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El paisajismo corporativo se suelta el pelo

Un prado de flores y plantas endémicas en la sede de Air Products en Allentown, Pensilvania, el 31 de mayo de 2023. (Michelle Gustafson/The New York Times).
Un prado de flores y plantas endémicas en la sede de Air Products en Allentown, Pensilvania, el 31 de mayo de 2023. (Michelle Gustafson/The New York Times).

Antes, en las oficinas corporativas al este de Pensilvania de Air Products había césped y setos de boj podados de manera impecable. Pero cuando la empresa de gases industriales se trasladó a la ciudad cercana de Allentown hace poco y construyó sus nuevas oficinas, intentó algo nuevo.

En lugar de plantar césped que necesitaría riego, siega y abono constantes, optó por plantas endémicas que prácticamente se cuidaban solas. Hoy, la hierba, a la altura de los hombros, ondea al viento y atrae a la fauna.

“Una planta estaba llena de pinzones amarillos”, comentó Patrick J. Garay, vicepresidente de proyectos estratégicos de Air Products.

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No hagan olas. Ahora, los paisajes corporativos son naturales.

Este cambio —que imita lo que está ocurriendo en los parques públicos, los campus universitarios y los patios de las casas— está impulsado por la creciente conciencia del costo para el medioambiente de instalar y mantener céspedes, setos recortados y camas de flores ordenadas. También existen nuevas leyes que prohíben el uso de agua para césped “inútil” en zonas propensas a la sequía y los programas de sustentabilidad de las empresas abarcan el terreno sobre el que se asientan los edificios. Hay aplicaciones que calculan la huella de carbono de los jardines del mismo modo que se controla la emisión de gases de efecto invernadero de los edificios.

“Hay mucha más ciencia y rigor ecológico detrás del diseño de los jardines”, afirma Michael Grove, director de arquitectura paisajística, ingeniería civil y ecología de Sasaki, una empresa de diseño que ha participado en el desarrollo de dos aplicaciones de monitoreo del carbono.

Un prado de flores y plantas endémicas al atardecer en la sede de Air Products en Allentown, Pensilvania, el 31 de mayo de 2023. (Michelle Gustafson/The New York Times).
Un prado de flores y plantas endémicas al atardecer en la sede de Air Products en Allentown, Pensilvania, el 31 de mayo de 2023. (Michelle Gustafson/The New York Times).

La oposición al diseño de jardines convencional puede sorprender a quienes suponen que todas las plantas verdes son igual de buenas para el planeta.

Pero a medida que los céspedes cuidados dan paso a prados y los macizos de plantas anuales se sustituyen por plantas endémicas silvestres y lanudas, se está imponiendo una estética más suelta, y algunos dirían que más desordenada. Es el equivalente hortícola de “soltarse el pelo”.

La nueva ola de diseño de jardines reacciona a la imagen de una sede corporativa de la década de 1950. Los edificios suelen estar rodeados de alfombras aterciopeladas de color esmeralda que contribuyen a los más de 16 millones de hectáreas de césped que hay en Estados Unidos. ¿Podrá la gente acostumbrarse a la nueva imagen?

“Se necesita un gran cambio de mentalidad”, comentó José Almiñana, director de Andropogon, el estudio de arquitectura paisajística que diseñó el emplazamiento de Air Products.

El pasto azul de Kentucky, que suele utilizarse para la jardinería, absorbe dióxido de carbono de la atmósfera. Pero propagar la misma especie de césped por todas partes va en detrimento de las plantas endémicas, que se adaptan al clima local y proporcionan alimento y hábitat a aves, abejas y mariposas en peligro de extinción. Además, está el costo ambiental de mantener la exuberancia del césped: el riego interminable, la eliminación de malas hierbas, la siega y el soplado para eliminar hojas.

El equipo que se utiliza en la jardinería emite casi 27 millones de toneladas de contaminantes al año, según algunos cálculos. Un soplador de hojas que funciona con gasolina y que se usa durante una hora genera la misma cantidad de emisiones que un auto que recorre 1770 kilómetros.

La crisis climática es cada vez más grave, por lo que muchas empresas han recurrido a sus jardines para cumplir sus objetivos de sustentabilidad y presumir su buena fe medioambiental.

“El edificio es para una audiencia privada, pero los jardines son visibles para toda la gente”, comentó Barbara Deutsch, directora ejecutiva de Landscape Architecture Foundation, una organización sin fines de lucro.

