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La economía de Crimea, perjudicada por el aislamiento

Un hombre toca el saxofón en Simferopol (Crimea) ante un grupo de gente que, con banderas rusas y ucranianas en sus manos, se encamina hacia una manifestación prorrusa, el 9 de marzo de 2014

Un año después de ser anexionada por Rusia, la economía de Crimea padece las consecuencias de las sanciones económicas occidentales, entre ellas el éxodo de multinacionales como McDonald's o Shell, y la paralización de los intercambios bancarios internacionales.

La presidenta de una empresa informática de Simferopol, Tatiana Chernetskaia, lo explica de forma muy simple: desde la anexión de Crimea, perdió a todos sus clientes debido al aislamiento físico y económico. Además, las empresas de Crimea no recibieron ninguna ayuda para adaptarse a la legislación y las reglas de contabilidad rusas. Especializada en programas informáticos de contabilidad, la empresa de Chernetskaia no puede recibir dinero de Ucrania, país donde estaban la mayoría de sus clientes y con el que están interrumpidas las conexiones telefónicas. Los pocos clientes que tenía en Crimea, sobre todo administraciones públicas, tuvieron que adoptar programas informáticos rusos.

La empresa de Chernetskaia perdió la mayoría de sus 3.000 clientes, por lo cual se vio obligada a despedir a 50 de sus 55 empleados. "Es como si hubiera huido para refugiarme en un nuevo país y volver a comenzar de la nada", dice Tatiana Chernetskaia, que no descarta emigrar a Polonia. Sin embargo, la empresaria no se arrepiente de haber votado a favor de la incorporación a Rusia, y achaca la situación actual a las sanciones occidentales y a la corrupción de los dirigentes locales. En su oficina sigue colgada una fotografía del presidente ruso, Vladimir Putin. "Mi empresa se está muriendo, pero no es la culpa de Putin. Es la vida", suspira Chernetskaia.

Con la integración a la Federación de Rusia, aprobada masivamente, los habitantes de Crimea esperaban una mejor situación económica que con Ucrania, país con un nivel de vida menor y en crisis política permanente. Sin embargo, el bloqueo impuesto por el Gobierno ucraniano a las transacciones, comunicaciones y transportes ferroviarios y las sanciones occidentales provocaron un aislamiento económico de la península.

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Ahora, Crimea sólo puede ser aprovisionada por vía aérea o marítima desde el sur de Rusia, lo que provoca cada tanto penuria de productos en los supermercados. Las tarjetas de crédito Visa y Mastercard no funcionan y los intercambios se hacen, sobre todo, en efectivo.

La industria turística de Crimea, muy apreciada por sus playas en el Mar Negro y sus montañas, sufrió un parón muy fuerte, pasando de 5,9 millones de turistas en 2013 a 3,8 mmillones en 2014. "Esparamos que las cosas se estabilicen. ¿Qué otra cosa podemos hacer?", se pregunta Elena Attestatova, directora de una agencia de viajes.

Por su parte, las grandes empresas ucranianas fueron nacionalizadas, muchas de ellas tras ser ocupadas por fuerzas paramilitares, como la compañía de electricidad Krymenergo y la telefónica Ukrtelecom.

Massandra, legendario productor de vino de Crimea desde la época de los zares, ahora bajo control público, escribió recientemente a Putin pidiéndole ayuda frente a la "incompetencia total" de los nuevos administradores, que están poniendo en peligro 2.500 empleos. Las autoridades rusas acaban de abrir una investigación contra el director de Massandra, Nikolai Boiko, sospechoso de abuso de poder y de haber perjudicado a la empresa.