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¿Qué pasa si desaparece Twitter?

Twitter pierde 4 millones de dólares día; técnicamente, o Elon Musk paga las deudas o está en bancarrota
Twitter pierde 4 millones de dólares día; técnicamente, o Elon Musk paga las deudas o está en bancarrota

El mundo es mejor con Twitter que sin Twitter. Publiqué esto el 30 de abril, cuando empezaba el sainete de la adquisición de Twitter, protagonizado por Elon Musk, el más mediático, extravagante, pintoresco, polémico (y ahora sabemos, impulsivo) de los magnates tecno. La pregunta de para qué sirve Twitter no era ociosa, porque esa papa caliente, incómoda y costosa, que devora 4 millones de dólares por día, no podía sostenerse para siempre. Y por lo tanto existía una opción tentadora, siempre a mano, de parar el sangrado y matar al pajarito azul.

No contábamos con la astucia de Elon: ¿qué pasa si en lugar de pagar las deudas de Twitter recurre al Capítulo 11?
No contábamos con la astucia de Elon: ¿qué pasa si en lugar de pagar las deudas de Twitter recurre al Capítulo 11? - Créditos: @FREDERIC J. BROWN

Es uno de los escenarios posibles. Que Musk declare la bancarrota de Twitter. ¿Por qué no? ¿Acaso no marcó la cancha cuando declaró que quiere colonizar Marte? Después de proponer algo así, a tu interlocutor le queda claro que sos capaz de cualquier cosa. Incluido el terminar con Twitter. Es más, desde mi punto de vista, la llegada de Musk significa, recurra o no al Capítulo 11, el fin de Twitter. Al menos, el Twitter que supimos conocer.

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Las muchas y atolondradas medidas que tomaron estos días, aunque de momento hay poco sólido, ya desfiguran de tal modo la red de los trinos que podemos darla como algo del pasado. Todavía no es un hecho, y desde mi punto de vista lo que en realidad va a pasar es que vamos a ir viendo una progresiva degradación de la línea de tiempo, hasta que se blanquee lo que está ocurriendo en este momento: Twitter dejó de ser lo que era en 2010. Es decir, un servicio que permitía allanar un poco la cancha y darles voz a los que de suyo no la tienen ni la podría tener. Hoy Twitter en un megáfono de la clase dirigente, las celebridades y de los trolls, mercenarios o cruzados, lo mismo da.

En los hechos, el Twitter original ya no existe, y un número demasiado grande de tuiteros que éramos muy activos hace 10 años hoy apenas visitamos la línea de tiempo. Peor aún, sentimos (tal vez equivocadamente) que no nos perdemos de nada. Si pasa algo, va a salir en la tele.

Pero es mejor que Twitter siga en línea, y lo ideal sería (aunque dudo que ocurra) que Musk le devuelva su carácter de ágora que supo tener. Un ágora que tenía códigos y en el que era imposible acaparar la línea de tiempo con interminables hilos mesiánicos. Pongan un blog, si quieren propalar su verdad. Twitter era otra cosa. En su momento, y durante su breve período dorado, fue diálogo, debate saludable, humor ingenioso un poquito sulfúrico; personas civilizadas conversando, a veces con más vehemencia, a veces mas relajados, como cuando recomendábamos discos o libros. Eso se terminó, mayormente.

Es, no obstante, y por eso sigo dándole mi apoyo, un lugar en el que encontrar tuiteros de raza, con ese inconfundible humor ácido, con observaciones precisas, con datos chequeados y recomendaciones medulosas. Es decir: gente bienintencionada que, sin importar sus ideas (todos tenemos una partecita de la verdad), hace un aporte recurriendo a la libertad de expresión.

Mientras Twitter fue incómodo para la clase dirigente, cumplía un rol valioso. Como los medios independientes. Solo que multitudinario. Después, con una serie de pésimas decisiones de la compañía (decisiones basadas en el hecho de que Twitter nunca fue negocio, por maldad ni por negligencia de @Jack y sus amigos), Twitter se convirtió en el megáfono de un puñado de poderosos. Y volvimos a fojas cero.

Como remate de este fallido experimento de conversar con códigos, sin trolls, sin hilos, sin atril, de igual a igual, el más poderosos de todos los poderosos –es el hombre más rico del mundo– se compró Twitter. Pagó el doble de lo que Zuckerberg había pagado por WhatsApp , y en su momento calificaron a Zuckerberg de loco. Pero Zuckerberg invirtió bien esos 22.000 millones de dólares.

El imperio de Mark Zuckerberg: Facebook, Whatsapp e Instagram
Mark Zuckerberg invirtió en WhatsApp la mitad de lo que Musk pagó por Twitter; y fue muchísimo mejor negocio

Elon, en cambio, se dio cuenta muy pronto de que los estaba tirando a una hoguera de vanidades (eso es también Twitter hoy), quiso recular, la ley se lo impidió, su abogado le dijo que iba a perder el juicio que le había iniciado la compañía por incumplimiento del acuerdo, y en octubre rotó 180 grados, pagó los 44.000 millones (para horror de los accionistas de Tesla), llegó con un lavatorio, echó a la plana mayor y a la mitad del personal, y circularon toda clase de posibles maniobras para evitar encallar el barco. Desde cobrar por Twitter hasta llevarlo a la bancarrota. Bueno, ambas cosas son la misma, en rigor.

Pero la cosa es que Twitter alguna vez fue de todos y ahora es de Elon. Salvo que el magnate tenga un instante de iluminación y elimine los hilos, reduzca de nuevo a 140 caracteres y combata en serio los trolls, Twitter se convirtió en un Facebook con camisa de fuerza. Y todo parece que está a punto de sacársela.

