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Pesca ilegal y turismo excesivo: el reto de conservar un Área Natural Protegida en México

LA EXPEDICIÓN conocida como Proyecto Alacranes regresó a tierra después de dos meses de recabar pruebas respecto a la salud de la vida marina en el Parque Nacional Arrecife Alacranes y en el arrecife Bajos del Norte. Si bien estos arrecifes se encuentran lejos de la zona costera —se localizan 250 kilómetros mar adentro de las costas de Yucatán—, especialistas en hábitats marinos detectaron la presencia significativa de pesca ilegal en la zona.

El Parque Nacional Arrecife Alacranes fue declarado Área Natural Protegida el 6 de junio de 1994. Se encuentra frente al municipio de Progreso, en la Península de Yucatán y el Caribe Mexicano. Por su ubicación en los litorales cuenta con la estructura coralina más grande del Golfo de México, por lo que tiene gran importancia en la biodiversidad marina.

Hoy día carece “de una normativa que obligue a la coordinación entre las autoridades encargadas de proteger este patrimonio natural”, según reporta en un comunicado la organización internacional Oceana, la cual comanda el Proyecto Alacranes que detectó 68 embarcaciones realizando posibles actividades pesqueras en la zona núcleo de esta Área Natural Protegida (ANP), donde ningún tipo de pesca está permitida.

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De acuerdo con la organización, entre 2012 y 2019 estas embarcaciones registraron 857 posibles actividades de pesca en zonas prohibidas. El 39 por ciento de ellas, es decir, 23 de las 68 embarcaciones, regresaron a puerto y reportaron la pesca de producto, situación que confirma que realizaron estas actividades en zonas no permitidas.

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El Parque Nacional Arrecife Alacranes cuenta con el Plan de Manejo Pesquero, del Instituto Nacional de Pesca (Inapesca), según se detalla en el Diario Oficial de la Federación. En el documento señalan cuatro puntos importantes a considerar en el diagnóstico hecho a esta ANP: por un lado, es necesario elaborar un padrón de los pescadores que hacen uso de los recursos dentro del ANP y, por otro, que los métodos y artes de pesca utilizados son inadecuados, de acuerdo con el aprovechamiento sustentable de los recursos y su hábitat.

Además, hay irregularidad en el cumplimiento de la normatividad, tanto por parte del sector pesquero como de la misma autoridad, debido a falta de claridad de competencias en materia pesquera y ambiental. Por último, en materia pesquera y acuícola, las metas y acciones que son descritas en el plan de manejo no han sido llevadas a cabo.

PESCA ILEGAL

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) define que la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (pesca INDNR), es un término que abarca gran variedad de actividades pesqueras y que ocurre tanto en altamar como en zonas bajo jurisdicción nacional que puede llegar a alterar las etapas de captura y utilización del recurso marino.

Por ejemplo, la pesca ilegal se realiza por buques nacionales o extranjeros en aguas bajo la jurisdicción de un Estado sin el permiso de este o contraviniendo su legislación. La pesca no declarada ocurre cuando esta actividad es declarada de modo inexacto a la autoridad nacional competente, en contravención con la legislación nacional.

Mientras tanto, la pesca no reglamentada se realiza en la zona de aplicación de una organización regional de ordenación pesquera competente por buques sin nacionalidad, o que enarbolan el pabellón de un Estado que no es parte de esa organización.

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Miguel Rivas, director de Campaña de Hábitat de Oceana, define la pesca ilegal como una actividad que se realiza en lugares donde no está permitida, ya sea porque no está autorizada la embarcación o simplemente no está consentida la pesca, como tal, a la extracción de un ser vivo. Ya sea una especie que pueda estar en veda o en peligro de extinción.

“Todo eso cabe dentro de la categoría de pesca ilegal y es un problema porque termina impactando a las poblaciones, afectando económicamente la venta de un producto que para los pescadores que son legales podría tener un impacto”, señala Miguel Rivas en entrevista con Newsweek México.

CÓMO AFECTA LA PESCA ILEGAL

En México, la pesca ilegal o irregular se define como la actividad que se realiza al incumplir un mandato, ley o norma establecidos dentro del territorio mexicano según señala la Ley General de Pesca y Acuacultura Sustentables (LGPAS), publicada en el Diario Oficial de la Federación el 24 de julio de 2007. En ella se establecen las bases de pesca en Áreas Marinas Protegidas.

La LGPAS pide formular y ejercer la política local de inspección y vigilancia pesquera y acuícola. Además, demanda participar de conformidad con los acuerdos y convenios que se celebren con la Federación en las acciones de prevención y combate a la pesca ilegal, así como en la formulación y evaluación del Programa Integral de Inspección y Vigilancia para el Combate a la Pesca Ilegal.

Otro de los documentos que hace mención de la definición de la pesca ilegal en México es el Reglamento de la Ley de Pesca del 29 de septiembre de 1999, cuya última reforma se publicó en el Diario Oficial de la Federación el 28 de enero de 2004. En ambos documentos legislativos se detalla la conservación, preservación, explotación y manejo de toda la flora y fauna acuática.

