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Lo que le cuesta a tu empresa ese café que te tomas en el trabajo y ese WhatsApp que contestas

En pleno debate sobre cómo aplicar la nueva normativa del registro del horario laboral para controlar las horas extras que se hacen y no se pagan, desde Adecco han dado a conocer un informe en el que cuantifican cuánto le cuesta a las empresas las pausas que sus trabajadores hacen para tomarse un café, fumar un cigarillo o echar un ojo a sus perfiles en redes sociales. Según sus cálculos, recogidos por El Mundo, 3.300 millones de euros en horas de trabajo perdidas.

Adecco ha incluido por primera vez el coste del presentismo en su informe anual sobre el absentismo .(Foto: Getty Images)
Adecco ha incluido por primera vez el coste del presentismo en su informe anual sobre el absentismo .(Foto: Getty Images)

Esta es la primera vez que el estudio que cada año realizan desde Adecco para analizar el fenómeno del absentismo laboral incluye lo que se conoce como presentismo. Este término hace referencia al hecho de que los trabajadores estén en su puesto de trabajo pero haciendo tareas ajenas al mismo. Se habla así de las pausas para tomarse un café, comerse un bocadillo, fumar y usar Internet para asuntos personales como consultar el correo o las redes sociales pero también llegar un poco más tarde de la hora de entrada y salir un poco antes de la de salida o realizar reuniones que no van a ningún lado o que se alargan más de lo necesario.

Todo eso son minutos y horas perdidas de trabajo que al cabo del año suman un coste de 3.300 millones de euros anuales que las empresas han asumido siempre pero que ahora, con el decreto del registro horario, algunas podrían decidir usarlo como arma arrojadiza. Ya que si estas pausas empiezan a restarse de la jornada laboral, el horario de salida se retrasará.

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Para llevar a cabo este inform, Adecco ha contado con la participación de 30.000 empresas y ha dividido las pausas en tres tipos según el tiempo que se les dedica, 15, 30 y 45 minutos. El cálculo a nivel individual sería que esas ‘pérdidas de tiempo’ suponen entre 53,8 y 161,3 horas al año para los trabajadores presentistas. Si se parte de la base del pago de 20,01 euros la hora, el resultado es que cada empleado cuesta en este sentido a sus jefes entre 1.077 y 3.227 euros.

En cuanto a qué se dedican esas horas en el trabajo sin trabajar, lo más común es todo lo relacionado la navegación por Internet para uso personal. Después irían los cafés y los bocadillos y más abajo en el reparto, salir a fumar y la impuntualidad.

En cuanto a la percepción que las empresas tienen del presentismo entre su plantilla, la mayoría cree que sus empleados no hacen un uso abusivo de las pausas. Solo 3 de cada 10 asegura haber detectado esta situación. Aunque pocas cuentan con medidas para reducirlo. En este sentido, los autores del informe lo desaconsejan porque podría viciar el ambiente de trabajo y resultar perjudicial.

Blasco Javier Blasco, director de The Adecco Group Institute, segura que “muchas veces es el jefe el que debe dar ejemplo al no programar reuniones a partir de cierta hora. La novedad es que el Gobierno ha abierto el debate para medir el trabajo extra por un lado y las interrupciones y el tiempo efectivo de trabajo, por otro”, recoge El Mundo.

Críticas al posible uso del presentismo contra los trabajadores

Desde UGT tiene una valoración distinta al respecto ya que su portavoz asegura que “las pausas existen porque benefician a las empresas y a los trabajadores al mejorar la productividad y hacer más digno el trabajo”. Su punto de vista se ajusta al que defiende que esos paros en el trabajo son necesarios para descansar un tiempo mínimo, desconectar de la tarea que se esté realizando, y volver después más despejados y con una capacidad de concentración mayor que si se trabaja sin descanso durante toda la jornada laboral.

Una crítica que ha llegado a las redes sociales, donde algunos usuarios critican que con la inclusión del coste del presentismo en este informe se está echando en cara a los trabajadores unas pausas necesarias. Hay quien señala también que el coste de estos descansos o paros es menor del que supondría eliminarlos ya que una medida de ese calibre podría reducir la productividad.