El fin de la infancia

Ahora, como al parecer Musk puso sobre la mesa la posibilidad de que su primer gran traspié en el mundo de los negocios termine en bancarrota, hagámonos la pregunta: ¿qué pasa si desaparece Twitter? Una aclaración, antes. Bancarrota no significa el fin de una compañía; más bien es al revés, es un recurso para salir del atolladero. Pero puede ser el principio del fin, sobre todo tratándose de una compañía que no ha logrado ganar plata. ¿Qué pasa, entonces, si desaparece Twitter?

Lo primero que va a ocurrir es que mucha gente se va a quedar sin trabajo. Mucha gente de bien, incluso muchas pyme van a sentir el impacto. Pero, sobre todo, lo van a sentir vastos ejércitos de trolls que, desorientados, van a descubrir cuán frágil y pasajero era su poder, y ya no van a tener cómo despedazar al que no piensa como sus jefes quieren que todos pensemos. Los trolls mataron el diálogo y el disenso, en Twitter, y con eso Twitter se convirtió en un ambiente tan tóxico y hostil que las personas que querían participar del ágora huyeron espantadas. De todas las redes sociales relevantes es la que menos suscriptores tiene, la única que no crece, y sin embargo es la que más sale en el noticiero.

Eso es lo otro que va a pasar. Las agencias de relaciones públicas y los representantes de celebridades, deportistas, políticos y demás van a ver que de pronto su negocio vuelve a prosperar. Desaparecido Twitter, ahora deberán volver a la gacetilla, al comunicado y, tal vez, ojalá, a la conferencia de prensa donde el vocero no confunda el atril con un púlpito y en lugar de dar sermones responda las preguntas.

Desde el punto de vista de los negocios, algunas marcas deberán repensar una parte de su estrategia online. “Pero solo las más grandes –me decía estos días alguien del ambiente del marketing digital–, porque necesitás gente 24x7 mirando todo en Twitter, subiéndose a cada trend y, obviamente, una fuerza de choque para frenar los trolls.”

De nuevo, claro, la cancha inclinada. Twitter, donde alguna vez, como ahora en Instagram, las pyme podían hacerse oír, ahora son devastadas por ataques piraña cuya lógica, origen y sentido muchas veces ni siquiera se entiende. Pasamos del diálogo apasionado al diálogo de sordos, y hoy, salvo numerosas excepciones, a una conversación de locos. Sí, dije numerosas excepciones. Porque hay mucho tuitero de ley, pero, como me confiaba uno de ellos hace poco, “los ataques son tan bestiales que ya no te dan ganas de hablar”. Otro, un amigo muy querido, de la primera hora de Twitter, reflexionó, con resignación y por DM: “Tampoco hay que dramatizar. En general, de la libertad de Internet en 1995 ya tampoco va quedando mucho.”

Por eso, que quede claro, si desaparece Twitter también desaparecen, lamentablemente, cuentas (o sea personas, o pequeños grupos de personas) que hacen aportes extraordinarios. Quizá migren a Mastodon, aunque no es lo mismo; no lo sé.

La red social Mastodon gana decenas de miles de usuarios con cada declaración polémica de Musk
La red social Mastodon gana decenas de miles de usuarios con cada declaración polémica de Musk - Créditos: @Shutterstock

Pero insisto con esta idea: Occidente es mejor con Twitter que sin Twitter. Por eso los totalitarismos lo prohíben. Así que, incluso con todo el daño que le han hecho –y que Elon, pese a sus promesas absolutistas, no parece dispuesto a sanar–, sería muy malo que Twitter desaparezca. Por esa serie de malas decisiones antes citadas, hoy el número de personas que le presta atención la red del pajarito es ínfima. Apenas el 6% de todos los usuarios de Internet y algo así como el 3% de los seres humanos. Está lejos de mover la aguja, y si todavía sale en las noticias es porque se ha transformado en la vidriera de los mismos que antes de Twitter tenían que pagar por esa vidriera. El plan era otro, como recordarán los veteranos.

Así que si Twitter va a la bancarrota, empezará un proceso en el que podría desaparecer uno de los intentos de las sociedades democráticas (no el primero, y dudo mucho que el último) de usar Internet para debatir civilizadamente, escuchándonos, aportando con honestidad, sin acaparar el micrófono, diversos y sinfónicos, aceptando que el que no piensa como vos, por lo menos piensa. Eso siempre fue un montón.

Es decir, el sueño persiste, y creo que si este Twitter apedreado, grogui contra las cuerdas, vandalizado por los trolls y desfigurado por la hostilidad, cae knock out, sobrevendrá un silencio lúgubre. Pero también ocurrirá que todos los que querían acallar la libertad de expresión –tal como está en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de diciembre de 1948– descorcharán un espumante y brindarán por ese silencio. Era tan molesta toda esa morralla opinando.

Pero los trolls, las malas decisiones y los magnates que creen estar por encima de la ley (como le dijo a Musk la Federal Trade Commission ayer) pueden conseguir muchas cosas, excepto que dejemos de soñar. ¿Qué quiere decir esto? ¿Algo poético para rematar un panegírico ciberpunk? No. Quiere decir que Twitter puede ir a la bancarrota, pero es cuestión de tiempo (y no mucho) para que su función, la de darle voz a todos los que no tienen voz, sea reemplazada por otro servicio. Para entonces, habremos aprendido una serie de lecciones, como las aprendimos con Usenet y el IRC, y la nueva iteración será mejor. Los veteranos de Twitter lo sabemos. Twitter puede desaparecer, pero si fuimos capaces de debatir civilizadamente una vez y de usar la línea de tiempo para pensar de forma colaborativa, podemos hacerlo de nuevo. Y si no podemos ni siquiera conversar, entonces tenemos un problema mucho más grande que la desaparición de Twitter.