La sede de Ford Motor en Dearborn, Míchigan, está rodeada de césped. Pero después de que la empresa publicó el plan maestro del campus, que proponía más “entornos naturales”, decidió replantearse las 8 hectáreas de césped de un arboreto. Había que cortar el césped que se encontraba debajo y alrededor de los árboles “varias veces a la semana”, explicó Christopher Small, director de diseño y arquitectura global del campus de Ford.

En colaboración con la empresa de arquitectura paisajística OJB, Ford amplió el arboreto y lo acondicionó para incluir estanques que captaran y filtraran las aguas pluviales. La empresa sembró prados y flores silvestres y trazó senderos, que ahora solo necesitan podarse dos veces al año.

“Hace quince años, cuando proponíamos algo así, nos miraban con extrañeza”, afirma James Burnett, presidente de OJB. “Ahora es mucho más fácil de vender”.

En una encuesta realizada en 2021 a más de 500 miembros de la Sociedad Estadounidense de Arquitectos Paisajistas, una organización del gremio, tres cuartas partes de los encuestados afirmaron tener más clientes que piden soluciones de jardinería para hacer frente al cambio climático, en comparación con el año anterior.

Las normativas estatales y locales también promueven el cambio.

Los requisitos de gestión de aguas pluviales han impulsado la creación de zanjas con vegetación conocidas como “bioswales”, o drenajes sostenibles, para reducir el escurrimiento de la lluvia. Una nueva ley de Nevada prohibirá utilizar el agua del río Colorado, cuyo caudal se ha ido reduciendo debido a décadas de uso excesivo y a una sequía agravada por el cambio climático, para regar césped “no funcional” o “inútil”. Los propietarios que sustituyan el césped, los arbustos y los árboles no autóctonos por plantas del desierto podrán obtener descuentos en sus facturas de agua.

Desde 2015, Los Ángeles ha inscrito 298 clientes comerciales, industriales e institucionales en su propio programa de rembolso, en el que las empresas reciben 5 dólares por pie cuadrado para cambiar el césped por amapolas de California y otras plantas nativas y tolerantes a la sequía, explicó Terrence McCarthy, a cargo de la política de recursos hídricos de la ciudad. Las empresas que hagan el cambio ya no tendrán que activar los aspersores todo el tiempo, lo que reducirá sus facturas de agua, añadió.

El Consejo de la Construcción Ecológica de Estados Unidos, que administra la certificación LEED para edificios sustentables, tiene un programa similar, SITES, para jardines que fomentan la biodiversidad, conservan los recursos y protegen los ecosistemas. De los 317 proyectos inscritos en el programa, el 11 por ciento son comerciales, según Danielle Pieranunzi, directora del programa. “No se trata solo de diseñar por estética”, añadió.

Sin embargo, estos nuevos jardines todavía requieren mantenimiento. Hay que eliminar la mala hierba hasta que la vegetación endémica se extienda. Y crear un prado no es necesariamente más barato que poner césped y camas de flores.

No obstante, esto puede tener grandes beneficios para el medioambiente. Según nuevas investigaciones, las praderas son benéficas para los polinizadores. Algunos jardines se diseñan ahora para ser “positivos para el clima”, ya que extraen de la atmósfera más carbono del emitido en su instalación y mantenimiento.

Pamela Conrad, arquitecta paisajista, creó una aplicación de monitoreo de carbono que orienta a los diseñadores sobre cómo ahorrar más carbono. Conrad afirma que, hasta ahora, 787 proyectos han usado su aplicación y los del año pasado redujeron su huella de carbono un 12 por ciento.

“Si añades pavimento, tu puntuación baja y tardarás 50 años en compensar tu huella de carbono”, explica. “Si añades árboles, solo tardarás 10 años”.

Incluso las empresas que adoptan planteamientos ecológicos suelen querer algo de césped para lanzar un frisbee o trabajar al aire libre. Pero muchas están reduciendo el césped al mínimo, con la utilización de hierbas autóctonas o la reducción de la poda.

En su nueva sede de Allentown, Air Products se encontró con “preguntas sobre lo que habíamos hecho”, comentó Garay, sobre todo cuando los prados acababan de plantarse y “parecían un campo de maleza”.

Air Products explicó su nueva estrategia en un boletín de prensa y colocó carteles alrededor de su propiedad. Garay habló en una reunión de la comunidad sobre cómo los prados podían beneficiar al medioambiente.

“Una vez que la gente oye el porqué, puedes ver cómo asienten con la cabeza”, dijo. “La gente empieza a entender que estos pequeños impactos suman”.

c.2023 The New York Times Company