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Esto es quizás lo más bonito que tenían antes los trabajos y que nunca se supo valorar en su verdadera dimensión

Una fotografía instantánea de Lisa Degliantoni, al centro, con sus amigas Staci Mackenzie, a la izquierda, y Molly Miller en Nueva York en 2007. (Lyndon French/The New York Times)
Una fotografía instantánea de Lisa Degliantoni, al centro, con sus amigas Staci Mackenzie, a la izquierda, y Molly Miller en Nueva York en 2007. (Lyndon French/The New York Times)

Las cosas que Lisa Degliantoni aprendió a los 22 años de las dos mejores amigas que conoció en su trabajo en la industria editorial en Nueva York fueron, entre otras, las siguientes:

  • - Cómo aceptar la retroalimentación de un jefe sin comprometer sus ideas.

  • - Cómo divertirse en la fiesta de la oficina sin emborracharse demasiado.

  • - Cuándo tomarse un verano libre y enseñar a hacer balsismo en aguas bravas para tener perspectiva.

  • - Cuándo dar con el hombre perfecto para casarse.

Degliantoni, que ahora tiene 50 años, siente que debe parte de su carrera, su familia y su propio sentido de sí misma en el trabajo a esas dos primeras amigas del trabajo, Ginny Cahill, de 61 años, y Molly Miller, de 56.

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Hacerse de ese primer amigo íntimo en el trabajo tiene su encanto. Es la emoción de quedarse hasta muy tarde bebiendo para seguir riendo. Es el placer de acercarse al escritorio de alguien y llevarla al baño para chismear. Es la ternura de llegar al trabajo una mañana difícil y darse cuenta de que un compañero sabrá al instante que algo tienes.

Una fotografía instantánea de Lisa Degliantoni, a la izquierda, y Ginny Cahill en Sussex Publishers en Nueva York en 1998. (Lyndon French/The New York Times)
Una fotografía instantánea de Lisa Degliantoni, a la izquierda, y Ginny Cahill en Sussex Publishers en Nueva York en 1998. (Lyndon French/The New York Times)

Esas amistades al principio de la carrera se han convertido en una especie en peligro de extinción. Para algunos jóvenes, incluyendo los que trabajan en sectores como la tecnología y el derecho, que todavía no han vuelto del todo a la oficina, la vida laboral ahora significa recibir videollamadas desde la cama. Todavía no han conocido a sus compañeros de trabajo en persona y mucho menos han entablado las relaciones que se consideran más importantes al comienzo de una carrera. Por ejemplo, Degliantoni cree que sus primeros amigos del trabajo están a medio camino entre los amigos y las hadas madrinas.

“Eres una persona diferente cada minuto cuando tienes 20 años, pero esas amigas realmente estaban consolidando la persona en la que quería convertirme”, comentó Degliantoni.

La soledad de la pantalla

Los empresarios hacen todo lo posible por compensar el tiempo perdido en persona, pues la ocupación de las oficinas en todo el país sigue siendo inferior al 50 por ciento. Casi tres millones de puestos profesionales pasaron a ser permanentemente remotos a finales de 2021. Por eso, los directivos han organizado juegos virtuales, así como horas de coctel virtuales, fuera y dentro de las oficinas. Este año, Salesforce abrió el Rancho Trailblazer, donde los empleados pueden reunirse para dar paseos por la naturaleza, hacer yoga, tomar clases de cocina y meditar. Zillow, que dice tener su “sede en la nube”, está renovando algunos de sus espacios de oficina para que se parezcan más a salas de estar, de modo que los trabajadores se sientan cómodos pasando tiempo juntos allí.

Pero, para muchos, hay una soledad irrefutable en todo esto de hablar a través de pantallas. Marin Callaway, de 26 años, comenzó su carrera en 2018 en una oficina de defensores públicos, donde lo que estaba en juego en el trabajo parecía aumentar lo que estaba en juego en las amistades laborales. Vio a sus colegas llorar cuando un cliente perdió un caso. Ella también compartió su dolor con sus compañeros de equipo cuando perdió a un pariente, sabiendo que dirían las cosas correctas.

Ahora, Callaway está completando una pasantía legal en una oficina de Los Ángeles que a menudo se siente vacía. A veces, el suelo se queda tanto tiempo sin ser pisado que las luces del sensor de movimiento se apagan.

“Realmente voy porque mi lugar no tiene aire acondicionado”, dijo Callaway. “Las personas más jóvenes que yo que no han tenido esa experiencia laboral de tiempo completo en una oficina realmente no saben lo que se están perdiendo”.

Lo que echas de menos cuando Zoom es el punto de reunión

Los ejecutivos que dedican su energía a impulsar las amistades (por ejemplo, a través de retiros o retiros) a menudo hablan sobre cómo las amistades en el lugar de trabajo benefician la productividad. Las personas que tienen un mejor amigo en el trabajo están más comprometidas con su trabajo. Sus organizaciones tienen menos accidentes, clientes más felices y mayores ganancias. Las amistades en el lugar de trabajo, en otras palabras, son buenas para los negocios.

Cuando muchos dejaron de ir a la oficina en marzo de 2020, algunas oportunidades de hacer amigos se acabaron. El porcentaje de empleados híbridos que tienen un mejor amigo en el trabajo cayó del 22 por ciento en 2019 al 18 por ciento este año, según Gallup.

