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Inflación y actividad: cómo responderá la economía europea a la reciente suba de las tasas de interés

Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo
Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo - Créditos: @getty images

MADRID.– Si Mario Draghi pasó a la historia como el salvador del euro cuando pronunció su frase “haré todo lo que haga falta”, Christine Lagarde se postula para ser recordada como la presidenta del Banco Central Europeo (BCE) que tuvo que lidiar con la pandemia y que luchó contra la inflación con alzas de los tipos de interés. El jueves último, el BCE anunció su segunda suba en el año: en julio fue un 0,5% y ahora, un 0,75%, el mayor incremento de la historia del banco central. Un golpe sobre la mesa que manda un mensaje de guerra total contra la espiral inflacionista.

La crisis energética, los desajustes en las cadenas de suministro y la guerra de Ucrania hicieron disparar los precios, y eso llevó a un golpe de timón en la sala de máquinas del BCE. La política monetaria dejó atrás unos tipos de interés anémicos, de cero o negativos desde marzo de 2016. “Desde antes del verano [boreal], los bancos centrales mostraron su preocupación por la inflación. Por eso, lo importante es el endurecimiento del mensaje con una subida más fuerte el interés”, dice Leopoldo Torralba, economista de Arcano Economic Research.

Con esto, se espera que haya efectos positivos en la economía: se reducirán las expectativas de inflación y tomará fuerza la rentabilidad de los depósitos. Aunque también habrá consecuencias menos halagüeñas: subirán los costos de financiación, se frenará el consumo y habrá que vigilar de cerca la morosidad. Además, el Eurobanco mira con recelo una gran amenaza: si se pasa de frenada, podría arrastrar a la economía a una recesión más intensa y duradera de lo previsto.

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En la calle, el primer efecto de las subidas de tipos es el encarecimiento de la financiación. Algo que sufrirán las familias, sobre todo en las hipotecas. Aunque el alza de 75 puntos básicos no se reflejará en los próximos días, sino que ya se produjo en las últimas semanas, porque el mercado lo descontó previamente. El euríbor a 12 meses, un indicador en el que se referencia la mayoría de las hipotecas, cerró agosto en el 1,249%, casi dos puntos arriba del dato del año anterior.

En el crédito al consumo, así como en la financiación de las empresas, también se reflejará el alza de los gastos financieros. De ahí el riesgo de que una suba abrupta suponga un freno a la inversión, al consumo y a la economía. “Las empresas acabarán invirtiendo menos. Es la forma que tiene el banco central de frenar el consumo y reducir la demanda para, a la postre, reducir la inflación”, añade Torralba.

La morosidad se mantiene todavía a raya. Quedan muy lejos todavía los datos de la Gran Recesión, cuando los créditos impagos se dispararon. El índice, en el caso de España, se situó en junio en el 3,88%, uno de los niveles más bajos desde 2008, según datos del Banco de España. Pero el escenario económico ha virado y la subida de tipos comenzará a presionar sobre los gastos de familias y empresas.

Pese a ello, Torralba considera que la situación se mantendrá bajo control. “La subida se hace desde unos tipos muy bajos y va hacia niveles neutrales. Además, en la mora afecta mucho también el entorno macro y el empleo. En este caso, no prevemos una recesión seria, solo un bache que no afectará muy negativamente a la economía española ni a la morosidad”, dice.

En España, la suba interanual del índice de precios al consumidor fue de 10,4% en agosto, mientras que en la Eurozona llegó a 9,1%. El desafío es subir los tipos de interés de manera equilibrada, en un nivel que no da impulso a la actividad, pero tampoco la deprime. El objetivo es muy difícil de lograr y cualquier traspié de los bancos centrales puede hacer descarrilar la economía. © El País