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Gracias a la IA es más importante que nunca proteger la identidad de los niños en internet, pero también es más difícil

Los padres llevan más o menos dos décadas estresados por qué compartir sobre sus hijos en línea. Las nuevas tecnologías potentes presentan un riesgo más urgente. (Lincoln Agnew/Los New York Times)
Los padres llevan más o menos dos décadas estresados por qué compartir sobre sus hijos en línea. Las nuevas tecnologías potentes presentan un riesgo más urgente. (Lincoln Agnew/Los New York Times)

Hay dos facciones de padres distintas en TikTok: los que rompen huevos sobre la cabeza de sus hijos para reírse y los que intentan con desesperación asegurarse de que el internet no sepa quiénes son sus hijos.

Para la estrella de TikTok que publica bajo el nombre de Kodye Elyse, una experiencia desagradable que tuvo en línea le hizo dejar de incluir a sus tres hijos en las redes sociales. Un video que publicó en 2020 de su hija pequeña bailando atrajo millones de visitas y comentarios asquerosos de hombres extraños. (Pidió a The New York Times que no publicara su nombre completo porque en el pasado ella y sus hijos habían sido objeto de “doxing”).

“El internet es un poco como ‘The Truman Show: Historia de una vida’”, comentó Kodye Elyse, de 35 años, que tiene 4 millones de seguidores en TikTok y publica sobre su trabajo como artista de tatuajes estéticos y sus experiencias como madre soltera. “Nunca sabes quién lo está viendo.

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Después de esa experiencia, borró del internet las imágenes de sus hijos. Rastreó todas sus cuentas en línea, en sitios como Facebook y Pinterest, y las borró o las hizo privadas. Desde entonces se ha unido al clamoroso grupo de tiktokeros que animan a otros padres a no publicar imágenes de sus hijos.

Pero en septiembre descubrió que sus intentos no habían sido del todo fructíferos. Kodye Elyse utilizó PimEyes, un alarmante motor de búsqueda que en cuestión de segundos encuentra fotografías de una persona en internet mediante tecnología de reconocimiento facial. Cuando subió una foto de su hijo de 7 años, los resultados incluyeron una imagen de él que nunca había visto antes. Tuvo que pagar una suscripción de 29,99 dólares para saber de dónde había salido la imagen.

Su exmarido había llevado a su hijo a un partido de fútbol y ambos aparecían en el fondo de una fotografía de un sitio de noticias deportivas, sentados en primera fila detrás de la portería. Se dio cuenta de que no podría hacer que la agencia de noticias retirara la foto, pero rellenó una solicitud de exclusión en PimEyes para eliminar la imagen de su hijo y que no apareciera si otras personas buscaban su cara. También descubrió que una fotografía de su hija cuando apenas empezaba a caminar (ella ahora tiene 9 años) se utilizaba para promocionar un campamento de verano al que había asistido. Pidió al campamento que retirara la foto, y así lo hicieron.

Lucy y Mike Fitzgerald con sus dos hijas en San Luis el 4 de septiembre de 2023. Los Fitzgerald no publican en línea fotografías reconocibles de sus hijos y han pedido a familiares y amigos que también se abstengan de hacerlo. (Whitney Curtis/Los New York Times)
Lucy y Mike Fitzgerald con sus dos hijas en San Luis el 4 de septiembre de 2023. Los Fitzgerald no publican en línea fotografías reconocibles de sus hijos y han pedido a familiares y amigos que también se abstengan de hacerlo. (Whitney Curtis/Los New York Times)

“Creo que todo el mundo debería revisar eso”, dijo. “Es una buena manera de saber que nadie está reutilizando las imágenes de tus hijos”.

Cuidado con hablar de tus hijos en línea

Se ha debatido y analizado tanto cuánto deben publicar los padres sobre sus hijos en internet que ya tiene su propio término: “sharenting” [en inglés, un acrónimo entre “crianza” y “compartir”].

Históricamente, la principal crítica a los padres que comparten demasiado en línea ha sido que invaden la privacidad de su progenie, pero los avances en las tecnologías basadas en la inteligencia artificial proporcionan a los agentes malintencionados nuevas maneras de apropiarse indebidamente del contenido que hay en línea con imágenes de niños.

Entre los nuevos riesgos están las estafas con tecnología “deepfake” que imitan las voces de los niños, además de la posibilidad de que un extraño pueda conocer el nombre y la dirección de un niño con solo buscar su foto.

Jennifer DeStefano, una madre de Arizona, recibió este año una llamada de alguien que afirmaba haber secuestrado a su hija de 15 años. “Contesté el teléfono: ‘Hola’; al otro lado estaba nuestra hija Briana, sollozando y llorando, diciendo: ‘Mamá’”, declaró este verano en un testimonio ante el Congreso.

DeStefano estaba negociando el pago de 50.000 dólares a los secuestradores cuando descubrió que su hija estaba en casa “descansando a salvo en la cama”.

Lo que un rostro revela

La tecnología de reconocimiento facial, que ha aumentado su potencia y precisión en los últimos años, podría vincular videos y fotografías poco conocidos con el rostro de una persona. Las fotos tomadas en la escuela, una guardería, una fiesta de cumpleaños o un parque infantil podrían aparecer en una búsqueda. (La escuela o la guardería deben presentarte un documento para que lo autorices; no dudes en negarte).

