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Keir Starmer hereda una economía británica débil y "sin varita mágica"

FOTO DE ARCHIVO: Transeúntes caminan durante la hora punta de la mañana cerca del Banco de Inglaterra en el distrito financiero de la City de Londres

Por William Schomberg

LONDRES, 5 jul (Reuters) - El próximo primer ministro británico, Keir Starmer, se pasó la campaña electoral acusando a los conservadores de Rishi Sunak de "14 años de fracaso económico", pero no tiene ninguna solución rápida evidente para sacar al país de su situación de bajo crecimiento.

Los niveles de vida se han estancado desde que los conservadores llegaron al poder en 2010 y la recuperación británica de la pandemia del COVID ha sido la más débil entre las grandes naciones ricas después de Alemania.

Starmer se verá presionado para utilizar la enorme mayoría laborista en el Parlamento para acabar con la sensación de declive, desde unos servicios públicos que crujen y unas finanzas personales golpeadas por la inflación hasta la escasez de vivienda y la débil inversión empresarial.

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Pero con una deuda pública de casi el 100% del producto interior bruto y los impuestos en su nivel más alto desde justo después de la Segunda Guerra Mundial, Starmer señala que el cambio llevará tiempo.

"Vamos a tener que hacer cosas muy duras para sacar adelante al país", dijo a los votantes días antes de las elecciones. "No hay varita mágica".

A diferencia de 1997, cuando los laboristas de Tony Blair desbancaron a los conservadores y la economía creció casi un 5% ese año, Starmer podría tener dificultades para lograr que el crecimiento anual británico supere el 2% en el futuro inmediato, en consonancia con gran parte de una Europa aletargada.

Se espera que la economía británica crezca menos de un 1% este año.

La crisis financiera mundial de 2007-08, que golpeó con especial dureza a Reino Unido, los recortes en muchos ámbitos del gasto público y los impactos del Brexit, el COVID y la subida de los precios de la energía se han combinado para lastrar a la sexta mayor economía del mundo.

Pero Starmer y Rachel Reeves, la probable ministra de Economía, afirman que no recurrirán al endeudamiento para financiar el crecimiento, ya que aún está reciente el recuerdo de la caída del mercado de bonos en 2022 bajo el mandato de la ex primera ministra conservadora Liz Truss.

También han prometido que no habrá grandes subidas de impuestos, lo que dejará al nuevo Gobierno con poco margen en el presupuesto.

"La herencia fiscal será difícil y hay muchos retos que afrontar", dijo Lizzy Galbraith, economista de la firma de inversión Abrdn.

A diferencia de 1997, cuando los laboristas sorprendieron a los mercados financieros al conceder independencia operativa al Banco de Inglaterra, es probable que su primera medida de política económica sea discreta.

Planean actuar rápidamente para reformar el arcaico sistema de planificación británico y acelerar la inversión en construcción de viviendas e infraestructuras, como parte de un plan para mejorar la débil productividad del país, apoyar el crecimiento y generar más ingresos fiscales para invertir en sanidad y otros servicios públicos.

Los conservadores se resistieron a incomodar a sus principales partidarios en las zonas suburbanas, donde es probable que se produzca la mayor parte del aumento de la construcción residencial.

Starmer promete ser firme a la hora de derribar las barreras al crecimiento, pero el reto será grande.

"Ya hemos visto antes a un Gobierno entrante prometer una reforma urbanística y que esta se diluya en el cargo", dijo Galbraith, el analista de Abrdn.

Jack Paris, director ejecutivo de InfraRed, gestora internacional de activos de infraestructuras, espera que los laboristas recurran más a la inversión privada en energías verdes y aceleren los proyectos de transporte.

"El nuevo Gobierno británico debería ofrecer mayor claridad y visibilidad a los inversores, con una estrategia de infraestructuras a largo plazo que represente un catalizador para que el Reino Unido vuelva a ser uno de los destinos más atractivos para los inversores a largo plazo", afirmó.

ABANDONO LABORAL

En la lista de tareas pendientes de Starmer también figura invertir el aumento pospandémico de personas que abandonan el mercado laboral por enfermedad, algo que ya han logrado otras economías ricas.

El Boston Consulting Group y la NHS Confederation, que representan a gran parte de los servicios sanitarios, calculan que la reincorporación al mercado laboral de tres cuartas partes de los trabajadores que han abandonado su puesto de trabajo desde 2020 podría aumentar los ingresos fiscales hasta un total de 57.000 millones de libras en los próximos cinco años.

Para contextualizar esta cifra, Reino Unido gasta unos 11.000 millones de libras al año en el funcionamiento de su sistema judicial.

El plan de crecimiento de Starmer también incluye la reducción de algunas barreras comerciales con la Unión Europea. Sin embargo, ha descartado una revisión a fondo del acuerdo británico sobre el Brexit.

Los economistas dicen que es poco probable que las políticas de los laboristas conocidas hasta la fecha marquen una gran diferencia, y mucho menos que cumplan el objetivo de Starmer de convertir a Reino Unido en el líder del Grupo de los Siete en crecimiento económico sostenible, algo que apenas ha conseguido desde la Segunda Guerra Mundial.

Una mayor inversión pública favorecería el crecimiento, pero las promesas laboristas de reducir la inmigración podrían tener el efecto contrario.

Los analistas de Goldman Sachs afirman que las reformas laboristas impulsarán el crecimiento económico británico en 2025 y 2026 en solo 0,1 puntos porcentuales cada año.

Los economistas encuestados por Reuters el mes pasado esperaban que la economía creciera un 1,2% en 2025 y un 1,4% en 2026, menos de la mitad que en los 10 años anteriores a 2007.

Pero, en cierto modo, los laboristas heredan una economía que está en vías de recuperación, algo que Sunak trató en vano de vender a los votantes.

Tras una recesión en 2023, la recuperación está en marcha y la elevada inflación ha disminuido, lo que permite al Banco de Inglaterra empezar a recortar los tipos de interés posiblemente el mes que viene. La confianza de las empresas y los consumidores está en alza.

Starmer afirma —y muchos dirigentes empresariales están de acuerdo— que la estabilidad política contribuirá a atraer inversiones a Reino Unido tras ocho años turbulentos en los que el país estuvo gobernado por cinco primeros ministros conservadores diferentes.

Los inversores ya se están interesando por el perfil de menor riesgo del Reino Unido, a la luz del aumento del populismo en Francia y Estados Unidos.

Laura Foll, gestora de carteras de Janus Henderson Investors, vinculó el reciente rendimiento superior de las acciones británicas a ese cambio de percepción. "Relativamente, el Reino Unido, desde un punto de vista político, está mucho mejor", afirmó.

(Escrito por William Schomberg; editado por Philippa Fletcher; editado en español por Tomás Cobos)