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Los funcionarios electorales lidian con una avalancha de desinformación

‌Certificados de voto, entre el material enviado a cada casilla, en las oficinas de registro electoral del condado de Cobb en Marietta, Georgia, el 8 de agosto de 2024. (Audra Melton/The New York Times)
‌Certificados de voto, entre el material enviado a cada casilla, en las oficinas de registro electoral del condado de Cobb en Marietta, Georgia, el 8 de agosto de 2024. (Audra Melton/The New York Times)

Tate Fall está abrumada.

Cuando aceptó ser directora electoral en el condado de Cobb, Georgia, el año pasado, sabía que se encargaría de registrar a los electores y alistar a los funcionarios de casilla, quizá incluso reparar las máquinas para votar.

Pero no esperaba el flujo interminable de desinformación, o al menos no estaba preparada para que se convirtiera en un aspecto tan excesivo de su trabajo. Ha tenido que soportar los gritos de negacionistas electorales en sus reuniones públicas, tomar en fines de semana llamadas de políticos alarmados por la nueva falsedad que está circulando y hasta explorar las teorías conspirativas que circulan en foros de Nextdoor y podrían agravar el escepticismo de los electores desconfiados, que ya de por sí dudan que el sistema democrático sea confiable y seguro.

Y eso fue antes de que las elecciones se salieran de curso.

En las semanas transcurridas desde que el expresidente Donald Trump fue víctima de un intento de asesinato y Kamala Harris sustituyó al presidente Joe Biden como candidata demócrata, con Tim Walz en su fórmula, se han multiplicado las teorías conspirativas. Críticos y políticos como la representante Marjorie Taylor Greene, republicana conocida por promover teorías conspirativas de extrema derecha y que representa parte de la jurisdicción de Fall, propagaron estas teorías.

Fall indicó que las consecuencias para su carga de trabajo no serán buenas y resaltó que las teorías conspirativas pueden dificultar el trato con electores para quienes las elecciones ya de por sí son desconcertantes, como eventos “mágicos”.

“Cada vez que hay algún gran suceso, es una oportunidad para que algunos malos actores se aprovechen de la situación y hagan de las suyas”, señaló Fall, de 30 años. “Nuestro trabajo consiste en asegurarnos de responder con eficacia esas preguntas y comunicarnos con nuestros votantes”.

Cada vez más, su generación de funcionarios electorales se ve obligada a hacer muchas cosas al mismo tiempo para intentar combatir la desinformación y sus consecuencias. A diario, deben desmentir rumores de que enormes números de personas fallecidas están incluidas el padrón electoral o que la votación por correo podría sufrir fraude. Tan solo el año pasado, se vieron inundados de solicitudes vanas de información detallada sobre sus empleados, enfrentaron campañas de acoso dirigidas a las mujeres de su familia y recibieron cartas intimidantes envenenadas con fentanilo y amenazas falsas de bombas y entradas forzadas.

El estrés ha obligado a muchos servidores públicos a renunciar o retirarse. Tan solo en Wisconsin, la asociación estatal de secretarios de condado descubrió que 31 de sus 72 miembros nunca habían administrado unas elecciones presidenciales, pues la mayoría asumió su cargo después de que sus predecesores cesaron funciones a la mitad del mandato. Los funcionarios restantes, muchos abrumados y muy cansados, de nuevo cuentan con recursos limitados para intentar comunicarse con la gente impasible antesus acciones anteriores para desmentir y limitar los rumores persistentes en línea y fuera de línea.

“La descripción de su empleo se ha ampliado significativamente; ya no se limita a colocar el equipo para la votación una vez cada dos años. Es un proceso mucho más prolongado y sostenido para intentar comunicarle información confiable al público”, afirmó Jonathan Miller, director de programa de la organización sin fines de lucro Public Rights Project, que promueve los derechos civiles. El grupo anunció un proyecto este año para ayudar a los funcionarios electorales a sobrellevar la carga adicional de pleitos, en especial en los estados pendulares.

En Míchigan, otro estado en disputa, los residentes del condado de Ottawa “pasaron un momento muy difícil” luchando con narrativas falsas después de las elecciones de 2020, aseveró Justin F. Roebuck, el secretario del condado. Republicano en una jurisdicción de mayoría republicana y sin lograr comprender qué había salido mal, cayó en un estado que su esposa describió como una crisis existencial.

“Me parece que, en lo emocional, todos hemos pasado un mal rato”, opinó. “El vehículo para sembrar miedo y duda sobre el sistema en sí mismo ha cambiado… es un blanco en movimiento perpetuo”.

Roebuck ha dedicado 17 años de su vida a la administración electoral, pero dijo que este año “definitivamente se siente distinto”. Ha intentado realizar sus propias investigaciones: en dos ocasiones tomó notas mientras veía la película “2000 Mules”, que gira en torno a acusaciones sin fundamento de fraude electoral, con el propósito de analizar las afirmaciones erróneas. Dejó de “mostrarles datos y hechos a las personas”, pues se dio cuenta de que es posible que las investigaciones rigurosas de grupos de expertos establecidos no convenzan a los electores que solo confían en los medios de noticias de derecha.

