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La tentación de cotillear: lo que la ciencia dice respecto a espiar los móviles ajenos

Jaime Quirós – Se dice que los ojos son el reflejo del alma, pero hoy en día las pantallas de los móviles parecen serlo también. Allí se ve cómo y con quién nos comunicamos, nuestros intereses, nuestras dudas y nuestros pasatiempos. ¿Será por esto, quizá, que se miran tanto las pantallas ajenas?

Uno podría fácilmente asumir que quienes espían nuestras pantallas tienen malas intenciones. El hecho de que nuestras contraseñas y códigos se codifiquen en asteriscos o puntos al ingresarlos indica que hay un riesgo, o por lo menos un temor, de que estos espías se aprovechen de nosotros.

Pero somos nosotros también esos espías. En el transporte público, mientras nada ocurre entre una estación y otra, si no estamos usando nuestros propios móviles, es probable que nuestra mirada se termine posando sobre el de alguien más. Nos puede llamar la atención aquella joven redactando párrafos en WhatsApp, ese niño entreteniéndose con un juego de colores brillantes y animaciones deslumbrantes, aquella señora mayor que teclea con fuerza usando su dedo índice, como si su smartphone todavía estuviese cubierto de botones.

[También de interés: Las predicciones de Bill Gates: unas se han hecho realidad, otras podrían hacerlo pronto]

A todo el mundo le ha pasado: los ojos buscan la pantalla de otras personas casi sin querer. Una imagen que puede llegar a ser muy habitual en lugares públicos, como los medios de transporte o en una cafetería. Foto: Getty Images.
A todo el mundo le ha pasado: los ojos buscan la pantalla de otras personas casi sin querer. Una imagen que puede llegar a ser muy habitual en lugares públicos, como los medios de transporte o en una cafetería. Foto: Getty Images.

En España, un 81% de la población usa un smartphone, casi el doble de la cifra del 2012, y de hecho hay más móviles que habitantes. Es inevitable estar rodeado de pantallas, que además en los últimos años han evolucionado para cubrir cada vez más de la superficie del móvil, y cuya iluminación y resolución nos permite leer desde casi cualquier ángulo frontal. Pero con más de 5.000 millones de usuarios únicos de móviles, el cotilleo de las pantallas ajenas está lejos de ser un fenómeno exclusivamente español. En los EEUU, el porcentaje de usuarios de pantallas portátiles pasó de un 27% a más de 80% en seis años.

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Unos investigadores de la Universidad de Múnich intentaron averiguar precisamente por qué tantos de nosotros nos sentimos tan atraídos por los móviles que nos rodean. Distribuyeron una encuesta que presenta dos personajes ficticios: Cas, una persona usando su teléfono móvil en público; y Vic, un desconocido que observa la pantalla de Cas sobre su hombro sin que ésta se dé cuenta. A continuación, al encuestado se le preguntó si esta situación podía darse en el mundo real y qué es exactamente lo que Vic podría estar viendo (contraseñas, fotos, correos, etc.).

Los resultados sugieren que las motivaciones más comunes para observar las pantallas ajenas son simplemente el aburrimiento y la curiosidad. Que es casi siempre cotilleo casual y sin mala intención, en lugar de una estrategia de recolectar información y credenciales.

Un 50% de los encuestados se interesaban en particular con la mensajería instantánea, las redes sociales, el correo y las noticias, es decir, sobre todo las relaciones con terceras personas, los hobbies y los planes. ¿Y por qué queremos saber todo esto? Los resultados sugieren que buscamos recomendaciones: nos identificamos con el prójimo y quizá lo que le interese también nos interese a nosotros.

Pero a pesar de que un 37% de los encuestados confesaron sentirse halagados al ser observados de esta manera, la mayoría de la gente no se siente cómoda con lo que consideran una violación de su privacidad. Es algo a tener en cuenta para la próxima vez que te encuentres en el transporte público o en una sala de espera y estés aburrido.

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