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El mexicano que crea cubiertos y popotes biodegradables con semilla de aguacate

Como a muchos de nosotros, a Scott Munguía, un mexicano nacido en Monterrey y de apenas 28 años, le inquieta la alarmante presencia de plásticos por todas partes y su capacidad para contaminar el planeta.

Con esta premisa, el entonces estudiante de Ingeniería Química en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de su ciudad natal se adentró en el fascinante mundo de la producción de bioplásticos, y en 2011 logró aislar un biopolímero a partir de semillas de aguacate.

Foto/BioFase – Yahoo
Foto/BioFase – Yahoo

A partir de entonces, lo que básicamente estaba destinado a ser la base de un trabajo de clases se ha convertido primero en una búsqueda de materiales alternativos y naturales, y segundo, en un interesante negocio, que ahora mismo está en vías de expansión.

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Fue así que nació el plan de producir utensilios fabricados a base de plástico biodegradable, o biopolímeros, en este caso a partir de los desechos del aguacate, eso que echamos a la basura cuando llevamos la rica fruta a nuestra mesa.

Y qué buena idea la de aprovechar que México sea el principal productor de aguacate del mundo, con más de un millón de toneladas de fruta recolectadas en un año.

Hasta ahora esta gigantesca producción generaba cifras alarmantes de desechos, fundamentalmente de semillas, de las que se contabilizan unas 4.700 toneladas tan solo en un mes sólo y exclusivamente en el territorio mexicano.

Munguía lo tuvo muy en claro: con esta cifra se completaba en diez veces la necesidad de bioplásticos del país.

De manera que, mucho antes de que su proyecto fuera seleccionado por el MIT Technology Review en 2015 como parte de los 35 proyectos innovadores creados por menores de 35 años, ya en 2012 la aventura empresarial de este joven emprendedor había empezado a coger cuerpo.

Arranca la aventura empresarial

Porque ese año Munguía fundó Biofase, una empresa dedicada exclusivamente al desarrollo de tecnologías en plástico biodegradable. Por medio de la tecnología, esta compañía obtiene resinas a partir de semillas de aguacate, de las que se extrae un biopolímero que posteriormente se transforma en un termoplástico.

Será, pues, el material resultante, que Biofase vende a otras compañías, el que se utilizará tanto para fabricar bolsas para tiendas y mercados, envases, como utensilios de cocina y pajillas (popotes o absorbentes, straws, en inglés) para bares y restaurantes.

De acuerdo con lo que el propio Scott contó para un artículo que le dedica el diario español El País, ahora mismo “gracias a la demanda de los consumidores que buscan alternativas al plástico es como hemos crecido”.

Biofase posee tres plantas en Michoacán y emplea a más de 250 trabajadores que extraen las resinas de la semilla del aguacate y vigilan el resto del proceso.

De sus manos sale la materia prima para la elaboración de entre 300 a 400 toneladas de cubiertos y pajitas al año que tienen la suerte de degradarse en apenas ocho meses luego de ser lanzados a la basura, una diferencia abismal con relación a los que están fabricados con plástico, que pueden durar hasta cien años y hacerle mucho daño al planeta.

Sus principales mercados

Lamentablemente, la demanda de bioplásticos sigue siendo escasa en el país, por lo que el 80% de la producción de Biofase es vendida a Estados Unidos, España, Reino Unido y algunas naciones de Centroamérica.

No obstante, este emprendedor está afanado en hacer crecer el interés por este material en su país e incrementar sus ventas. “En México no vamos lento sino todo lo contrario, vamos muy rápido en cuanto a que los consumidores hoy exigen soluciones distintas al plástico”, comenta.

De acuerdo con Mungía, su empresa está conectada con empresas elaboradoras de guacamole “que antes tenían un problema con este desperdicio”. Ahora, gracias al rescate de estas semillas, Biofase se prepara para lanzar una serie de contenedores (platos y vasos) elaborados a base de polímeros de origen natural.

Su batalla además está en reducir costos e intentar hacerle la competencia al mercado de estos mismos productos elaborados con polímeros de petróleo. Baste saber que el precio de venta de una caja con 2.000 pajitas de hueso de aguacate es equivalente a 30 dólares, mientras su similar de plástico vale unos 12 dólares.

“Yo soy optimista -enfatiza-, creo que en cinco años más del 40% de los plásticos que usemos serán biodegradables”.

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