Los arrecifes carecen de una normativa que obligue a la coordinación entre las autoridades encargadas de proteger este patrimonio natural. (Foto: Benjamín Magaña-Rodríguez/Oceana)

En este sentido, son las Normas Oficiales Mexicanas Pesqueras y Acuícolas (NOM) las que, de acuerdo con la FAO, brindan medidas y estándares específicos requeridos por ley con el fin de facilitar la implementación de la Ley de Pesca, detallando los requisitos para la realización de las actividades y el desarrollo de las pesquerías y la acuicultura.

Para la expedición del Proyecto Alacranes en esta segunda fase de exploración, científicos y especialistas en hábitats marinos detectaron pesca ilegal en el Parque Nacional Arrecife Alacranes en sus 2 grandes núcleos de protección: las zonas norte y sur.

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De acuerdo con Rivas, fue en la zona norte de esta AMP donde encontraron mayor actividad de pesca ilegal. Para llegar a este resultado utilizaron datos públicos del gobierno como el Sistema de Monitoreo Satelital de Embarcaciones Pesqueras de la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca, así como la plataforma de monitoreo satelital de embarcaciones pesqueras Global Fishing Watch.

Si bien en un Área Marina Protegida la pesca no está permitida, dentro del monitoreo que Oceana realizó también se detectaron datos de algunas embarcaciones que sí tienen permiso para pescar dentro del perímetro de la zona núcleo.

“Eso es otra cosa que no puede suceder. No puede suceder que una persona tenga permisos para pescar dentro de la zona núcleo porque lo que se pretende con el Área Natural Protegida es proteger y resguardar un ecosistema”, señala Miguel Rivas.

Rivas también explica que los pescadores pueden pescar alrededor de un AMP y en la zona de amortiguamiento con los permisos correspondientes. Sin embargo, para proteger el ecosistema lo importante es que no haya embarcaciones pescando en la zona núcleo porque es el capital que alimenta al océano con estas especies para que se pueda seguir pescando, es decir, asegurar el recurso alimentario de las comunidades pesqueras.

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Por ello, cuando una embarcación pesca donde no se debe, en este caso en una AMP y su zona núcleo, se pone en riesgo el número de especies marinas en la zona y su capacidad para continuar creciendo. También evita que se reproduzcan nuevos ejemplares de las especies que se pescan y se malbaratan en el mercado.

Ante eso, urge que “la autoridad se coordine y pueda atenderlo de la mejor forma posible”, señala Rivas. Por ello, desde Oceana llaman a las autoridades de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca) y la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) a que atiendan el problema desde lo local, entender qué está pasando con las comunidades y por qué hay gente que está pescando ahí.

Miguel Rivas, quien además es doctor en Ciencias por el Instituto de Ecología de la UNAM, añade que para proteger el arrecife Alacranes las autoridades también deberían crear refugios pesqueros y redimensionar esa AMP para que cuente con mayor inspección y vigilancia, incluyendo la participación de las comunidades y el turismo que lo visita.

Con solicitudes de información a 11 dependencias relacionadas con el sector pesquero que Oceana pidió, solo la Profepa contestó con información específica sobre el Parque Nacional Arrecife Alacranes. El resto se declaró incompetente para responder o envió datos de pesca ilegal en todo el país, sin especificar por Área Marina Protegida.

TURISMO EN EXCESO

En el Parque Nacional Arrecife Alacranes la flora y fauna que se encuentra en este sitio cuenta con alguna categoría de protección como sucede con las tortugas carey, laúd, caguama y cabezona, ubicadas en sus dos zonas núcleo —norte y sur—, destinadas exclusivamente para su conservación.

Respecto a la pesca, más de 4,000 familias de cinco comunidades pesqueras viven del aprovechamiento de especies como la langosta espinosa, peces loro, pargos y meros.

En cuanto al turismo, Oceana detectó que hay un exceso de turistas, más allá de lo que indica la capacidad de carga del lugar, es decir, desde 2015 la actividad turística se incrementó, siendo 2018 el año donde se registraron 6,737 turistas, “cantidad que sobrepasa el límite establecido para su conservación”, se lee en el comunicado con los resultados de la exploración.

En 2019 el turismo tuvo un ligero descenso y en 2020, por la contingencia del covid-19, se cortó el flujo ascendente de turistas.

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De continuar con estas presiones por la actividad humana solo se estará provocando que a los Parque Nacional Arrecife Alacranes y Bajos del Norte no se les dé la oportunidad de recuperarse, a pesar de que las autoridades señalan que se encuentra “sano por estar lejos de la costa”.

“Esa es nuestra alerta después de estas expediciones al arrecife. Arrecife Alacranes no está a salvo solo por el hecho de estar lejos, al contrario, está teniendo presiones que son necesarias atender ahora, si no, muy probablemente dejen de estar saludables”, señala Miguel Rivas, director de Campaña de Hábitat de Oceana.

Una primera alarma ya se encendió tras la muerte de los corales llamados “cuerno de alce” (Acropora palmata). Dentro del Parque, el sitio Canal de Anegados era un campo lleno de Acropora; sin embargo, durante esta expedición se registró una mortalidad de 85 y 90 por ciento de estas colonias en la barrera arrecifal, lo que sin duda es un desafío más para su recuperación y conservación. N