Los negocios siguieron adelante de cualquier manera. Las empresas siguieron siendo productivas incluso con sus trabajadores escondidos en casa y formando vínculos arraigados completamente en emoticonos bien sincronizados.

Muchos han probado formas extremas de vinculación a distancia. Andrew Pauly, de 32 años, que trabaja en la Sociedad Planetaria, asistió a una fiesta virtual para ver “2001: Una odisea del espacio” con sus compañeros de equipo, en la que todos abrieron cervezas e intercambiaron interpretaciones de la película, intentando recrear el placer de estar en la oficina y actuar escenas de “¿Por qué no te vas?”. No fue lo mismo.

“Se parece a la de verdad. Sabe como la de verdad”, dijo Pauly. “Pero nuestros cerebros saben que no es de verdad”.

Las amistades como espejos

Mollie West Duffy y Liz Fosslien, autoras de “Big Feelings: How to Be Okay When Things Are Not Okay”, han creado una tipología de amigos en el trabajo. Está el confidente, al que se le puede confiar cualquier secreto; está la inspiración, también conocida como enamoramiento platónico del trabajo; está el frenesí, que puede despertar sentimientos competitivos, pero también llevarte al éxito. (La relación de las autoras, nacida de un amigo común, se profundizó cuando se dieron cuenta de lo mucho que disfrutaban escribir e ilustrar juntas).

En la otra cara de todo ese crecimiento y cambio, la ausencia de amigos en el trabajo puede dar lugar a algo más sencillo: la soledad.

Marisa G. Franco, de 31 años, psicóloga y autora del libro de próxima publicación “Platonic: How the Science of Attachment Can Help You Make - and Keep - Friends”, empezó su primer trabajo en una universidad, hace casi cinco años, decidida a no enfocarse en entablar amistad con sus colegas. Era la única profesora auxiliar negra de la facultad y no quería abrirse a sus colegas blancos y arriesgarse a que la juzgaran.

“Sentía el peso de ser muy diferente y me preocupaba que, cuanto más me expusiera a ellos, más podría experimentar el racismo y las microagresiones”, recordó Franco.

No le preocupaba estar desconectada, porque se pasaba el día rodeada de gente. Pero de manera fortuita, una tarde, decidió medirse a sí misma en la Escala de Soledad de la UCLA, que mide los sentimientos de aislamiento. Se dio cuenta de que, aunque tenía colegas a su alrededor, se sentía muy sola, porque no sabían nada de ella más allá de su trabajo.

Entonces, cuando Franco comenzó un nuevo trabajo en 2019 en el gobierno federal, decidió comenzar a revelar más sobre sí misma a las personas que la rodeaban. Habló de planes de verano y vacaciones. Les contó sobre las microagresiones que había experimentado en el lugar de trabajo, como que la confundieran con una colega negra.

Para Franco, formar amistades en el trabajo la ayudó a cambiar la forma en que se veía a sí misma. “Los amigos nos reflejan nuestra identidad”, comentó.

“Digamos que te acaban de ascender, estás asumiendo un nuevo rol y te sientes un poco inseguro al respecto, pero todos tus colegas te ven como líder”, continuó. “Puede ayudarte a sentirte menos como un impostor”.

Creando conexiones a través del trabajo

En conversaciones con decenas de personas sobre el trabajo a distancia, muchos describieron una sensación de pérdida cuando ese proceso creativo estaba confinado a sus computadoras portátiles. Resulta que esa cercanía que pone la piel de gallina es difícil de reproducir en línea. Un ejemplo es Abigail Jacob, de 21 años, estudiante de la Universidad de Míchigan, que hace sus prácticas en una oficina bastante vacía del bajo Manhattan y a veces recibe videollamadas de compañeros que trabajan desde casa.

“Voy todos los días, me siento con ropa profesional delante de la computadora y sigo hasta que me voy”, relató Jacob. “Me pregunto cómo sería una oficina más llena y animada”.

Degliantoni se pregunta cómo habría resultado una versión más joven de sí misma si no se hubiera presentado en una oficina para su primer día de trabajo allá por 1995. Esa mañana, estaba sentada en su cubículo cuando escuchó a dos mujeres hablando de baloncesto.

“Las interrumpí totalmente y les dije: ‘¿De qué están hablando? ¿Qué partido de baloncesto?’”, recordó. “Se notaba que pensaron: ‘¿Quién es esa becaria tan molesta que nos está hablando?’”.

Una de esas mujeres era Cahill (una directora de arte que en su momento trabajó para The New York Times) y la otra era Miller. Más de 25 años después, siguen siendo sus mejores amigas. Degliantoni a veces piensa: Gracias a Dios asomé la cabeza por encima de ese cubículo. Si no lo hubiera hecho, podría haber dejado la indistria editorial por completo, como tenía la intención de hacerlo a los 26 años, antes de que interviniera Cahill. Es posible que no haya solicitado ciertos ascensos o que no haya hablado en las reuniones. Además, todo esto simplemente no habría sido tan divertido.

“Es muy importante que las personas que se acercan vean ejemplos de cómo podría o no ser su futuro”, opinó Degliantoni. “Esa es una de las mejores cosas de la cultura de oficina. Puedes aprender quién quieres ser”.

© 2022 The New York Times Company

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