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Inversión, investigación e innovación, las tres claves para crecer

Warehouse management innovative software in computer for real time monitoring of goods package delivery . Computer screen showing smart inventory dashboard for storage and supply chain distribution .
La inversión en tecnología es clave para el desarrollo de productos innovadores - Créditos: @Blue Planet Studio

CÓRDOBA.- La innovación es un factor crítico para el desarrollo económico y social; en un mundo altamente competitivo, las empresas necesitan “innovar constantemente sea de manera natural o intencionada”, señala un trabajo de la Cepal que también subraya que la innovación “requiere una mirada cada vez más integral, poniendo a la empresa en el centro del desafío”. La Argentina está a mitad de la tabla mundial en lo que hace a inversiones en investigación y desarrollo (I+D) pero sus exportaciones están primarizadas.

La Cepal advierte que las inversiones en I+D por sí solas no aumentan la productividad, sino que lo hacen las innovaciones que se obtienen como resultado de la I+D y repasa que en los países desarrollados, una gran proporción del dinero que va a I+D se orienta al desarrollo experimental de productos innovadores.

Según Indec, en 2022 los complejos soja, maicero, petrolero-petroquímico, automotriz, triguero, carne y cuero bovinos, oro y plata, girasol, pesquero y cebada concentraron el 78,6% del total de las ventas totales al exterior. Es decir, la innovación en manufacturas y la economía del crecimiento tienen margen para crecer.

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En un trabajo de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), se informa que las empresas que más gastan en I+D en todo el mundo incrementaron en 2021 su gasto en I+D casi un 10%, hasta superar los us$900.000 millones, cifra superior a la de 2019, año previo a la pandemia. Este aumento se debe principalmente a cuatro sectores: hardware y equipos eléctricos de TIC; servicios de software y TIC; productos farmacéuticos y biotecnología; y construcción y metales industriales.

En este contexto, afirma su director, Daniel Tang, que “el Índice Mundial de Innovación de este año (2022) concluye que la innovación se encuentra en una encrucijada ahora que vamos dejando atrás la pandemia. Si bien la inversión en innovación aumentó en 2020 y 2021, las perspectivas para 2022 son algo turbias, no solo por las incertidumbres mundiales, sino por los malos resultados que se han venido observando de manera continuada en la productividad impulsada por la innovación. Por ello debemos prestar más atención, no solo a la inversión en innovación, sino a cómo esta se traduce en logros económicos y sociales. La calidad y el valor se convertirán en elementos tan cruciales para el éxito como la cantidad y la escala”.

Suiza, Estados Unidos, Suecia y el Reino Unido lideran la clasificación del Índice Mundial de Innovación. La Argentina está en el puesto 69 entre 132 países.

Economía del conocimiento

En la última década, los servicios basados en el conocimiento ganaron terreno en el mundo. El promedio global de variación de exportaciones del sector en ese período fue de 78%; países como Rumania, Polonia y República Checa están por encima de ese valor. En Latinoamérica, el único país que logró superarlo fue Costa Rica, aunque, a nivel de exportaciones en millones de dólares, todavía no alcanza los niveles que presenta la Argentina, y ambos se mantienen lejos de Brasil, el líder regional de esas exportaciones.

Maximiliano Scarlan, economista de la consultora Abeceb, señala que el país está en un nivel “intermedio” -el propio de los emergentes- en el contexto mundial de innovación, aunque advierte que el concepto no es solo I+D, sino que incluye otros aspectos como la generación de patentes, la educación y el impacto de las investigaciones en el sistema tecnológico y científico.

“Por sus condiciones de desarrollo la Argentina podría estar mejor catalogada -describe-. Hay activos bastantes claros como el contar con recursos humanos calificados, el fomento de economía del conocimiento, el crecimiento de los servicios basados en el conocimiento. Juegan en contra los problemas macro, entre los que se cuenta el desdoblamiento cambiario de hecho que existe”. En Latinoamérica la Argentina está por detrás no solo del líder Brasil, sino de Chile.

Scarlan rescata que, con la economía del conocimiento, se mantuvieron políticas de Estado pero alerta sobre la “competencia” mundial que existe con países como Polonia, la República Checa o varios del sudeste asiático, que tienen regímenes parecidos a los de la Argentina que perdió posicionamiento internacional ya que en 2010 su peso era de 0,39% y en el 2021 fue de 0,22%.

A modo de ejemplo, un trabajo del Instituto de Investigaciones Económicas de la Bolsa de Comercio de Córdoba describe que en 2022 las exportaciones de los servicios basados en el conocimiento quedaron cuartas en el ranking general, con US$ 6.758 millones. En lo que hace al balance cambiario de este segmento, (dólares ingresados por exportaciones menos dólares utilizados para pagar importaciones), desde el 2004 hay saldos netos positivos, aunque en valores relativamente bajos. En síntesis, el sector lleva casi dos décadas como generador neto de dólares; el año pasado fueron US$1.494 millones.

Desde el Instituto de la Bolsa de Comercio de Córdoba subrayan que como los servicios de la economía del conocimiento no dependen de factores como el clima y los recursos naturales, están entre las actividades que tiene fuerte potencial para la diversificación de las exportaciones argentinas.

