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¡Mira al cielo! ¡Es una lata de sopa!

Un dron de Amazon entrega un paquete en casa de Dominique Lord y Leah Silverman en College Station, Texas, el 17 de octubre de 2023. (Callaghan O’Hare/The New York Times).
Un dron de Amazon entrega un paquete en casa de Dominique Lord y Leah Silverman en College Station, Texas, el 17 de octubre de 2023. (Callaghan O’Hare/The New York Times).

COLLEGE STATION, Texas — Hace exactamente una década, Amazon reveló un programa que pretendía revolucionar las compras y los envíos. Drones lanzados desde un centro de operaciones surcarían los cielos entregando casi todo lo que cualquiera pudiera necesitar. Serían rápidos, innovadores, omnipresentes: todos los rasgos de identidad de Amazon.

El anuncio, realizado por Jeff Bezos en el programa “60 Minutos” como parte de un paquete promocional del ciberlunes, atrajo atención mundial. “Sé que esto parece ciencia ficción. No lo es”, comentó Bezos, fundador de Amazon y director ejecutivo en aquel momento. Los drones estarían “listos para entrar en operaciones comerciales en cuanto se establezcan las regulaciones necesarias”, quizá en 2015, señaló la compañía.

Ocho años más tarde, el reparto con drones es una realidad —más o menos— en las afueras de College Station, Texas, al noroeste de Houston. Se trata de un gran logro para un programa que ha sufrido altibajos a lo largo de los años y ha perdido a muchos de sus primeros líderes en favor de proyectos más nuevos y urgentes.

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Sin embargo, el proyecto actual es tan decepcionante que Amazon solo puede mantener los drones en el aire regalando cosas. Años de trabajo de los mejores científicos y especialistas en aviación han dado como resultado un programa que hace volar tiras para el mal aliento de Listerine Cool Mint o una lata de sopa minestrone con pedazos de salchicha italiana de Campbell’s —pero no las dos cosas a la vez— para regalar a los clientes. Si eso es ciencia ficción, es para partirse de risa.

Una década es una eternidad en términos de tecnología pero, aun así, la entrega de productos con drones no se acerca a la escala ni a la sencillez de los videos promocionales originales de Amazon. Esa brecha entre las afirmaciones deslumbrantes y la realidad mundana ocurre todo el tiempo en Silicon Valley. Vehículos autónomos, el metaverso, autos voladores, robots, barrios o incluso ciudades construidas desde cero, universidades virtuales que pueden competir con Harvard, inteligencia artificial... la lista de promesas demoradas e incompletas es larga.

“Tener ideas es fácil”, afirmó Rodney Brooks, empresario de robótica y crítico habitual de las exageraciones de las empresas tecnológicas. “Convertirlas en realidad es difícil. Convertirlas en algo que se pueda desplegar a gran escala es aún más difícil”.

Dominique Lord muestra una fotografía de un artículo entregado a través del programa de drones de Amazon, en College Station, Texas, 14 de octubre de 2023. (Callaghan O’Hare/The New York Times).
Dominique Lord muestra una fotografía de un artículo entregado a través del programa de drones de Amazon, en College Station, Texas, 14 de octubre de 2023. (Callaghan O’Hare/The New York Times).

Amazon aseguró en octubre que las entregas con drones se extenderían al Reino Unido, Italia y otra ciudad estadounidense no especificada para finales de 2024. Sin embargo, incluso en el umbral del crecimiento, persiste una pregunta: ahora que por fin existen los drones, al menos de forma limitada, ¿por qué creímos que los necesitábamos en primer lugar?

Dominique Lord y Leah Silverman viven en la zona de drones de College Station. Son admiradores de Amazon y hacen pedidos regulares de entrega terrestre. Los drones son otra cosa, aunque el servicio sea gratuito para los miembros de Amazon Prime. Aunque es genial que las cosas aterricen literalmente en tu casa, al menos las primeras veces, hay muchos obstáculos para recibirlas de esa manera.

Solo se puede entregar un artículo cada vez. No puede pesar más de 1,5 kilogramos. No puede ser demasiado grande. No puede ser algo frágil, pues el dron lo deja caer desde 3,6 metros de altura. Los drones no pueden volar cuando hay demasiado calor, viento o lluvia.

Tienes que estar en casa para apagar el dispositivo de aterrizaje y asegurarte de que un ladrón no se lleve tu artículo o de que no caiga rodando a la calle (como les ocurrió una vez a Lord y Silverman). Pero tu auto no puede estar en la entrada. Dejar que el dron aterrice en el patio trasero evitaría algunos de estos problemas, pero no si hay árboles.

Amazon también ha advertido a sus clientes que la entrega con drones no estará disponible durante los periodos de alta demanda de entrega con drones.

Después de que Silverman y Lord expresaron un interés inicial en el programa de drones, Amazon les ofreció 100 dólares en certificados de regalo en octubre de 2022 para que lo usaran. Pero su servicio no comenzó sino hasta junio, y luego se suspendió durante una abrumadora ola de calor que les impedía volar a los drones.