“Cuando un niño es más pequeño, los padres tienen más control sobre su imagen”, afirmó Debbie Reynolds, consultora de privacidad de datos y tecnologías emergentes. “Pero los niños crecen. Tienen amigos. Van a fiestas. Las escuelas toman fotos”.

Reynolds recomienda a los padres que busquen en internet las caras de sus hijos utilizando un servicio como PimEyes o http://FaceCheck.ID . Si no les gusta lo que sale, que pidan a los sitios web donde se publicó la foto que la retiren. (Algunos lo harán, pero otros, como los de noticias, quizá no).

En una encuesta del Centro de Investigaciones Pew realizada en 2020, más del 80 por ciento de los padres declararon haber compartido fotografías, videos e información sobre sus hijos en las redes sociales. Los expertos no pudieron precisar cuántos padres comparten esas imágenes únicamente en cuentas privadas de redes sociales, y no públicamente, pero afirmaron que compartirlas en privado es una práctica cada vez más habitual.

Mimi Ito, antropóloga cultural y directora del Laboratorio de Aprendizaje Conectado de la Universidad de California en Irvine, afirma que la tecnología de reconocimiento facial dificulta el hecho de compartir en línea las fotos de los niños, que de otro modo sería algo agradable.

“Cada vez somos más conscientes de que, con la inteligencia artificial, no controlamos todos los datos que arrojamos al ecosistema de las redes sociales”, señaló.

Controlando las huellas que dejamos en internet

Lucy y Mike Fitzgerald, bailarines de salón profesionales de San Luis, Misuri, que mantienen una presencia activa en las redes sociales para promocionar su negocio, se abstienen de publicar en internet imágenes de sus hijas, de 5 y 3 años, y han pedido a amigos y familiares que respeten la prohibición. Creen que sus hijas deben tener derecho a crear y controlar sus propias huellas en internet. También les preocupa que sus imágenes puedan utilizarse de manera inapropiada.

“El hecho de que puedas robar la foto de alguien con un par de clics y luego utilizarla para lo que quieras es preocupante”, dijo Lucy Fitzgerald. “Entiendo el atractivo de publicar las fotos de tus hijos, pero en última instancia, no queremos que sean ellos los que tengan que lidiar con las posibles consecuencias indeseadas”.

Fitzgerald asegura que ella y su marido no son expertos que están “informados sobre lo que se avecina en el horizonte de la tecnología”, pero, según relató, hace años “tuvieron la sensación” de que iban a existir “capacidades que no podemos prever ahora y que acabarán siendo problemáticas para nuestros hijos”.

Los padres con más probabilidades de conocer detalles concretos sobre lo que se avecina en el horizonte tecnológico, como Edward Snowden, el contratista de la Agencia de Seguridad Nacional convertido en denunciante, y Mark Zuckerberg, cofundador de Facebook, ocultan los rostros de sus hijos en contenido público que suben a las redes sociales. En sus publicaciones navideñas en Instagram, Zuckerberg utilizó el torpe método del emoji —poner una pegatina digital en la cabeza de sus hijos mayores—, mientras que Snowden y su esposa, Lindsay Mills, posaron ingeniosamente a uno de sus dos hijos detrás de un globo para ocultar su rostro.

“Quiero que mis hijos tengan la opción de revelarse al mundo, en la manera que elijan, cuando estén preparados”, dijo Mills.

Un portavoz de Zuckerberg declinó hacer comentarios o explicar por qué no se hizo lo mismo con la cara de su bebé y si era porque la tecnología de reconocimiento facial no funciona muy bien en bebés.

La privacidad y el éxito futuro

Numerosos expertos señalaron que los adolescentes pensaban mucho en cómo cuidaban sus identidades digitales y que algunos usaban pseudónimos para evitar que sus padres, maestros y posibles empleadores encontraran sus cuentas en las redes sociales. Pero si hay una imagen pública en esa cuenta que muestra su rostro, de todas maneras podría vincularse a ellos con un motor de búsqueda de rostros.

“Es muy difícil mantener tu cara fuera de la web”, dijo Priya Kumar, profesora asistente en la Universidad Estatal de Pensilvania que ha estudiado las implicaciones en la privacidad de hablar sobre los hijos en internet.

Kumar sugiere que los padres involucren a los niños, desde los 4 años más o menos, en el proceso de publicación y les hablen sobre qué imágenes pueden compartir.

Amy Webb, directora ejecutiva de Future Today Institute (una consultora empresarial que se centra en tecnología), hace una década se comprometió en una publicación de Slate a no publicar en línea fotografías personales ni información de identificación de su pequeño. (Algunos lectores tomaron esto como un desafío y encontraron una foto familiar que Webb había hecho pública sin darse cuenta, lo que demuestra cuán difícil puede ser mantener a un niño fuera del internet). Su hija, ahora adolescente, dijo que apreciaba ser una “persona en línea fantasma”, y pensó que la ayudaría profesionalmente.

Los futuros empleadores “no encontrarán literalmente nada sobre mí porque no tengo ninguna plataforma”, dijo. “Me ayudará a tener éxito en mi futuro”.

c.2023 The New York Times Company