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Lo que había detrás de esa imagen desaliñada y 'descuidada', antes de su caída en desgracia

Sam Bankman-Fried, fundador de la casa de cambio de criptomonedas colapsada FTX, habla virtualmente con Andrew Ross Sorkin en la Cumbre DealBook 2022 de The New York Times en el Jazz At Lincoln Center de Manhattan, el 30 de noviembre de 2022. (Hiroko Masuike/The New York Times)
Sam Bankman-Fried, fundador de la casa de cambio de criptomonedas colapsada FTX, habla virtualmente con Andrew Ross Sorkin en la Cumbre DealBook 2022 de The New York Times en el Jazz At Lincoln Center de Manhattan, el 30 de noviembre de 2022. (Hiroko Masuike/The New York Times)

La figura mítica del multimillonario genio de la tecnología con camiseta de hombre sin dirección clara en la vida puede estar a punto de llegar a su esperado final. La detención de Sam Bankman-Fried, fundador de la plataforma de comercio de criptomonedas FTX, el lunes en las Bahamas, acusado de fraude, tal vez señale no solo la siguiente etapa de su caída, sino también un cambio en la imagen global de Silicon Valley.

Después de todo, nadie llevó más lejos que Bankman-Fried (o SBF, como se le suele llamar) la idea de que vivir con una mente sin límites se reflejaba en una vida liberada de preocupaciones insignificantes como la ropa. Para él no existía la jaula física del traje y la corbata. En su lugar, estaban la camiseta, los pantalones cortos tipo cargo y los zapatos deportivos, a menudo combinados con calcetines blancos de correr replegados en el tobillo.

Apariencia eficaz... en apareciencia

Además, no cualquier tipo de camiseta y pantalón corto, sino los que podrían parecer las camisetas y los pantalones cortos más holgados, más estirados, más usados para dormir, más conscientemente poco favorecedores, y la cabeza de recién salido de la cama más desaliñada. Aunque el atuendo puede haber evolucionado de forma natural, se convirtió en su firma a medida que ganaba prominencia, una apariencia que se dio cuenta de que era tan eficaz para pulsar los botones pavlovianos del público (y de la comunidad inversora) como los trajes de Savile Row y las corbatas de Charvet de Wall Street.

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“Es algo tan consciente como constituir una sociedad en las Bahamas, donde la supervisión regulatoria es nula o escasa”, afirmó Scott Galloway, inversionista, presentador de pódcast y profesor de mercadotecnia, refiriéndose al hecho de que la sede de FTX estuviera en el Caribe y no en California. “Es el máximo indicador de la flexibilidad del sector tecnológico para los chicos blancos multimillonarios: estoy por encima de las convenciones. Soy tan especial que no estoy sujeto a las mismas reglas ni a los mismos cánones sociales que los demás”.

Es una imagen que en realidad no tiene sus raíces en que Bankman-Fried haya vivido su juventud en una familia que abrazara un utilitarismo como el que estaba detrás del cabello alborotado sin cepillar de Albert Einstein, que se convirtió en un símbolo del genio del físico tan poderoso como su fórmula E=mc2. Esas raíces están en los pantalones de mezclilla y el cuello de tortuga negro de Steve Jobs, en las camisas kitsch, la barba y el pelo largo y crespo de Steve Wozniak (que tardaron tres horas en recrear para la película biográfica “Jobs”) y, por supuesto, en las chanclas Adidas, sudaderas con capucha y camisetas grises de Mark Zuckerberg, que dieron lugar al actual uniforme tecnológico.

Es un uniforme que le expresa al mundo que quien lo usa es alguien que no tiene tiempo de preocuparse por lo que lleva puesto porque está pensando en grandes cosas que podrían cambiar el mundo, pensamientos que nadie más puede entender porque son muy innovadores y potencialmente revolucionarios. Juega con nuestra inseguridad general en torno a la ciencia y el mundo de la tecnología, con la idea de un lenguaje hecho en código e impenetrable que mágicamente reduce todo tipo de posibilidades y las pone en la palma de tu mano.

