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La escasez global golpea a las organizaciones caritativas: no llegan a Haití los zapatos que les ayudan a sobrevivir

El almacén de Soles4Souls de Alabama se está enfrentando a una escasez de calzado porque los fabricantes que suelen donar parte de su inventario están conservando una mayor parte de él en un intento desesperado por satisfacer la demanda de los clientes minoristas. (Audra Melton/The New York Times)
El almacén de Soles4Souls de Alabama se está enfrentando a una escasez de calzado porque los fabricantes que suelen donar parte de su inventario están conservando una mayor parte de él en un intento desesperado por satisfacer la demanda de los clientes minoristas. (Audra Melton/The New York Times)

Frente a la abrumadora y continua escasez de productos en toda la economía global, incluso las organizaciones de asistencia, como los bancos de alimentos y las distribuidoras de ropa, están atrapadas en el caos. Muchas están teniendo problemas para conseguir lo que necesitan, lo cual incrementa la carencia en las comunidades vulnerables.

En Haití, uno de los países más pobres del mundo, un intento por mejorar el ingreso familiar se está enfrentando a un nuevo problema derivado del trastorno en la cadena de suministro a nivel mundial: la escasez de zapatos.

Zapatos que no son solo zapatos

La organización Haitian American Caucus, un organismo sin fines de lucro, importa zapatos donados de Estados Unidos y los vende a bajo precio a las mujeres que los pregonan en las calles y los mercados a fin de ganar un dinero que es indispensable para su familia.

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Este grupo distribuye casi 100.000 pares de zapatos al mes, pero podría distribuir cuatro veces más si llegara más inventario, señaló su director ejecutivo, Samuel Darguin.

“Ese par de zapatos significa mucho más”, comentó. “Significa que una madre pueda enviar a su hijo a la escuela, pueda pagar la atención médica y tal vez darle a su familia dos comidas diarias en vez de una”.

Después de dos años de una pandemia implacable, la economía mundial sigue estando inmersa en una serie de dificultades logísticas. Las fábricas de Asia tienen problemas para satisfacer la demanda de sus productos. Los puertos no cuentan con suficientes contenedores de embarque ni trabajadores sanos que los descarguen. Los camiones están parados por falta de conductores y las bodegas están saturadas de mercancía.

Podría parecer que esta alteración no llega hasta Haití, pero nos ayuda a entender por qué el programa de Darguin está a la espera de más zapatos.

Otra tensión

En este año, Haití ha vivido un terremoto catastrófico y el asesinato de su presidente, sin hablar de una pandemia letal combinada con las tensiones de la vida cotidiana en un país donde hay poco que la gente pueda dar por descontado. Ahora, el trastorno de la gran cadena de suministro se está sumando a esta tensión.

El proveedor de zapatos de Darguin, una organización sin fines de lucro con sede en Nashville, Tennessee, llamada Soles4Souls, está padeciendo una escasez de calzado porque los fabricantes que suelen donar parte de su inventario están conservando una mayor parte de él en un intento desesperado por satisfacer la demanda de los clientes minoristas.

Enormes paquetes de zapatos de invierno que todavía no son enviados al extranjero desde el almacén de Soles4Souls en Wadley, Alabama, debido a la escasez de contenedores, el 17 de septiembre de 2021. (Audra Melton/The New York Times)
Enormes paquetes de zapatos de invierno que todavía no son enviados al extranjero desde el almacén de Soles4Souls en Wadley, Alabama, debido a la escasez de contenedores, el 17 de septiembre de 2021. (Audra Melton/The New York Times)

El trastorno de la cadena de suministro global sigue siendo un grave problema para las marcas multinacionales que venden mercancía a los clientes y compradores que no pueden conseguir lo que necesitan, ya sea madera, autos nuevos o bicicletas para ejercicio. Pero hemos visto que la escasez de productos y los obstáculos para su envío son tan persistentes y generalizados que también están afectando a las organizaciones que cuentan con mercancía donada. Sus problemas subrayan cómo el desorden de la cadena de suministro está alcanzando grandes distancias y llegando a un canal de asistencia que casi siempre se queda sin ser visto por el mundo en general.

Los grandes comerciantes como Target, Nike y Home Depot —todos los cuales han reconocido tener problemas para surtir sus anaqueles— pueden darse el lujo de acumular mercancía. También pueden pagar más para garantizar que sus productos obtengan un pasaje en barcos de carga sobrevendidos, incluso ahora que las tarifas para las rutas de China a la costa oeste han aumentado diez veces en el transcurso de la pandemia.

