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La secretaria que construyó una fortuna millonaria para un plan inesperado

Recientemente The New York Times informó que un benefactor había donado $6.24 millones de su patrimonio a un grupo de servicio social. La donación personal más grande en los 125 años de existencia del grupo.

Lo curioso es que dicha donación no fue obra de un acaudalado filántropo, sino que era parte de un maravilloso plan que una simple secretaria había dejado en su testamento. Nacida en Brooklyn durante la Gran Depresión, Sylvia Bloom trabajó en el mismo despacho de abogados durante más de 6 décadas. Se jubiló a los 96 años y murió poco después.

Logró acumular tal fortuna de una manera particularmente habilidosa, observando las inversiones que hacía su jefe para luego comprarlas a su nombre, pero invirtiendo cantidades menores dado su sueldo de secretaria.
Sylvia hizo todo esto en secreto. Ni los amigos más cercanos ni su propia familia sospecharon lo que hizo durante décadas. Y su riqueza salió a la luz con la lectura de su testamento hace dos años.

Cuando falleció, tenía más de 9 millones de dólares a su nombre — distribuidos en tres casas de bolsa y once bancos— para ser donados en becas para la educación superior de estudiantes necesitados.