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EE.UU. va a hacer todo lo posible por evitar una guerra entre Israel e Irán y el petróleo tiene mucho que ver

Más de seis meses después de que se recrudecieran las hostilidades en Gaza, la internacionalización del conflicto, algo que EE.UU. no quiere bajo ningún concepto, está un poco más cerca. Tras el ataque israelí a la embajada de Irán en Damasco (Siria) el pasado 1 de abril se esperaba la respuesta persa y esta ha llegado el 13 de abril, en la que ha sido una de las ofensivas más anunciadas de la historia.

EE.UU. no quiere una internacionalización del conflicto. (Photo by MANDEL NGAN/AFP via Getty Images)
EE.UU. no quiere una internacionalización del conflicto. (Photo by MANDEL NGAN/AFP via Getty Images) (MANDEL NGAN via Getty Images)

Básicamente, porque no ha existido ningún tipo de factor sorpresa, ya que el régimen ultraconservador iraní llevaba varios días filtrando sus intenciones, y porque sus efectos han sido muy limitados. De hecho, la gran mayoría de misiles y drones lanzados han sido neutralizados por el sistema de defensa israelí.

Una respuesta ciertamente medida y en los límites para evitar un conflicto de gran intensidad que tendría consecuencias muy negativas para el mundo entero. Una guerra abierta entre Israel e Irán podría arrastrar a Estados Unidos, Francia o Reino Unido, por un lado, y a Rusia y quizás China, por el otro. Un escenario que las grandes potencias ni manejan ni les interesa lo más mínimo, pese a la posibilidad tan cacareada de que tenemos una III Guerra Mundial en ciernes.

En este sentido, la estrategia de Israel parece clara. Ante la pérdida de apoyo por parte de sus aliados a sus acciones en Gaza (recordemos que incluso Naciones Unidas señala que puede estar produciéndose un genocidio), está forzando la confrontación con Irán, obligando a Estados Unidos y Europa a posicionarse y de paso desviando la atención sobre la Franja.

Esta huida hacia delante del Gobierno de Netanyahu es peligrosa. En primer lugar, porque su propio pueblo no apoya al Ejecutivo de forma cada vez más notoria y así lo demuestran en las calles, por lo que su presidente está forzando un conflicto que puede tener consecuencias muy dañinas para el país.

Protestas contra Netanyahu en Israel.  (Photo by Amir Levy/Getty Images)
Protestas contra Netanyahu en Israel. (Photo by Amir Levy/Getty Images) (Amir Levy via Getty Images)

En segundo lugar, porque Irán es una gran potencia regional que cuenta con un importante arsenal defensivo y que tiene 10 veces la población de Israel. Un conflicto directo sería un suicidio para ambos y un grave problema global.

Y en tercer lugar, porque para Estados Unidos una internacionalización del conflicto es ahora mismo una línea roja absoluta. La única posibilidad de que Washington se implicara a todos los niveles sería por un ataque injustificado y devastador de Irán a Israel. En ningún caso, si Netanyahu fuerza las cosas para llevar al conflicto. De hecho, ahora mismo, el papel de Biden está siendo de mediación.

Igual que en Gaza, donde tras su apoyo inicial e incondicional a Israel, ahora presiona por un alto el fuego permanente que relaje un poco la tensión de la región. Hay un factor clave que explica por qué la Casa Blanca se muestra tan prudente y no es otro que las elecciones presidenciales que se van a celebrar en Estados Unidos el próximo mes de noviembre.

La carrera electoral está muy reñida y Biden busca su segundo mandato, por lo que su Administración va a hacer todo lo posible por conseguir una cierta estabilidad. A nivel internacional, significa que va a intentar evitar grandes conflictos, mientras que a nivel interior, la prioridad va a ser presentarle a los votantes una buena situación económica.

El factor petróleo

Estados Unidos lleva meses luchando contra una inflación persistente. Los buenos datos de empleo descartan de momento una recesión, pero los tipos de interés están en su punto más alto de casi las dos últimas décadas. Para que la Reserva Federal pueda pensar en bajar tipos, es necesario tener controlada la inflación y el petróleo juega un importante papel en ello.

Precisamente, los últimos datos del IPC de Estados Unidos han mostrado un alza por culpa del sector inmobiliario y el petróleo. A mayor inestabilidad entre Israel e Irán, es previsible que los precios de este combustible fósil suban y se aleje, por tanto, la tan ansiada bajada de tipos por la Administración Biden.

Un repunte del precio del petróleo aleja la bajada de tipos de la FED. (AP Foto/Susan Walsh, Archivo)
Un repunte del precio del petróleo aleja la bajada de tipos de la FED. (AP Foto/Susan Walsh, Archivo) (ASSOCIATED PRESS)

Cabe recordar que nos encontramos en un momento en el que uno de los principales productores de petróleo, Rusia, tiene numerosas sanciones internacionales, igual que Venezuela. Si tampoco se pudiese contar con otro gran productor como Irán, se reduciría sensiblemente la oferta, lo que llevaría a esta materia prima a subir su precio.

Es decir, a Biden le interesa que las aguas estén calmadas a nivel internacional y presentar una sólida gestión económica a los votantes para poder conseguir la reelección. Y las tensiones de Israel e Irán no le benefician en nada para lograrlo.

Con estas circunstancias, lo más previsible, al menos durante los próximos meses, es que Washington presione al máximo para evitar un conflicto a gran escala. Puede que tras los comicios, la postura cambie, ya sea con un segundo mandato de Biden o de Trump, pero hasta entonces resulta bastante complicado pensar en esa cacareada III Guerra Mundial inminente.

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