu sistema visual, a ese nivel microscópico. El "entanglement" hace que estos fenómenos estén totalmente acoplados, y medir un pedazo destruye todo.

Lo importante es que existe una nueva tecnología, que si la podés conquistar, hacerla bien y que no sea muy cara, puede hacer que las cosas estén privadas para siempre. El problema es que no solamente alguien puede escuchar una conversación entre dos personas comunes, sino que puede hacer un hackeo de un sistema de seguridad de una empresa enorme y ver lo que pasó hace 15 años, está todo encriptado. ¿Te acordás cuando los coreanos del Norte se metieron en Sony y les sacaron todos los emails? Fue un escándalo. Veías a las grandes celebridades pidiendo que les paguen más, llorando porque no los llamaban para una película y demás… eran cosas que estaban guardadas desde hace años.

El problema de la seguridad no es la seguridad del presente, sino también del pasado. Imagínate, hay secretos de estado, secretos militares, secretos de economía, etc. Todo el mundo tiene secretos y creo que es muy importante entender que la gente quiere mantener esos secretos por razones particulares y privadas. Entonces ahí entra la tecnología de información cuántica. Con un grupo hemos construido redes que transmiten fotones cuánticos de hasta 25 kilómetros. Eso es pequeño comparado a lo que países como China están haciendo en este momento. Muy poca gente sabe que hay satélites artificiales chinos, austriacos, alemanes y americanos que están usando encripción cuántica en las comunicaciones. Hay empresas que te venden sistemas carísimos que te permiten comunicaciones entre dos sucursales de un banco de manera que no pueden ser leídas. Todavía todo esto es muy primitivo, y la gente está excitada porque es toda una nueva tecnología y llama la atención, por ende podés conseguir dinero. Yo tengo la suerte de trabajar en una empresa que es un laboratorio donde no tenemos que vender las cosas porque nos pagan para que hagamos investigación, lo cual siempre es muy lindo.

Por Carlos Mazalán (@cmazalan), comunicador y presidente de Mazalán Comunicaciones.