Exigencias del ecosistema mundial

¿Cuáles son los factores que impulsan el crecimiento de lo ligado al conocimiento? ¿Qué necesita la Argentina para crecer en ese segmento? Según el Banco Mundial, uno de los pilares de mayor importancia es una población con educación y con capacidad para crear, compartir y utilizar esos saberes. Además, se requieren incentivos económicos, un régimen institucional que permita el libre flujo del conocimiento y apoye a la inversión; infraestructura para la comunicación y el procesamiento de información y un sistema de innovación que aproveche el creciente conocimiento global.

Esas son las aristas que conforman el ecosistema de la Economía del Conocimiento y se reflejan en el Índice de Conocimiento Mundial (GKI por sus siglas en inglés) elaborado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo con la Fundación Mohammed Bin Rashid Al Maktoum. La Argentina ocupa el puesto 70 entre los 132 países analizados.

Estados Unidos, Suiza, Suecia y Finlandia ocupan los primeros cuatro lugares de la última edición difundida en diciembre último, aunque en sub categoría TICs, Singapur queda a la cabeza seguido por Estados Unidos, Islandia y Luxemburgo. A la hora de evaluar la mejor infraestructura TIC, se posicionan primeros Seychelles, Suiza, Noruega e Islandia.

En el ranking general, Chile aparece en el puesto 44 y es el primero de Latinoamérica y el Caribe; le siguen Uruguay en el 51 y Costa Rica en el 56. Después Perú (58), Colombia (60), Argentina (70), Bolivia (71), México (75), Brasil (76), Ecuador (80), Paraguay (83) y República Dominicana (88).

Chile tiene un sólido desempeño en términos de su infraestructura de conocimiento, ocupa el puesto 44 entre 132 países en el Índice de Conocimiento Global 2022 y el 42 entre 60 países con desarrollo humano muy alto, consigna el reporte que también señala virtudes como la inversión privada en I+D, el financiamiento MiPyme y la tasa bruta de asistencia a la educación terciaria, al tiempo que propone mejorar la relación entre los ingresos de las ocupaciones de calificación media y el salario promedio, calificar a los trabajadores de la producción en particular, y de todos los sectores en general.

A la hora de evaluar a la Argentina, consigna que tiene un desempeño moderado en términos de su infraestructura de conocimiento. Ocupa el puesto 70 entre 132 países en el Índice de conocimiento global 2022 y el 58 entre 60 países con un desarrollo humano muy alto. Obtuvo una puntuación de 45,3 y que se ubicó por debajo del promedio mundial, 46,5.

También ofrece otros elementos como sus fortalezas: matrícula en licenciatura o nivel equivalente, la libertad académica, la existencia de una proporción de mujeres a hombres en el parlamento, pagos por propiedad intelectual y concentración de mercado. Sugiere mejorar las tasas impositivas, los índices de graduados terciarios de programas TIC, su comercio (PBI) y las solicitudes de patentes de TIC. Advierte que las empresas están “condicionadas” por la falta de capacitación de su mano de obra.

El país que más invirtió en I+D en la región en promedio en los últimos años fue Brasil, “una de las razones por las que se encuentra puntero en las exportaciones” del sector América Latina, plantea la Bolsa. La Argentina se movió entre 0,4% y 0,6% de su PIB tomando tanto el aporte privado como el público.

En el mundo Israel es el principal inversor en el rubro, poco más del 5% de su PIB, del que uno por ciento aproximadamente proviene del sector público, “mostrando la importancia que complementariamente tiene el empuje del sector privado en este ámbito, cuando se permite explotar su potencial”, aporta el documento de la entidad cordobesa. Países como Japón y Estados Unidos, destinan al sector alrededor del 3% de su PIB.

La mirada oficial

La inversión en Ciencia y Tecnología argentina como porcentaje del PBI fue de 0,310% el año pasado y el actual alcanzaría 0,340%. El pico desde 2002 hasta ahora fue en 2014 con 0,354%. El ministro Daniel Filmus explica que a través de la Agencia de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación, su Ministerio invierte en proyectos “considerando su impacto económico y social” y aclara que, aunque no es la única variable que se tiene en cuenta, se apunta a “transformar la matriz productiva y ampliar las oportunidades de desarrollo”.

Para Filmus la política pública debe “generar las condiciones” para que el conocimiento y los desarrollos del sistema científico-tecnológico “potencien al mundo productivo”. Añade que una “buena combinación entre lo público y lo privado le brinda al país más oportunidades para contar con productos de alto valor agregado, más exportaciones y recursos humanos altamente calificados”.

Enfatiza que el conocimiento es el “factor clave” en materia de “soberanía” y es “determinante” de la calidad de vida de la población: “Ninguno de los problemas globales que tenemos que enfrentar como el cambio climático o la desigualdad, el acceso a la educación o a la salud se van a resolver satisfactoriamente si no contamos con el apoyo del conocimiento científico. Logramos recuperarnos de una fuerte caída, pero para avanzar y crecer necesitamos ciclos que no queden atados al calendario electoral”.