Ahora, intenta establecer contacto personal con los votantes, así que resalta que tanto él como su familia forman parte de su comunidad y es igual de importante para ellos.

“Hay muchas personas que no actúan de mala fe, que de verdad están preocupadas porque han oído de fuentes en las que confían que hay un problema”, explicó.

Esta desconexión también existe en lugares como Oregón. La secretaria de estado demócrata, LaVonne Griffin-Valade, enfrentó recortes considerables a su presupuesto anual para medidas de combate a la desinformación, que pasó de 500.000 dólares en 2022 a 150.000 dólares este año. Esta situación obligó a su equipo a reutilizar anuncios de servicio público antiguos y reducir sus gastos de publicidad un 35 por ciento con respecto a las elecciones de medio mandato. Cada día, su oficina procesa cientos de mensajes (en general antagonistas) sobre el sistema de votación, según Ben Morris, su jefe de gabinete.

Cuando su equipo preparaba estrategias de combate a las teorías conspirativas, la investigación académica sobre desinformación fue un recurso “increíblemente importante”, según Morris. Sin embargo, en meses recientes, el trabajo de universidades y grupos de investigación estadounidenses en el tema se ha reducido debido a una campaña de derecha que presenta esos estudios como un complot sospechoso para reprimir la expresión.

El equipo de Morris también contrató a una empresa de inteligencia artificial, Logically, para que le ayudara a monitorear la propagación de afirmaciones falsas a través de un servicio que comparó con “una alerta de Google con esteroides”. En el otoño, los republicanos locales denunciaron que el contrato del equipo violaba el derecho de libre expresión de los votantes (los republicanos del estado de Washington indicaron que un contrato similar con el secretario de estado constituía “vigilancia política” y “censura gubernamental”).

En respuesta, Morris indicó que su equipo utilizó los servicios de Logically para rastrear las narrativas falsas e identificar cuáles debían desmentir para informar a los electores. La oficina del secretario de estado no puede retirar contenido en línea y después de 2022 dejó de enviarles solicitudes a las empresas de redes sociales para que lo hicieran porque “no nos pareció que valiera la pena invertir nuestro tiempo, ya que Facebook y Twitter y esas empresas sencillamente nos ignoraban”, dijo.

Varios funcionarios señalaron que la resistencia de los legisladores estatales tiene suspendido el financiamiento en distintos estados que habrían protegido a los administradores electorales y apoyado sus acciones de combate a las teorías conspirativas y declaraciones falsas.

“¿Ese tipo de personas ha obstaculizado nuestros esfuerzos? Un poco, sí”, señaló Adrian Fontes, secretario de estado de Arizona, que es demócrata. “Nuestras acciones ni siquiera se acercan a lo que podríamos estar haciendo porque comprendemos la política del proceso de presupuesto y hay algunas cosas que decidimos no pedir”.

Los funcionarios electorales están haciendo lo que pueden este año para apuntalar la confianza de los electores: han preparado sitios web de verificación de hechos (como en Pensilvania) y publicado refutaciones en las redes sociales (como una serie llamada Mythbuster Mondays en Carolina del Norte).

Justin Roebuck, secretario de condado del condado de Ottawa, en West Olive, Míchigan, el 24 de julio de 2024. (Alfield Reeves/The New York Times)
Justin Roebuck, secretario de condado del condado de Ottawa, en West Olive, Míchigan, el 24 de julio de 2024. (Alfield Reeves/The New York Times)

Muchos funcionarios se están preparando para una posible sorpresa en octubre accionada por la IA (quizá contenido visual o de audio ultrafalso, quizá alguien que se haga pasar por un candidato o funcionario de casilla) que no puedan desmentir a tiempo. Algunos funcionarios subrayaron que esa tecnología también podría sobrecargar las campañas de acoso y así hacer más fácil bombardear a los distritos con solicitudes frívolas de registros públicos que pidan un rango muy amplio de documentos, como ficheros del historial de votantes en un periodo específico. La semana pasada, un grupo bipartidista de secretarios de estado le escribió al multimillonario del sector tecnológico Elon Musk para instarlo a reparar su asistente de búsqueda accionado con IA, Grok chatbot, pues afirman que proporcionó información imprecisa sobre las fechas límite de la votación y tardó 10 días en corregir el error.

En Arizona, Fontes realizó un ejercicio de situación de crisis con simulacros de ataques habilitados por IA, incluidos ultrafalsos de funcionarios electorales y conatos para obtener códigos de acceso oficiales. Varios negacionistas electorales republicanos en su estado resultaron victoriosos en sus contiendas primarias a finales del mes pasado.

“No tengo tiempo de preocuparme”, aseveró. “Hacemos todo lo posible para inocular el sistema, para prepararlo para nuestros votantes, para lo que pensamos que podría ocurrir. Y espero estar exagerando”.

c.2024 The New York Times Company