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Intervención a Edesur: el Gobierno eligió una tangente poco efectiva que apunta al relato

Gasoducto Néstor Kirchner Energía Massa Royón
Gasoducto Néstor Kirchner Energía Massa Royón

No hay soluciones mágicas para un problema que se resuelve en años. Pero si no se puede resolver, al menos es necesario que se note acción. La confusión que expresó el Gobierno en el caso Edesur terminó en uno de los dos caminos legales. El primero, la intervención de la empresa. El segundo, la estatización.

Desechada la estatización, se optó por la intervención. Según la lógica que se infiere de las palabras del ministro de Economía, Sergio Massa, los “malos de Edesur” son malos pero no tanto. Es decir, de acuerdo con lo que expresó, incumplen el contrato, no invierten lo necesario, dejan a los usuarios sin suministro vital para la vida moderna, pero no es necesario rescindirles la concesión.

Por ahora, el Gobierno cree que alcanza con nombrar al intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi, como interventor por 180 días para revertir un problema que sedimenta hace dos décadas. Ahora bien, si tan mal hizo las cosas la empresa de capitales italiano, ¿por qué no dar por finalizado el contrato y defender así, como dice, al sufrido usuario?

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La respuesta es simple. Massa, su secretaria de Energía, Flavia Royón, y todos los técnicos de la cartera conocen perfectamente que el sistema eléctrico, pero en particular el caso Edesur, está teñido por incumplimientos de ambas partes.

Por un lado, el Estado concedente, que no recompuso la ecuación financiera de un contrato de servicio público masivo. Y, por el otro, la empresa, que también actuó protegiendo sus intereses en un contexto regulatorio y tarifario adverso.

El problema energético empieza en un hecho que lleva dos décadas y que se convirtió en un punto central del relato kirchnerista. Los cortes en el suministro se explican por la falta de inversión producto de años donde el kirchnerismo blandió la bandera de que los servicios públicos se entregan a precio de regalo.

La caída de la red eléctrica de las localidades en las que se corta el servicio cuando el calor, el frío, la lluvia o el viento lo disponen, es producto de la precariedad de la infraestructura argentina. La abrupta salida de la convertibilidad destrozó los contratos que se firmaron cuando una moneda de un peso tenía el mismo valor que un dólar. Pasaron casi 22 años, un tiempo suficiente como para reconstruir una trama regulatoria que, para este tipo de industria, es uno de los activos más importantes.

Sin ese entramado de normas y contratos que permiten tener previsibilidad, pues no es posible conseguir créditos. Y sin créditos, las inversiones tienen una sola caja para financiarse: la recaudación propia.

El sistema de tarifas congeladas hasta hace meses, que mantuvo el Gobierno desde que asumió y que había sido impuesto en el último año del gobierno de Mauricio Macri, detonó el último atisbo de plan de inversión integral que tenía la empresa. Y con la red maltrecha, pues sólo era necesario el calor.

La solución del Gobierno es colocar como interventor por 180 días al exministro de Hábitat Jorge Ferraresi. Todos conocen perfectamente el asunto y saben que en ese tiempo, en el que suele no poder refaccionarse un departamento de tres ambientes, es imposible revertir la desmejora de la red.

Es más. Fue la propia secretaria del área, Royón, la que admitió que se trata más de una enorme puesta en escena que de una acción que busque una solución al problema. “La operación de la empresa va a seguir a cargo de la empresa; el ingeniero va a garantizar que las obras que se tenían que hacer se hagan. El interventor no se va a hacer cargo de la operación, pero va a garantizar los intereses del Estado”. Es más, todo parece indicar que mantendrá sus funciones como intendente de Avellaneda. En el manual kirchnerista siempre es bueno que las responsabilidades sean ajenas.

Presión de los intendentes

Sin embargo, pocas horas después de que el intendente Ferraresi admitiera que Massa salvó al Gobierno de “irse en helicóptero”, el ministro compensó la metáfora con un cargo de interventor en Edesur.

El nombramiento tiene varias lecturas. En un principio es ceder a la presión de los intendentes del Sur del conurbano bonaerense. Encolumnados detrás del jefe de Gabinete provincial, Martín Insaurralde, reclamaban que sean ellos los que manejen la electricidad de su distrito. Massa colocó allí uno no tan ajeno como podría ser el funcionario de Axel Kicillof o algún militante de La Cámpora.

La temperatura cercana a los 20° que se espera de ahora en más disimulará las fallas. Luego llegará el invierno y ahí sufren más los sectores de menores ingresos, que no tienen gas para utilizarlo y atemperar el frío. El epicentro del problema, que ahora eran las calles porteñas se muda al sur bonaerense. Allí irá la inversión de estos meses, a cuidar el electorado. Mientras, en la Ciudad los problemas no se notarán porque la calefacción es mayoritariamente con gas. Lo que sigue es el paso del tiempo, del calendario y de las estaciones. Los próximos calores serán un desafío para otra gestión.