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Philippe Dufour, la leyenda viviente que fabrica los relojes más deseados del mundo

Un reloj hecho a mano utilizando técnicas tradicionales con las firmas de Greubel Forsey y Philippe Dufour. Fuente de la imagen: <span>Robb Report.</span>
Un reloj hecho a mano utilizando técnicas tradicionales con las firmas de Greubel Forsey y Philippe Dufour. Fuente de la imagen: Robb Report.

Philippe Dufour soñaba con ser mecánico. A los 15 años, se presentó a los exámenes para ingresar en una escuela técnica de su natal Suiza, pero los desaprobó.

“Me dijeron que solo servía para relojero”. Y, en vez de desafiar esa predicción, el jovencito decidió seguir ese rumbo profesional, estudiando relojería.

Más de medio siglo después, Dufour es considerado una leyenda viviente, algo así como “el Papa de la relojería mecánica”. Un Papa que es adicto a fumar en pipa. Es el creador del famoso reloj Simplicity, fabricando cada pieza a mano.

Los coleccionistas se disputan sus relojes y él mismo, a los 69 años, tiene una lista de espera de unos 200 nombres. De cumplir esos pedidos, necesitaría 12 años para completarlos.

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Hijo de una familia modesta, Dufour comenzó su carrera de relojero en el servicio técnico de Jaeger-LeCoultre en Alemania y luego en Inglaterra.

“Normalmente, en las grandes empresas te limitas a fabricar relojes y luego te olvidas de ellos. Pero cuando estás en primera línea y tienes que recibir a clientes descontentos que te traen un reloj averiado, descubres la otra cara de la moneda. Con excepción de Rolex, el punto débil de la relojería suiza siempre ha sido el servicio posventa”, declaró en una reciente entrevista con el diario El País.

Regresó a Suiza en 1974 y trabajo con Gérald Genta y Audemars Piguet. En 1978 compró un taller y unas máquinas y emprendió su propio negocio.

“Eran máquinas procedentes de empresas desaparecidas. No traían manual de instrucciones. Tuve que aprender a utilizarlas solo. Los que sabían manejarlas estaban en el cementerio”, recordó.

Los primero cinco años restauró relojes antiguos para la casa de subastas Antiquorum.

Ideó un mecanismo de bolsillo con gran y pequeña sonería -el mecanismo que da la hora- y repetición de minutos y se lo propuso a Audemars Piguet, que inmediatamente le encargó cinco ejemplares. Pero algo le molestaba del acuerdo: no podía venderlos bajo su nombre.

De modo que confeccionó Grande Sonnerie Minute Repeater, en tamaño de reloj de pulsera. “Me tomó dos años y medio. Lo llevé a Basilea en 1992, bajo mi propio nombre”, recordó en conversación con The New York Times años después.

El reloj acabó en la colección del sultán de Brunéi: había nacido una estrella.

Luego llegó el Duality, primer reloj de pulsera con doble regulador, también una novedad, cuyo primer ejemplar fue subastado por Phillips en unos 888.000 dólares. Esto cimentó su reputación y disparó su éxito, que se consolidó a partir del año 2000.

Ese año diseñó el Simplicity, un reloj “sencillo” —solo da la hora— inspirado en la relojería suiza de las décadas de 1930 a 1960. La mayoría de esos ejemplares han sido comprados en Japón, mercado al cual, de hecho, está dirigida su creación.

Elaboración manual de un reloj tradicional firmado por Greubel Forsey y Philippe Dufour. Fuente de la imagen: <span>Robb Report</span>
Elaboración manual de un reloj tradicional firmado por Greubel Forsey y Philippe Dufour. Fuente de la imagen: Robb Report

“Solo me he inspirado en el trabajo de los que me precedieron. Tanto mi sonería como el Duality y el Simplicity se basan en la herencia del valle de Joux. Tal vez mi mayor mérito haya sido no cruzar nunca la línea roja que me fijé en mis inicios. No se pueden hacer concesiones con la calidad”, asegura.

Entre 1972 y 1985 la feroz competencia internacional barrió el 60% de los puestos de trabajo en la industria relojera suiza. Hoy en día estudiar relojería es un privilegio y una carrera cada vez más rara.

En 2007 Dufour fundó el proyecto Naissance d’une montre para legar al profesor Michel Boulanger las técnicas tradicionales necesarias para la fabricación de un reloj complejo, de modo que este pueda transmitirlas a sus alumnos.

Así, el legado de Dufour y otros grandes artífices de la relojería no morirá con ellos.

¿Su consejo para los más jóvenes? “Siempre les digo que hay tres palabras que todo independiente debería desterrar de su vocabulario: fines de semana, vacaciones y jubilación”.