Los incentivos, sin embargo, siguieron llegando. Hace poco, la pareja recibió un correo electrónico de Amazon que promocionaba la crema de cacahuete Skippy Creamy, que suele costar 5,38 dólares, pero que ahora era un regalo hasta agotar existencias. La pidieron y, poco después, un dron dejó caer una gran caja que contenía un pequeño tarro. Amazon dijo que se ofrecían “algunos artículos promocionales como bienvenida”.

“En realidad no necesitamos nada de lo que ofrecen gratis”, comentó Silverman, una novelista y cuidadora de 51 años. “Los drones parecen más un juguete que otra cosa, un juguete que desperdicia una enorme cantidad de papel y cartón”.

El clima de Texas hace estragos en las entregas importantes. Lord, un profesor de Ingeniería Civil de 54 años en la Universidad de Texas A&M, encargó un medicamento por correo. Cuando recogió el paquete, el medicamento se había derretido. Tiene la esperanza de que el servicio de reparto con drones pueda solucionar este tipo de problemas a la larga.

“Sigo viendo este programa con buenos ojos, y sé que está en fase experimental”, afirmó.

Amazon asegura que los drones mejorarán con el tiempo. Anunció un nuevo modelo, el MK30, el año pasado y publicó imágenes en octubre. El MK30, cuyo lanzamiento está previsto para finales de 2024, fue elogiado por tener una mayor autonomía, capacidad para volar en condiciones meteorológicas adversas y una reducción del 25 por ciento del “ruido percibido”.

Hace años, cuando Amazon empezó a desarrollar drones, el minorista tardaba dos o tres días en enviar muchos artículos a los clientes. Le preocupaba ser vulnerable a posibles competidores cuyos proveedores fueran más locales, como eBay y Google. El objetivo de los drones era la velocidad.

“Podemos hacer entregas en media hora”, prometió Bezos en “60 Minutos”.

Durante un tiempo, los drones fueron la próxima gran novedad. Google desarrolló su propio servicio de drones, Wing, que ahora trabaja con Walmart para entregar artículos en partes de Dallas y Frisco, Texas. Las empresas emergentes consiguieron financiamiento; se invirtieron cerca de 2500 millones de dólares entre 2013 y 2019, según Teal Group, una consultora aeroespacial. El veterano capitalista de riesgo Tim Draper dijo en 2013 que “todo, desde la entrega de pizzas hasta las compras personales, puede ser manejado por drones”. Uber Eats anunció un dron de reparto de comida a finales de 2019. El futuro estaba en el aire.

Amazon empezó a pensar realmente a largo plazo. Concibió y patentó un vehículo de reabastecimiento de drones que sobrevolaría en el cielo a 13.716 metros de altura (o 45.000 pies). Eso está por encima de los aviones comerciales, pero Amazon dijo que podría utilizar los vehículos para entregar a los clientes una cena caliente.

Sin embargo, en la práctica, el progreso ha sido lento, a veces por razones técnicas y otras por el ADN corporativo de la empresa. La misma confianza agresiva que creó un negocio de un billón de dólares socavó los esfuerzos de Amazon por trabajar con la Administración Federal de Aviación (FAA, por su sigla en inglés).

“La actitud era esta: ‘Somos Amazon. Convenceremos a la FAA’”, relató un exejecutivo de drones de Amazon, que pidió mantener su anonimato porque no estaba autorizado para hablar sobre el tema. “La FAA quiere que las empresas vengan con mucha humildad y mucha transparencia. Ese no es el fuerte de Amazon”.

Una cuestión más complicada era conseguir que la tecnología llegara al punto de ser segura no solo la mayor parte del tiempo, sino todo el tiempo. El primer dron que aterrice en la cabeza de alguien o despegue agarrando a un gato retrasa el programa otra década, sobre todo si el incidente queda filmado.

“Parte del ADN de la industria tecnológica es que puedes lograr cosas que nunca pensaste que podrías lograr”, dijo Neil Woodward, que pasó cuatro años como alto directivo en el programa de drones de Amazon. “Pero lo cierto es que las leyes de la física no cambian”.

Woodward, ahora jubilado, pasó años en la NASA en el programa de astronautas antes de pasar al sector privado.

“Cuando trabajas para el gobierno, tienes a 535 personas en tu consejo de administración” —se refería al Congreso— “y una buena parte de ellas quieren quitarte el financiamiento porque tienen otras prioridades”, explicó. “Eso hace que los organismos públicos sean muy aversos al riesgo. En Amazon, te dan mucha cuerda, pero se te puede pasar la mano”.

Al final, tiene que haber un mercado. Como dijo Woodward, utilizando un viejo cliché de Silicon Valley: “¿A los perros les gusta la comida para perro? A veces no”.

c.2023 The New York Times Company