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Jeremías Ponce rompió el “maleficio” del boxeo argentino en Inglaterra: demolió a Lewis Ritson en Newcastle

Jeremías Ponce ya arrolló al inglés Lewis Ritson en Newcastle, se aseguró un combate mundialista y puso un freno en el negativo historial reciente del boxeo argentino en Inglaterra.
Owen Humphreys - PA Images

Jeremías Ponce derrotó por KO técnico en el décimo round al inglés Lewis Ritson en Newcastle y consiguió algo mucho más importante que una victoria selectiva para pelear por el cetro mundial de los welter juniors de la Federación Internacional de Boxeo (FIB) frente al escocés Josh Taylor, campeón y estrella de ese peso. El bonaerense supo forcejear con una historia de resultados adversos y dolientes del pugilismo argentino en territorio inglés, obteniendo un logro valedero y lleno de méritos. Potenció su imagen, fortaleció su proyección y todas las negociaciones reglamentarias sobre su próximo combate, que hoy se convierten en una agenda atractiva para esta industria.

Desde aquellas medallas olímpicas de Pascual Pérez y Rafael Iglesias en los Juegos Olímpicos Londres 1948, jamás el boxeo nacional había vuelto a pisar firme en suelo británico. Y por un sinfín de circunstancias, pasionales y populares, todo resultó frustrante. Púgiles salientes como Jorge “Aconcagua” Ahumada, Carlos del Valle Herrera, Santos Laciar, Marcelo Domínguez y Julio César Vásquez, claudicaron –en tiempos modernos– en aquellos cuadriláteros. Sólo el quilmeño Sergio “Maravilla” Martinez salió airoso, con sus victorias sobre Richard Williams y Adrian Stone, en 2003 y 2004. Hace bastante tiempo ya.

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En el estadio Comunal de Newcastle, Ponce, de 24 años y con 28 éxitos consecutivos (18 por KO) imprimió otra vez un ritmo poco habitual para nuestras competencias. Un bombardeo de golpes al cuerpo llevó a la lona en dos ocasiones a Ritson y el juez Steve Grey detuvo las acciones. Paradójicamente, ignoró el lanzamiento de una toalla, de la que pocos supieron de dónde había provino. Él fue uno de ellos.

El resultado del combate fue una consecuencia de la productividad de las variantes ofensivas de Ponce, que en el el primer asalto estuvo a punto de noquear a Ritson, un boxeador excesivamente especulador, duro pero sin agresividad. La convicción del púgil de José Mármol fue admirable y vital para esta conquista. Ganó siete de los nueve rounds computados.

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De pocas palabras, el argentino dijo a la televisión inglesa: “Sólo tengo palabras de agradecimiento para la gente de Newcastle y para la gallardía de mi rival, que aguantó diez asaltos con una valentía llamativa. Sabía que le dolían los golpes al plexo y lo busque por ahí. No tengo problemas de volver a Gran Bretaña para pelear con Taylor o quien sea”.

Ritson y Ponce, en el pesaje; después de la pelea, el bonaerense fue elogioso para con la "gallardía" de su adversario.
Mark Robinson (Matchroom Boxing)


Ritson y Ponce, en el pesaje; después de la pelea, el bonaerense fue elogioso para con la "gallardía" de su adversario. (Mark Robinson (Matchroom Boxing)/)

Ponce es todavía un boxeador en formación. No tocó su techo. Perfeccionar la estocada final de sus lanzamientos lo ayudará a progresar. Aparenta sentir los impactos plenos del oponente cada vez que los recibe, pero increíblemente se recupera en pocos segundos. Superó una prueba decisiva, tanto en lo deportivo como en lo anímico. La ausencia por enfermedad de Alberto Zacarías, su entrenador y maestro de toda la vida, y la falta de su novia, Iara Altamirano, campeona argentina y que cursa un embarazo avanzado, no hicieron mella en él.

Rompió con un maleficio deportivo: ganar en Inglaterra. Lo hizo por demolición. Abrió sus propias puertas y le dio un mimo pasional al boxeo argentino, ávido de cariño en los últimos tiempos.