Sin embargo, las organizaciones sin fines de lucro no cuentan con esos medios. Están como los pasajeros de clase turista varados en un aeropuerto después de una tormenta de nieve mirando cómo los pasajeros de primera clase acaparan todos los asientos disponibles.

"No hay nada"

En Jacksonville, Florida, Teri Ketchum, directora general de Presbyterian Social Ministries, junta ropa donada para niños y la distribuye a organismos comunitarios de su zona y la hace llegar a lugares tan lejanos como Filipinas.

El año pasado, cuando la gente estaba encerrada en su casa durante los confinamientos por la pandemia, muchas personas vaciaron sus sótanos y sus armarios, lo cual derivó en más donaciones de ropa. Este año, con la reapertura de las escuelas, la demanda de ropa para niños ha agotado las provisiones de Ketchum.

“Cada semana, por lo menos, algún asociado local nos llama para preguntar si contamos con algo de ropa para niños, pero tenemos que decirle: ‘No, no hay nada’”, explicó.

Esta escasez coincide con la terminación de muchos programas gubernamentales de asistencia para las personas cuyos medios de vida han sido afectados por la pandemia, como las prestaciones de emergencia por desempleo y las suspensiones de desalojo que protegen a quienes tienen algún retraso en su renta.

“La gente que ya de por sí tenía problemas ha tocado fondo”, señaló Ketchum. “Ahora dicen: ‘¿Compro comida o compro ropa?’. Ropa es lo último que va a comprar un padre o una madre que ya está con el agua hasta el cuello”.

Second Harvest Food Bank, con sede en la parte media de Tennessee, supervisa las operaciones de distribución de alimentos procedentes de donaciones de tiendas de comestibles de esa zona para 400.000 personas en 46 condados. Second Harvest también distribuye alimentos comprados a bajo precio a organizaciones hermanas de todo el país.

Durante las primeras olas de la pandemia, cuando las familias que tenían que permanecer en casa cocinaban más, aumentó la demanda de comestibles, lo cual hizo que los anaqueles de los supermercados locales se quedaran vacíos y disminuyeran las donaciones. Eso impulsó a Second Harvest a comprar más comestibles.

No obstante, debido a la escasez de suministros, esta organización ha tenido que ampliar sus horizontes de manera considerable y traer pasta, queso y macarrones desde Tailandia e India.

En los últimos meses, Second Harvest ha regresado con los proveedores nacionales, pero sus pedidos se siguen retrasando porque las empresas procesadoras de alimentos tienen retrasos debidos a problemas de importación de los ingredientes.

"No hay"

En Nashville, Soles4Souls —la organización que abastece al programa de Darguin en Haití— se ha visto obligada a moderar sus planes de distribución de zapatos a los niños de la calle en las escuelas de todo Estados Unidos.

Este año, el programa, conocido como 4EveryKid, tenía por objetivo distribuir 75.000 pares de zapatos a los alumnos que no tienen hogar, pero ha reducido su meta a 50.000.

“Hay niños que ni siquiera asisten a la escuela si no tienen un par de zapatos que ponerse, sobre todo cuando el clima se torna muy desfavorable”, comentó Cathy Klein, coordinadora de los niños de la calle de las Escuelas Públicas de Milwaukee, las cuales esperan recibir 1000 pares de zapatos este año a través del programa 4EveryKid.

Hace unos meses, una escasez de contenedores de embarque en los puertos chinos ralentizó la carga de productos manufacturados al tiempo que aumentaron los costos de envío. Luego se cerró el canal de Suez, un corredor fundamental que une a Asia con Europa. Desde el mes de mayo, las autoridades chinas han cerrado temporalmente las operaciones en dos puertos importantes de contenedores.

En las últimas semanas, Vietnam —un destacado fabricante de calzado— ha impuesto un confinamiento estricto para impedir la propagación del coronavirus, cosa que ha detenido la producción y retrasado el envío de los zapatos ya terminados.

“Lo que nos dicen nuestros asociados y donadores es: ‘Queremos ayudarlos. Creemos en lo que hacen; pero no tenemos la mercancía, no la hay’”, comentó Buddy Teaster, director ejecutivo de Soles4Souls. “Hay otras cosas a las que les están dando prioridad”.

© 2021 The New York Times Company

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