Nos hemos tragado la teoría del vestuario completita, aseguró Joseph Rosenfeld, consultor de imagen y estilista de Silicon Valley. “Cuando los ‘tipos tecnológicos’ como SBF están en pleno ascenso meteórico en cuanto a notoriedad y creación de riqueza, el público está dispuesto a perdonarles las fachas porque es la imagen que por fuerza les corresponde”, comentó Rosenfeld. Ese disfraz ha sido reforzado por Hollywood y por el simple hecho de que cada vez que “un capitalista de riesgo invierte una cantidad estratosférica con una persona mal vestida (casi el cien por ciento de las veces una persona que parece identificarse con el género masculino), esa es una forma pasiva de aprobación”.

Sam Bankman-Fried habla en la conferencia Crypto Bahamas en Nassau el 27 de abril de 2022. (Erika P. Rodriguez/The New York Times)
Sam Bankman-Fried habla en la conferencia Crypto Bahamas en Nassau el 27 de abril de 2022. (Erika P. Rodriguez/The New York Times)

Y es una forma que se perpetúa por sí sola, al menos si eres un hombre blanco y joven, como también dijo Galloway. “Si una persona de color, una mujer o un hombre de 50 años aparecieran así, el personal de seguridad quizá no los dejaría entrar al edificio”, señaló. En muchos sentidos, el código de vestimenta es otro ejemplo más del doble rasero que abunda en Silicon Valley (o en esas empresas que asociamos con Silicon Valley aun si, como FTX, tienen su sede en otro lugar), por el que vimos a Sheryl Sandberg en su época de Facebook usando vestidos profesionales sin mangas en una sala repleta de sudaderas con capucha.

Estrategia 'descuidada'

O al menos lo era. Sin embargo, de repente, Bankman-Fried ha hecho que veamos esa imagen con nuevos ojos. Su vestimenta descuidada ya no parece el reflejo de una vocación superior o de una decisión de dedicar sus propias finanzas al “altruismo efectivo”, sino una señal de alerta sobre una estrategia descuidada para manejar el dinero de otras personas, una pista de que alguien que no se preocupa por la higiene o el estilo tal vez es alguien que no se preocupa por realizar auditorías y no tiene cuidado al mezclar fondos.

Es una señal de que, en realidad, en su abrumadora aceptación de la mística de la indumentaria informal, Bankman-Fried perdió de vista que lo que importa son los detalles y lo que no se ve (un colega, Andy Croghan, declaró a The New York Times: “Sam y yo no nos poníamos pantalón largo para ir a las reuniones a propósito”). Las prendas negras con cuello de tortuga de Jobs eran del diseñador japonés Issey Miyake, por ejemplo; las camisetas grises de Zuckerberg son del diseñador italiano Brunello Cucinelli. Solo parecían elecciones espontáneas.

Bankman-Fried tenía previsto declarar ante el Congreso al día siguiente de su detención. Nunca sabremos si pensaba ponerse un traje para la ocasión (lo hizo cuando testificó en diciembre de 2021, aunque fue tan sonado que ató de una forma muy extraña las agujetas de sus zapatos marrones que estos se convirtieron en un meme). Pero, dado que cuando compareció ante el tribunal de las Bahamas se puso un traje azul marino y una camisa blanca, aunque sin corbata, parece entender la influencia que puede tener la imagen en los dictámenes. Es de suponerse que hará lo mismo cuando su caso llegue a los tribunales de Nueva York, quizás hasta se ponga corbata, aunque es dudoso que para entonces eso pueda cambiar algo.

Su historial de desaliño —que todavía se pudo ver durante su gira mediática de “mea culpa” y autoexoneración antes de su detención— ha quedado registrado para pintar la imagen, como dijo Galloway, de un “tipo que no respeta el dinero de los demás, como tampoco respetaba el decoro”.

Y si realmente se le da ese uso, es bastante probable que pase de moda toda esa escenita de la vestimenta fachosa. Al menos durante un tiempo. Tal vez quede en su lugar la indumentaria del hombre que ha sustituido a Bankman-Fried como director ejecutivo de FTX para supervisar su quiebra, John J. Ray III, quien se presentó ante el Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes el martes con un traje azul marino a rayas, camisa azul claro y corbata rosa con un discreto estampado.

Sin embargo, Galloway preguntó qué pasaría con “el gesto del dedo medio levantado, la actitud de ‘soy especial, no convencional y estoy por encima de todo ese aburrido juego de reglas’”, con esa filosofía que Bankman-Fried simbolizaba.

“Eso siempre estará de moda”, respondió él mismo. Aunque tenga una nueva imagen.

© 2022 The New York Times Company

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