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Lo que sucede cuando un CEO permite que sus empleados decidan sus salarios

Getty Images

Aunque aparenten seguridad, los responsables de una empresa nunca dejan de tener preocupaciones e inquietudes sobre su relación con los empleados, y sobre la repercusión de esta de cara al crecimiento.

En otros tiempos, los jefes solían ser austeros, extremadamente estrictos y hasta maltratadores. Luego se pasó a una etapa en la que predomina la cordialidad y el respeto, y no dejamos de ver a uno que de vez en cuando se toma un café con sus subalternos.

Pero, ¿funcionaría una empresa sin reglas? ¿Qué debe ocurrir para confiar que los empleados harán lo correcto?

Un estilo completamente diferente

Cuando de liderazgo relajado e inaudito se trata, estamos en la obligación de hablar del visionario de los negocios brasileño Ricardo Semler.

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Semler es el ex CEO y presidente del grupo empresarial brasileño Semco, que logró que la compañía creciera de 4 millones de dólares de ingresos hasta más de 160 millones, en unos 20 años.

Y todo esto rompiendo con los paradigmas y los dictados de las mejores escuelas de dirección de empresa: sin una misión explícita y sin un organigrama o cualquier otro planteo de una política sobre el papel. En resumen, sin un libro de reglas. De manera que todo el mundo se ha preguntado cuál ha sido la clave del éxito de Semco.

Para asombro de no pocos, el éxito de Semler ha provenido de la implantación de una real y controversial democracia corporativa en la que, por ejemplo, se exige que el liderazgo se ejerza primero que todo desde el respeto, y que nadie esté ajeno a lo que él mismo llamó “manual de supervivencia en SEMCO”.

Consejos para que no haya reglas

Esta guía que funciona como una plataforma del comportamiento promueve que todos hablen el mismo lenguaje, para lo cual se establece, entre otras medidas, que no exista espacio para las formalidades, que los empleados pueden expresar lo que piensan sin inhibiciones; que nadie emplee la presión o el miedo como táctica para que otro trabaje; que cada trabajador controle y organice sus horas de trabajo (teniendo en cuenta que no todos laboran a una misma velocidad); que cuando sea necesario se creen comisiones en las que las personas conversen sobre temas de interés común; y que sea respetado el derecho a las vacaciones, cuando el asalariado lo desee, puesto que esto repercutirá en su salud y en la de la compañía.

Salarios públicos y a debate

Ahora bien, la guinda al pastel se encuentra en la cláusula que establece que todos debatan sobre la política salarial, y que cada cual exprese sin barreras su criterio sobre el salario que está recibiendo por su trabajo.

Pero antes de este paso, Semler dejó que sus empleados fijaran sus propios sueldos: al colocar una computadora en la cafetería de la compañía, en la cual revelaba cuáles eran los márgenes de beneficios de esta, además de cuánto ganaba cada uno de los asalariados y cuánto ganaban otros empleados en puestos similares en la misma industria.

Con estos datos en la mano, cada trabajador estaba en disposición de establecer su propio salario. Y el resultado fue singular: los salarios escogidos se ajustaban correctamente a las normas de la industria.

Pero si bien Semco resulta ser un caso extremo de transparencia y democracia radical, no se trata del único.

La compañía de tecnología, Buffer, tiene como lema la transparencia, y se comparten los salarios de los empleados, no solo de manera interna, sino públicamente en su página web.

Arma muy eficaz

Sí, porque la transparencia es una forma efectiva de establecer pautas para el comportamiento. Como escribió Semlar en un artículo de 1994 en la Harvard Business Review, “la participación da a la gente el control de su trabajo, el reparto de las utilidades les da una razón para hacerlo mejor, y la información les dice lo que está funcionando y lo que no”.

Mucho y más sobre este visionario llamado Ricardo Semler aparece en dos de sus libros medulares: “Radical. El éxito de una empresa sorprendente“ y “The seven day weekend”.