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Juguetes. La industria busca abrir mercados en la región

Aunque jugar tiene mucho que ver con las particularidades de cada región y los contextos en que los niños crecen, a nivel global el consumo muestra una misma tendencia. Los juguetes más codiciados son los coleccionables, los rompecabezas y, entre otros, los de deporte y recreación al aire libre.

En la Argentina existe una importante y tradicional industria del juguete que camina al ritmo de las transiciones políticas y económicas. A finales del siglo XIX comenzaron a fabricarse productos, pero en 1935 tan sólo había 41 establecimientos dedicados a la fabricación de juguetes, y recién en 1947 se registraron 259. "Con excepción de los juguetes japoneses que predominaban en ciertos segmentos tales como robots, entre 1960 y 1970 la mayoría de los juguetes eran de producción nacional", describe un documento elaborado por la Cámara Argentina de la Industria del Juguete (CAIJ), fundada en 1945.

En los años ochenta comenzaron a llegar firmas internacionales a la Argentina y durante los noventa la apertura de importaciones afectó el desarrollo del sector juguetero local. En las últimas décadas la industria nacional consolidó un 30% de participación del mercado y, según la CAIJ, entre las 200 pymes que pertenecen al sector, sólo 90 fabrican; el resto comercializa productos importados.

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Se estima que genera alrededor de 10.000 puestos de trabajo y, aunque predomina la tendencia a producir para abastecer el mercado interno, la Secretaría de Comercio Exterior del Ministerio de Producción y Trabajo de la Nación, registró que la mitad de las empresas de juguetes realizaron exportaciones en 2018 a 35 destinos por US$5 millones de dólares.

El 80% de las exportaciones se dirigen a la región: Bolivia, Paraguay, Chile, Uruguay, Perú, México y Brasil. Mientras que un 14% se envía a Estados Unidos y otras operaciones se han concretado a mercados no tradicionales como Austria, Italia, Francia, Corea, Sudáfrica, Bulgaria, España, Reino Unido y Japón, entre otros. En lo que va de 2019 el sector juguetero, que requiere de materias primas provistas por otras industrias de la Argentina tales como insumos plásticos, materiales textiles, metálicos, papeles, cartulinas y cartón y mecanismos para juguetes (motor eléctrico, fricción, cuerda, resorte, pila, etc.), ya vendió al exterior más de US$3,5 millones, según datos del Indec.

Tradición y diseño propio

Entre las marcas más tradicionales, Chikitos, una pyme conformada por las familias Lo Menzo y Faraoni, lleva 54 años produciendo en el país y mantiene un ritmo esporádico de exportación a países de la región: Brasil, especialmente. "Participamos en ferias internacionales e intentamos involucrarnos con nuevos clientes del exterior, pero las posibilidades del país van cambiando y no podemos hacernos de un mercado internacional", describe Claudio Lo Menzo.

"Todos los productos que generamos tienen diseño propio, lo que nos permite diferenciarnos del mercado chino; tenemos calidad y diseño, pero los costos muchas veces no acompañan", explica el hijo de uno de los fundadores de la marca.

Pese a todo, el titular de la fábrica que se encuentra ubicada en el barrio porteño de Pompeya, asegura que siguen apostando a la exportación porque la industria argentina cumple con los requisitos y la tecnología adecuada. "La industria juguetera es muy sensible a los precios internacionales, por eso lo que necesitamos, básicamente, es confianza del exterior y políticas a largo plazo que permitan mantener los precios", apunta.

"Hoy la diferencia la marca el diseño porque competir contra China es inviable", plantea Diego Faraoni, socio de Lo Menzo y Diseñador Industrial. En términos globales se estima que el 70% de todos los juguetes que se venden en el mundo son hechos en China, por eso, agregar valor en el proceso creativo "es la opción para que el comprador acepte pagar un diferencial de precio a cambio de un producto exclusivo y más atractivo", señala Faraoni.

Respecto a la fabricación de productos, el empresario cuenta que la principal materia prima es el ABS (Acrilonitrilo butadieno estireno), un plástico más fuerte que otros como el poliestireno, mientras que la materialidad se logra con centros de mecanizado -para hacer moldes- del mismo tipo de los que se usan en otros países del mundo. "El juguete demanda mucha mano de obra, no todo se puede sistematizar; por ejemplo, una pistola lleva 15 tornillos y 4 resortes, necesita un tiempo de armado, y ahí la producción de China es más competitiva", señala.

Adecuación

Alrededor de 2003 Carlo Noseda y su socia, Silvia González, comenzaron a desarrollar juegos científicos y material para enseñar Ciencias Naturales en ámbitos escolares. Uno de los primeros proyectos fue un motor eléctrico que comercializaron vía Mercado Libre. Luego llegó el acompañamiento de programas para emprendedores y fueron seleccionados por el Banco Ciudad, el Gobierno de la Ciudad y la Fundación Standar Bank.

"La clave es dar con un producto que el mercado esté dispuesto a pagar, pero el financiamiento te acelera, te obliga a profesionalizarte y pensar aspectos importantes como planes de negocios, estudios de mercado o formar consorcios exportadores con otras empresas", opina Noseda.

En ese marco nació Ciencia para Todos, que además de insertarse en el mercado local llegó a Costa Rica, Panamá, Uruguay, Chile y Sudáfrica. "El mercado exportador se desarrolló hasta que se implementó el cepo al dólar y dejó de ser conveniente, mientras que al importador le resultaba muy barato traer mercadería de afuera", recuerda Noseda y reconoce que hicieron intentos, pero no lograron acomodarse para volver al mercado exterior.

