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La numismática libanesa, de un billete que compraba una casa a uno que no compra ni leche

Beirut, 31 jul (EFE).- En una misma vitrina del Museo del Banco Central libanés conviven un antiguo billete en su época suficiente para comprar una casa y el de mayor denominación en la actualidad, que no alcanza para un cartón de leche tras la fuerte devaluación sufrida por la moneda local en los últimos cuatro años.

Ese es el escenario que heredará el próximo gobernador temporal del denominado Banque du Liban (BDL) cuando hoy expire el mandato de Riad Salameh, que deja la entidad tras casi tres décadas en el puesto y en medio de una de las peores crisis económicas ocurridas a nivel mundial en más de 150 años.

Fue el propio Salameh quien tomó la decisión de abrir una galería numismática y quien, ya un par de años antes de que la idea tomase forma, adquirió para el Banco Central una valiosa colección de monedas utilizadas a lo largo de los siglos en el territorio donde hoy se erige el Líbano.

Pero pese a la importancia de sus piezas y a haber sido distinguido durante años como punto de especial atractivo turístico, el Museo del BDL permanece cerrado y solo se puede visitar con cita previa debido "a la situación", explica la guía a EFE, sin entrar en detalles.

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La moderna galería se ubica dentro de la sede del Banco Central, en pleno corazón de Beirut y a cuyas puertas se concentran a menudo grupos de ahorradores afectados por la suerte de corralito que sufre el Líbano en el marco de la depresión iniciada en 2019.

En los últimos meses, algunos manifestantes han expresado su ira contra las políticas de Salameh quemando neumáticos frente al edificio, intentando escalar sus verjas e incluso lanzando algún cóctel molotov contra la entidad emisora.

TU PESO EN ORO

Buena parte de la popularidad del museo antes de la crisis se debía a sus innovadoras actividades interactivas, entre ellas una pesa que permite a los visitantes conocer el valor de su peso en oro y descubrir cuántas personas más tendrían que subirse para alcanzar el total de las reservas del banco.

Sin embargo, eso es solo el aderezo a una sala con monedas de gran "valor histórico" y que "nos permiten aprender sobre las antiguas civilizaciones y sus costumbres", explica la guía, al agregar que de los motivos tallados en ellas se puede asumir, por ejemplo, la antigua presencia de un templo en la zona.

El conjunto, comprado a la familia de un coleccionista tras su fallecimiento por decisión de Salameh, viaja desde el periodo persa del siglo V a.C. hasta las Cruzadas y el Medievo Europeo del siglo XIV d.C., pasando por los periodos helénico, romano, bizantino e islámico.

La historia numismática del Líbano se completa con algunos billetes representativos de los cerca de 400 años durante los que el Imperio otomano ocupó su territorio y con una colección completa de billetes libaneses.

DE UNA CASA A CALDERILLA

En 1919, al comienzo de su mandato sobre las actuales Líbano y Siria, Francia creó un banco encargado de emitir una moneda conjunta para ambos territorios, una época que fue difícil de cubrir para el museo ya que entonces era común destruir o punzar los billetes una vez salían de circulación.

Sin embargo, lograron recabar hasta un ejemplar de un billete de 250 libras que el libro "Líbano, papel moneda y monedas" describe como "extremadamente raro" y cuyo poder adquisitivo en el momento estima que equivaldría a unos "50.000 dólares en la actualidad".

Se dice que este billete adornado con dos famosos monumentos libaneses en tonos pastel permitía comprar una casa por sí solo.

Y en 1964 llegó el BDL, el primer Banco Central del Líbano, que comenzó emitiendo billetes de 1 a 100 libras para, algo más de dos décadas después, tener que emitir su primer billete de cuatro dígitos en medio de una inflación galopante.

Salameh firmó sus primeros billetes poco después de asumir el puesto hace tres décadas, el mayor de ellos de 100.000 libras, todavía el valor más alto en circulación pese a que hoy equivale a apenas 0,91 dólares tras la fuerte devaluación ocurrida en el marco de la crisis.

Pero emitir denominaciones mayores requiere luz verde del Parlamento y, como suele ocurrir en el Líbano, esa posibilidad está por ahora enredada en una maraña de burocracias y desacuerdos políticos.

Noemí Jabois

(c) Agencia EFE