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El esfuerzo por hacer que la serie de Enrique y Meghan en Netflix sea ‘personal y cruda’

La cineasta Liz Garbus y su marido, Dan Cogan, en las oficinas de Story Syndicate en Brooklyn, el 5 de diciembre de 2022. (Gioncarlo Valentine/The New York Times).
La cineasta Liz Garbus y su marido, Dan Cogan, en las oficinas de Story Syndicate en Brooklyn, el 5 de diciembre de 2022. (Gioncarlo Valentine/The New York Times).

Liz Garbus se mostró escéptica.

La documentalista responsable de películas como “Becoming Cousteau” y “¿Qué pasó, señorita Simone?”, no era una ávida observadora de la realeza. Conocía a grandes rasgos la decisión del príncipe Enrique y su esposa, Meghan, duquesa de Sussex, de abandonar la familia real británica. Había visto su entrevista con Oprah Winfrey. Pero supuso que la rigidez emblemática de la élite de la sociedad británica no daría lugar a un documental convincente: demasiado reservados, demasiado interesados en la hagiografía, demasiado pesados con respecto a la realeza.

Entonces vio las imágenes filmadas.

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Animados por sus amigos a documentar su dramática decisión de “dar un paso atrás” como miembros de alto rango de la familia real británica y afirmar su independencia financiera, Enrique y Meghan grabaron más de quince horas de video personal en los primeros meses de 2020 mientras ultimaban sus planes de abandonar de manera definitiva el Palacio de Buckingham. Luego lo compartieron todo con Garbus y su marido, el productor Dan Cogan.

De repente, Garbus se encontró viendo a Enrique en la suite Windsor del Aeropuerto Internacional de Londres-Heathrow, dirigiéndose directamente a la cámara. El video está fechado el 11 de marzo, y Enrique acaba de terminar sus dos últimas semanas de compromisos reales y se dirige a Vancouver, Columbia Británica, para reunirse con Meghan.

“Estás ahí con Enrique en la suite Windsor procesando el hecho de que está dejando a la familia real por primera vez en su vida”, comentó Garbus. “Luego había otro clip con Meghan en casa, sola, recién salida de la ducha, con el cabello envuelto en una toalla, sin maquillaje, procesando por su parte cómo podría ser realmente su vida”.

“Es muy personal, crudo y poderoso, y me hizo apreciar el increíble peso que tuvo su decisión”, aseguró. “También me reafirmó en la decisión que había tomado de querer desentrañar cómo se produjo esa ruptura histórica”.

El jueves, ediciones de esos archivos personales se pusieron a disposición del mundo cuando Netflix estrenó los tres primeros episodios de una hora de duración de “Harry y Meghan”, una serie documental de seis capítulos. (Los tres episodios finales se estrenarán en el servicio de emisión en continuo el 15 de diciembre).

Dadas las opiniones rabiosas y a menudo polarizadoras que parecen surgir cada vez que se menciona a Enrique y a Meghan, la serie dará lugar casi con toda seguridad a memes en las redes sociales, cotilleos sensacionalistas y —lo que espera Netflix luego de firmar un acuerdo muy generoso con la pareja en 2020— un evento mundial de la emisión en continuo.

“No siempre se espera que personas de su nivel de celebridad hablen con honestidad e intensidad emocional de cosas que les molestan o que son complejas en sus vidas”, afirmó Cogan. “Estaban dispuestos a hacerlo, y eso fue muy refrescante para nosotros como narradores”.

Su historia también se enmarca en “la historia del colonialismo británico, y la raza y su relación con la monarquía”, añadió Cogan; en otras palabras, temas que sin duda harán tartamudear a la monarquía.

En la serie, Garbus contextualiza el material de archivo personal de la pareja, intercalando el diario en video que grabaron ellos mismos con entrevistas formales e imágenes de archivo de la familia real. La madre de Meghan, Doria Ragland, aparece mucho, al igual que los compañeros de internado de Enrique, el equipo de seguridad de Meghan en Canadá, sus amigos de la universidad y los coprotagonistas de la serie de televisión “Suits”.

El rodaje comenzó en noviembre de 2021 y terminó en julio, meses antes de la muerte de la reina Isabel II. Cuando le preguntaron si Enrique y Meghan tuvieron algún control sobre el producto final, Garbus dijo que había sido una colaboración. Cuando le preguntaron si la pareja tuvo la aprobación final sobre la serie, respondió: “Fue una colaboración. Pueden seguir preguntándome, pero eso es lo que diré”.