Hoy, el contacto con otros países continúa, pero bajo el formato de consultoría. "Comenzaron a contactarnos para pedirnos asesoramiento sobre cómo enseñar Ciencias Naturales, cómo adaptar los productos en distintos países e incluso empresas que quieren replicar el modelo, entonces desarrollamos cursos virtuales", comenta González. Las contrataciones a lo largo de 2019 llegaron desde Chile, Paraguay, Uruguay, Costa Rica y Venezuela.

Innovación

Recorriendo el camino inverso, Alejandro Bezares dejó el área de Sistemas donde se desarrollaba profesionalmente para fundar Luminias, una propuesta que permite aprender sobre temas de interés cultural a grandes y chicos. "Creamos un mix entre una enciclopedia y las cartas de nuestra infancia que traían información de autos", cuenta.

"Nos dimos cuenta que la información que habíamos leído en esas cartas, como por ejemplo la velocidad del Torino, nos había quedado grabada, pero no nos servía para nada". Entonces, junto a un amigo de su infancia, pensaron y se enfocaron en trascender fronteras tanto comercialmente como desde la divulgación de contenidos.

Bezares reconoce que desde el inicio la idea fue desarrollar un producto global, pero primero tuvo que posicionar la marca en la Argentina, adonde llegaron a contar con 600 puntos de venta en 2016.

Para dar el siguiente paso, y surfeando la crisis del sector en el mercado interno, se enfocaron en las ferias internacionales. "Los primeros clientes los conseguimos en la Feria del Libro de Guadalajara en 2017, volvimos en 2018, y este año participamos en una misión comercial a Colombia, Ecuador y Perú", comenta Bezares.

"El descuento del 86% en el flete aéreo -por ser miembros de la Cámara del Libro- y los beneficios inmediatos de la plataforma Exporta Simple, nos permitió bajar mucho el costo logístico y trabajar en el exterior como un proveedor local; en una semana nuestros productos llegan a destino a un precio competitivo", analiza.

Luminias ya se comercializó en Guatemala, Colombia y México, entre otros destinos de la región. Además, venden a través de Amazon mediante consignación. "Estamos buscando alternativas para ajustarnos a las nuevas disposiciones de nacionalización de divisas, porque, entre otras complicaciones, las compras que se realizaban directamente por tarjeta de crédito ya no son útiles, y tampoco es viable pedirle a un pequeño cliente que haga una transferencia a través de Swift", indica el empresario.

La clave: agregar valor para competir

Internacionalizar un negocio es atractivo, pero se torna doblemente desafiante cuando en frente está China, entonces, diferenciarse es una opción. "No es sencillo encontrar clientes en este paradigma actual, cuando sali´s esta´n todas las empresas del mundo ofertando sus juguetes", asume Emmanuel Poletto, titular de la Cámara Argentina de la Industria del Juguete (CAIJ).

Aunque la entidad tiene una política de promoción de comercio exterior "nada alcanza", plantea Poletto, y marca que "sin un proyecto macro de perfil industrialista es muy difícil desarrollar exportaciones, y ya vimos que las devaluaciones no resuelven el problema, porque todos nuestros insumos y la energía, salvo la mano de obra, esta´n dolarizados".

"La caída notable del mercado interno complica a las empresas que exportan porque las fábricas necesitan estar a pleno para tener costos competitivos y aprovechar las economías de escala. Las que funcionaban con tres turnos se han reducido y algunas se vieron obligadas a suspender días de trabajo", repasa el titular de la CAIJ y afirma que continuarán trabajando "para volver a un nivel de actividad eficiente".

En ese sentido, Damián Di Pace, director de Focus Market, explica que "el ritmo de crecimiento de Brasil -que se estimaba en un 2,5% y apenas ronda 0,8%-, junto a una perspectiva de caída para el próximo año, sumado a que China crece en el orden del 6% pero se cierra comercialmente con Estados Unidos, no ayuda y complica las exportaciones".

Para el analista, la Argentina tiene que resolver temas de financiamiento para que las empresas mejoren su competitividad, entre otras cuestiones complejas, como costos logísticos, laborales y tributarios, principalmente.

Di Pace considera que el sector está en condiciones de aprovechar los beneficios de la ley de economía del conocimiento, que "puede contribuir a la industrialización de la pyme juguetera tratando de agregar valor, convirtiendo al juguete en un bien transable en el mercado externo regional e incluso hacia otros continentes".

Para dar impulso a las operaciones de la industria del juguete con el exterior la Secretaría de Comercio Exterior de la Nación conformó mesas de internacionalización sectoriales. Y, a raíz de esos encuentros, se modificó la Resolución 583/2008 (eliminación de la obligación de certificación de contenido de ftalatos para la exportación) que, según las empresas del sector, generaba una barrera técnica para la exportación.

A través de la plataforma Exporta Simple, ocho países de la región recibieron juguetes argentinos por más de 800 mil dólares en los últimos 2 años. "El régimen simplificado de exportación resultó muy eficiente y se volvió una opción virtuosa que le permitió a algunos jugueteros reinvertir en bienes de capital, mejora la economía de escala y la productividad del sector", reconoce Di Pace.

En tanto, Poletto considera que "la próxima gestión debería bajar los costos de financiamiento, habilitar líneas para la apertura de oficinas comerciales y logísticas que permitan la internacionalización, tener un do´lar competitivo para producir y exportar, pero estable. Además de deshacer la incertidumbre que implican las retenciones poco claras que se aplican actualmente".