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El futuro es senior: la formación, clave para una jubilación activa

Cada vez más empresas reconocen el valor de la experiencia en su dirección
Cada vez más empresas reconocen el valor de la experiencia en su dirección - Créditos: @Shutterstock

Se estima que, para 2050, más de un 30% de la población española superará los 65 años, y que, por cada tres personas en edad de trabajar, habrá casi dos por encima de esta cifra. Más allá del desafío económico y social de esta proyección, está claro que el futuro es sénior y, sin embargo, también es, en gran medida, invisible. “Parece que nuestra sociedad está un poco en guerra con el hecho de hacerse mayor. Es como si, al llegar a una determinada edad, se volvieran invisibles: ves la tele, el marketing, los diarios... Todo lo que nos rodea está mucho más vinculado a la juventud, que es lo atractivo. Parece que hacerse mayor no es cool y que hubiera que invisibilizarlo”, cuenta Jon Balzategui, CEO de Vilma, una plataforma digital de formación para mayores. Lo cierto es que cada vez vivimos más (España es, tras Japón, el segundo país con una mayor esperanza de vida) y llegamos a mayores en mejores condiciones, un logro para el que mantenerse activo física y mentalmente resulta esencial.

El estallido de la pandemia le dio a Balzategui la oportunidad de volver a pasar tiempo en su País Vasco natal, desde donde teletrabajó y asistió en primera fila al proceso de jubilación de su madre, que había sido una persona muy activa laboralmente. “Ella tenía ganas de seguir haciendo cosas, de mantenerse activa, pero me di cuenta de que apenas tenía opciones a nivel digital”. Empezó a indagar y acabó fundando, junto a su amigo Andreu Texido (COO), una startup para que los mayores pudieran seguir formándose desde casa en aquello que más les gustara, en cursos que van desde los dos o tres meses hasta un año de duración: historia, arte, fotografía, yoga, escritura creativa, ejercicio físico o meditación, entre muchos otros. Una plataforma, como describe, de mayores para mayores, porque los profesores son también sénior: así aumenta la empatía y la cercanía con los alumnos, que además sienten que pueden aportar, por su experiencia, lo que ellos saben sobre cada tema. “Llega un punto de tu vida en el que consideras que ya has cumplido con todos tus compromisos sociales: te casaste, tuviste hijos, una vivienda, viajaste, trabajaste... Hay personas que, en ese punto, tiran la toalla y se ponen a esperar la jubilación. Pero cada vez hay más gente que opta por planear y buscar todo aquello que no pudieron hacer durante su carrera laboral”, sostiene Laura Rosillo, especialista en Recursos Humanos y gestión de la edad. Una crisis, apunta, que es independiente de la edad. “En ese momento, uno de los aspectos fundamentales es volver a aprender, porque esa crisis te empuja a hacer algo nuevo desde un punto de vista diferente”.

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Es decir, que por fin se llega a un momento donde, además de interés, hay tiempo para cultivar todas esas inquietudes de formación que no se pudieron abordar mientras estabas trabajando. “No por el hecho de tener un título, sino por puro placer”, explica Javier García, director gerente de la Confederación Española de Organizaciones de Mayores (Ceoma). De ellos, una parte importante opta por la formación universitaria (solo en Ceoma hay más de 75.000 estudiantes ya jubilados), mientras que otros eligen una formación menos académica y reglada y que sin embargo les permita seguir adquiriendo conocimientos en áreas de su gusto.

“Los mayores, para mantenerse sanos, tienen que permanecer activos. Pero la salud no es solo la ausencia de enfermedad, sino encontrarte bien física, psíquica, mental y emocionalmente, tener un buen entorno social... Eso es tener salud”, señala.

La gestión del talento

La gestión de la edad lleva, necesariamente, a otra pregunta: ¿Se aprovecha adecuadamente el talento sénior en nuestra sociedad? Para Rosillo, la respuesta es claramente negativa: “Piensa que, desde la crisis de 2008, la única medida que las empresas han tomado al hablar del reajuste de las plantillas ha sido la prejubilación. Existe un tópico que dice que las personas mayores de 45 años tienen dificultades para aprender, resistencia al cambio... y todo eso es mentira”. El prejuicio fundamental, esgrime, es que se asocia al talento con la juventud, por su energía y fortaleza, y se considera que alguien con más de 50 años está en decadencia.

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“¿Qué está pasando en muchas empresas? Que se han sacado de encima a mucha gente mayor de 50 años, a los que han sustituido por gente muy joven a los que, claro, van a pagar mucho menos. Pero eso supone une etapa de marcha atrás en la empresa, porque necesitan uno, dos o tres años hasta que entienden el sector, la empresa y sus valores y los clientes”, recuerda Rosillo.

Para la experta, lo ideal sería mantener un equilibrio entre la perspectiva de los jóvenes y la experiencia de los trabajadores sénior. “Cada vez que he trabajado en un equipo innovador donde solo había gente joven, esos proyectos han acabado en un cajón, porque no estaban aterrizados a la realidad de la empresa y del sector. Y en ello puede ayudar, y mucho, el talento sénior, por el conocimiento del sector, los clientes y el entorno que poseen al llevar tantos años trabajando”, señala Rosillo.