El proyecto es una especie de culminación de los temas que Garbus ha tratado durante las dos últimas décadas. Ya sea la justicia social vista a través de la lente del sistema penitenciario (“The Farm: Angola, USA” y “Girlhood”) o desvelar las turbulentas historias personales de figuras célebres, aunque enigmáticas —Bobby Fischer, Marilyn Monroe y Nina Simone—, la salud mental y la corrección de los errores sistémicos son temas a los que vuelve una y otra vez. (Garbus también dirigió una serie documental sobre The New York Times titulada “The Fourth Estate”).

En el caso de Enrique y Meghan, Garbus dijo que la historia ya estaba en marcha cuando ella se involucró, una novedad para una cineasta que prefiere determinar la mejor manera de abordar sus temas. El documentalista Garrett Bradley había llevado la realización del proyecto, pero ambas partes se separaron porque el estilo “vérité” de Bradley no encajaba con los intereses de la pareja. Los representantes de Bradley rechazaron hacer comentarios.

Garbus señaló que Enrique y Meghan estaban interesados en contar su historia de amor en el contexto histórico de la monarquía británica. Garbus quería ampliar esa idea y explorar cómo sus pasados personales afectaban a su presente.

“Siempre me ha interesado mucho la psicología y cómo la infancia de una persona determina su futuro y el impacto que tendrá en el mundo”, explicó. “En esta historia con ambos, pude fijarme en eso”.

Algunos han cuestionado por qué Enrique y Meghan eligieron hacer un documental, pues sugieren que la decisión de la pareja de renunciar a sus deberes reales significaba que querían llevar una vida más privada. Mediante una declaración a The New York Times, la secretaria de prensa global de la pareja, Ashley Hansen, disputa esa narrativa. “Su declaración para anunciar la decisión de retirarse no menciona nada sobre privacidad y reitera su deseo de continuar con sus funciones y deberes públicos”, aclaró. “Cualquier insinuación de lo contrario toca un punto clave de esta serie. Ellos eligen compartir su historia, en sus propios términos y, sin embargo, los medios de comunicación sensacionalistas han creado una narrativa totalmente falsa que permea en la cobertura mediática y la opinión pública. Los hechos están delante de sus narices”.

La serie también es un reflejo de las ambiciones ampliadas de Garbus, dos veces nominada al Oscar, y Cogan, ganador de un Oscar (“Ícaro”). El dúo fundó su productora, Story Syndicate, hace tres años, combinando la experiencia de Garbus en la dirección con la de Cogan en la producción y las finanzas. (Anteriormente Cogan dirigió la empresa de financiamiento de documentales Impact Partners). El objetivo era servir al insaciable apetito de las empresas de emisión en continuo por proyectos documentales supervisando el trabajo de un gran número de cineastas en ciernes. La empresa ahora tiene 37 empleados a tiempo completo y trabaja con casi 200 empleados autónomos, lo que le permite producir proyectos a un ritmo constante.

El mes pasado se estrenó en Netflix el documental “I Am Vanessa Guillen”, sobre una soldado del Ejército estadounidense asesinada en Fort Hood. En febrero, “Stolen Youth: Inside the Cult at Sarah Lawrence”, del director Zachary Heinzerling, se estrenará en Hulu. Y Story Syndicate acaba de anunciar que producirá un proyecto sobre Halyna Hutchins, la directora de fotografía asesinada en el rodaje de la película de Alec Baldwin “Rust”, con Rachel Mason como directora y con la colaboración del viudo de Hutchins, Matthew.

Incluso con varias películas y series en producción, la serie de Enrique y Meghan sigue siendo, por mucho, el proyecto estelar de Story Syndicate. Tan solo los avances han acumulado cerca de 40,8 millones de impresiones desde su publicación la semana pasada.

Los cineastas no se imaginaban semejante magnitud cuando empezaron a trabajar en este campo.

“Cuando los dos empezamos en esto, era como unirse a un sacerdocio”, relató Cogan. “Decidías convertirte en narrador de documentales porque realmente creías en ello, y sabías que ibas a llevar un cierto tipo de vida, y eso era totalmente satisfactorio porque eso querías hacer”.

“Pero el mundo ha cambiado a nuestro alrededor, y ahora todo un mundo de gente puede ganarse la vida narrando historias de no ficción”.

c.2022 The New York Times Company