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Las trampas de las tarjetas de crédito destinadas a los más pobres

Guido Krzikowski | Bloomberg | Getty Images

¿Optarías por una tarjeta de crédito que te ofrece un límite inicial de 300 dólares y te cobra 120 anuales por concepto de procesamiento?

Quizás tu primera reacción sea decir “¡no!”, pero te sorprenderá la cantidad de personas que no tienen otra opción que acudir a ese tipo de ofertas.

El ejemplo inicial pertenece a una de las tarjetas ofrecidas por Continental Finance. A los gastos por mantenimiento se suman otros, y la compañía lo advierte, en letra pequeña, claro: “Su crédito disponible después de estos cargos será de 53 dólares al emitirse la tarjeta”.

O sea, que incluso antes de recibirla, tu deuda será de 247 dólares. Y si estás desesperado por tener la tarjeta, el banco te cobrará además 25 dólares por entrega expedita.

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Si empiezas a demorarte en los pagos pagarás 30 dólares adicionales, y si te excedes del límite de crédito, son otros 30, explica Bankrate.

Suena a una verdadera pesadilla, pero un amplio sector de la población estadounidense suele acudir a esas compañías.

De acuerdo con la revista The Atlantic, en 2013 casi 10 millones de hogares estadounidenses no tenían ningún tipo de interacción con un banco, y casi 25 millones de personas no poseían cuentas bancarias sino que usaban opciones alternativas como las tarjetas prepago de débito y préstamos, para llegar a fines de mes.

Un reciente informe de la Oficina de Protección Financiera al Consumidor (CFPB por sus siglas en inglés), reveló que los emisores de tarjetas de crédito cuyo mercado está compuesto por personas con bajas calificaciones de crédito tienen prácticas muy cuestionables.

En su investigación, la CFPB encontró que los costos de las tarjetas emitidas por estas empresas son significativamente más altos que los de las tarjetas emitidas por los competidores más tradicionales.

Además, estos prestamistas especializados en el mercado de alto riesgo son mucho más propensos a aprobar a individuos cuyas calificaciones de crédito caen por debajo de 600 puntos, o sea, a aquellos con peor situación económica y menos probabilidades de pago.

Pero en vez de ofrecerles facilidades de pago, hacen todo lo contrario.
Por ejemplo, aplican un cobro mensual por el mantenimiento de la cuenta, a diferencia de las principales compañías de tarjetas de crédito. Estas, en cambio, están haciendo la mayor parte de su dinero mediante el cobro de intereses y por pagos atrasados.

Asumiendo que los deudores de alto riesgo tienen pocas probabilidades de cumplir sus compromisos financieros, estas compañías aplican lo que constituye un verdadero lazo en el cuello.

Por si fuera poco, según la CFPB, las compañías dirigidas a deudores de alto riesgo usan métodos poco transparentes para adquirir su clientela. Les envían ofertas preaprobadas que contienen un lenguaje intencionalmente alambicado y complejo y explicaciones sobre los acuerdos que son, en promedio, 70 por ciento más largos que los enviados por otros prestamistas, según la CFPB.

“A pesar de ofrecer términos de tarjetas de crédito más largos y más complejos que los emisores del mercado masivo, envían los correos de forma desproporcionada [sic] a los consumidores con menores niveles de educación formal”, encontró el informe CFPB.

“En concreto, los acuerdos para los productos de tarjetas de crédito que se comercializan principalmente por emisores especialistas de alto riesgo son particularmente difíciles de leer”, añadió.

De acuerdo con el informe, para poder entender los términos del acuerdo normalmente se requeriría al menos dos años de universidad o la educación post bachillerato. Menos de la mitad de los destinatarios de estos prestamistas no tienen ninguna educación universitaria. El número de estos hogares a los que se enviaron las ofertas se duplicó entre 2012 y 2014.

De modo que no está de más recordarlo: presta atención a la letra pequeña de los contratos de tarjetas de crédito, pues pueden dejarte severamente endeudado.