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Las notificiaciones se han convertido en un infierno: cómo puedes volver a ser una 'persona'

Los anuncios, los avisos de noticias y los sonidos que nos alertan solo tienen un objetivo: que pasemos más tiempo con nuestros smartphones.

Un smartphone recibiendo notificaciones (Getty Creative)
Un smartphone recibiendo notificaciones (Getty Creative) (Teera Konakan via Getty Images)

Cuando Apple presentó su primer interfaz de notificaciones, en 2009, el mismísimo Steve Jobs prometió que Apple nunca permitiría que en sus teléfonos se mostraran anuncios mediante este sistema: solo se verían avisos de apps como los mensajes recibidos, las notificaciones de las redes sociales o las últimas noticias. 11 años después, en 2020, Apple cambió su política y permitió los anuncios. Desde entonces, los usuarios de iPhone viven un pequeño infierno. Y lo mismo se puede decir de los de Android.

Cuando hablamos del efecto fragmentador de la tecnología sobre nuestra atención, o de los golpes de dopamina que nos mantienen refrescando nuestros feeds como si fueran botones de máquinas jackpot de Las Vegas, solemos pensar en las notificaciones: los pings, pop-ups y puntos rojos brillantes que nos arrastran de nuevo a nuestros teléfonos, y nos empujan de aplicación en aplicación.

Según un estudio realizado en 2014, los usuarios de celulares reciben una media de 63,5 alertas al día, la mayoría de ellas en cuestión de minutos, tanto si el teléfono está en silencio como si no. Un estudio de Deloitte de 2023 concluyó que las personas consultan su teléfono, de media, 47 veces al día, a menudo en respuesta a esas alertas. No es de extrañar que algunas personas se estén desintoxicando de las notificaciones.

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Pueden ser mensajes de amigos, de la familia, del jefe o del banco. Pueden ser alertas de noticias de última hora, recordatorios para beber agua o meditar, o simplemente aplicaciones que te avisan de su presencia en tu teléfono o los indeseados anuncios.

Independientemente de lo que digan las notificaciones o de si has optado por recibirlas, el efecto acumulativo puede ser abrumador. A lo largo de un día, las notificaciones son una interrupción que afecta a tu concentración y rendimiento.

Las personas consultan su teléfono, de media, 47 veces al día, a menudo en respuesta a las notificaciones. Foto: Getty Images.
Las personas consultan su teléfono, de media, 47 veces al día, a menudo en respuesta a las notificaciones. Foto: Getty Images. (Nika Ray via Getty Images)

Un estudio de 2015 de la Universidad Estatal de Florida descubrió que, entre los estudiantes que realizaban un examen que requería su atención sostenida, cualquier interrupción audible de su teléfono afectaba negativamente a los resultados. El mero hecho de oír el pitido de una notificación distraía tanto como recibir una llamada, lo que sugiere a los investigadores que "los smartphones pueden alterar el rendimiento de la atención aunque no se interactúe con el dispositivo".

Es esa sensación de descarrilamiento la que está llevando cada vez más a la gente a desactivar todas (o casi todas) sus notificaciones. Hace relativamente poco que desactivar las notificaciones es una opción. En 2018, Apple introdujo funciones para que los usuarios tuvieran más control sobre cómo y cuándo se les interrumpía, como la función "no molestar" para ayudarles a "permanecer en el momento". Google ha desplegado funciones similares de "bienestar digital" para Android. Incluso el director ejecutivo de Apple, Tim Cook, admitió haber "destripado" sus propias notificaciones y animó a todos los usuarios de iPhone a hacer lo mismo. "No es algo que esté añadiendo valor a mi vida, o que me esté haciendo mejor persona".

El problema está en nosotros mismos

Pero, ¿y si el problema no es la tecnología, sino nosotros mismos? Nir Eyal, experto en diseño conductual y autor de Indistractable: Cómo controlar tu atención y elegir tu vida, asegura en este podcast que las principales causas de distracción son desencadenantes internos: incertidumbre, estrés, ansiedad y fatiga.

En lugar de afrontarlos, puede resultar más fácil culpar a la tecnología. Las tácticas de los desarrolladores para que usemos sus aplicaciones son buenas "pero no son control mental", puntualiza este experto.

"A mucha gente le gusta pensar que somos marionetas con hilos. Siempre se habla de 'adicción', pero cuando la llamamos como lo que realmente es -una distracción- se convierte en algo contra lo que podemos hacer algo, y no hay nadie a quien culpar", asegura Nir Eyal.

Acabar con las distracciones constantes de las notificaciones está en nuestras manos. Foto: Getty Images.
Acabar con las distracciones constantes de las notificaciones está en nuestras manos. Foto: Getty Images. (Willie B. Thomas via Getty Images)

En lugar de confiar en la fuerza de voluntad, Eyal es partidario de un sistema (en su caso, casi un microprograma) para adelantarse a las distracciones antes de que se produzcan. Dice que a veces podemos culpar a una alerta de nuestro teléfono de distraernos, cuando en realidad no estábamos concentrados ni éramos productivos en primer lugar. "No se trata sólo de desactivar las notificaciones, sino de saber qué quieres hacer con tu tiempo. No puedes llamar a algo distracción a menos que sepas de qué te está distrayendo". Juguetear con la tecnología también nos evita tener que enfrentarnos a una posibilidad más sombría: que aunque nos la quitaran por completo, seguiríamos encontrando formas de distraernos.

¿Qué podemos hacer con las notificaciones? Desde luego, para muchos trabajos son importantes y también lo son para conocer las posibles necesidades de nuestros familiares. Para el resto de cosas, tienen una importancia secundaria. Por eso mismo, lo mejor que podemos hacer es cambiar la configuración de nuestros teléfonos para que nos molesten lo menos posible. Y muy importante: si estamos distraídos o cansados y necesitamos concentrarnos, directamente es mejor dejar el teléfono en otra habitación.

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