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En plena crisis inmobiliaria, algunos grupos religiosos liberan terrenos para construir casas

Gilliam Place, complejo habitacional con 173 unidades asequibles en el que viven 500 personas, se erige en el terreno en que se encontraba la Iglesia Presbiteriana de Arlington, con una unidad en la que opera una tienda al frente del edificio en Arlington, Virginia, el 22 de enero de 2024. (Alyssa Schukar/The New York Times)
Gilliam Place, complejo habitacional con 173 unidades asequibles en el que viven 500 personas, se erige en el terreno en que se encontraba la Iglesia Presbiteriana de Arlington, con una unidad en la que opera una tienda al frente del edificio en Arlington, Virginia, el 22 de enero de 2024. (Alyssa Schukar/The New York Times)

Emma Budway, una mujer autista de 26 años que casi no tiene ninguna comunicación verbal, vivía con sus padres en Arlington, Virginia. Añoraba tener su propia casa, pero como no tenía muchos ingresos, no podía solventar una mudanza. Así que cuando se presentó la oportunidad de mudarse a un apartamento de dos recámaras en diciembre de 2019, no dudó ni un momento.

Ahora, Budway vive en Gilliam Place, un complejo habitacional asequible construido en un terreno que anteriormente pertenecía a la Iglesia Presbiteriana de Arlington. “Mi mundo se ha ampliado muchísimo”, comentó.

Budway es una de las beneficiarias de una creciente tendencia en el sector inmobiliario: por todo el país, organizaciones espirituales han comenzado a desarrollar espacios abandonados o que no utilizaban para ayudar a resolver la crisis de vivienda asequible y, al mismo tiempo, cumplir su misión de hacer el bien en este mundo.

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Con excepción de unas cuantas iglesias o sinagogas adineradas, la mayoría de las organizaciones religiosas tienden a tener muchos terrenos, pero poco efectivo, explicó Geoffrey Newman, director ejecutivo de Savills, empresa de servicios inmobiliarios.

“Han analizado qué pueden hacer para aliviar su tensión financiera y qué papel desempeñan sus inmuebles en ese proceso”, dijo. “Si se conjugan elementos como buenos inmuebles, un mercado inmobiliario sólido, desarrolladores activos, zonificación favorable y un liderazgo institucional con visión a futuro, entonces hay muchísimas posibilidades”.

Sin embargo, cada vez hay más retos. Ahora que más templos incursionan en el sector de la vivienda asequible, se enfrentan a la resistencia de los fieles, una reacción de “no en mi patio trasero” de los residentes locales y cuestionamientos sobre su solvencia de los bancos. Otro obstáculo es su falta de conocimientos sobre el desarrollo inmobiliario. Pero, en palabras del reverendo Ashley Goff de la Iglesia Presbiteriana de Arlington, las organizaciones espirituales ven la necesidad y sienten que “deben hacer algo más grande que ellos mismos”.

Emma Budway descansa en su apartamento en Gilliam Place, complejo habitacional asequible construido en colaboración con la Iglesia Presbiteriana de Arlington, en Arlington, Virginia, el 22 de enero de 2024. (Alyssa Schukar/The New York Times)
Emma Budway descansa en su apartamento en Gilliam Place, complejo habitacional asequible construido en colaboración con la Iglesia Presbiteriana de Arlington, en Arlington, Virginia, el 22 de enero de 2024. (Alyssa Schukar/The New York Times)

Y esa necesidad es grande. Estados Unidos sufre un faltante de entre 2,3 millones y 6,5 millones de viviendas, según el sitio de anuncios inmobiliarios Realtor.com. Otro cálculo, del grupo de apoyo a la vivienda asequible National Low Income Housing Coalition, sugiere que hacen falta 7,3 millones de viviendas asequibles para arrendatarios de bajos recursos.

Las organizaciones religiosas pueden atenuar la crisis de vivienda, en opinión de Ramiro Gonzales, presidente del consejo de Impact Guild, incubadora de desarrollo comunitario de San Antonio que cuenta con un programa llamado Good Acres, diseñado para ayudar a las iglesias a maximizar sus bienes inmuebles en beneficio de la comunidad. San Antonio tiene poco más de 12 kilómetros cuadrados de inmuebles propiedad de organizaciones religiosas, de los cuales la gran mayoría no se aprovecha al máximo, señaló Gonzales en un panel de discusión sobre nuevos usos para los inmuebles eclesiásticos el año pasado.

Comentó que esa superficie podría utilizarse para darles vivienda a 100.000 familias y añadió: “Es claro que la Iglesia, con lo que ya es de su propiedad, puede resolver este problema por su cuenta”.

Por toda la nación se observa un panorama similar. Hasta 100.000 inmuebles propiedad de Iglesias cristianas se venderán o adaptarán con nuevos fines en la próxima década, indicó Mark Elsdon, ministro y desarrollador de Madison, Wisconsin. “Eso representa entre una cuarta y una tercera parte de las iglesias de Estados Unidos”, añadió. “No todas tienen inmuebles, pero incluso si la mitad los tienen, es un número considerable”.

Con el propósito de generar utilidades y hacer el bien, cada vez más organizaciones religiosas aprovechan terrenos no utilizados y edificios que no ocupan por completo para ofrecer una solución a la crisis de vivienda asequible. Para cuando Goff llegó a la Iglesia Presbiteriana de Arlington en 2018, Gilliam Place ya estaba en proceso de construcción.

“Nuestra congregación había comenzado a preguntarse cuál era su propósito”, aseveró Goff. “Se trata de una pregunta existencial y trascendente, y se percataron de que podían aportar algo en materia de vivienda asequible”.

Los fieles decidieron demoler su templo, vender el terreno por 8,5 millones de dólares y construir un templo nuevo. En ese proceso, colaboraron con la desarrolladora sin fines de lucro Arlington Partnership for Affordable Housing. Gilliam Place tiene 173 viviendas asequibles que rentan 500 personas, incluida Budway.

Los gobiernos estatales y locales también han comenzado a reconocer el potencial para incrementar la oferta inmobiliaria. El senador del estado de Nueva York Andrew Gounardes, que representa el sur de Brooklyn, presentó en diciembre un proyecto de ley que, según dijo, podría “optimizar el proceso y la forma en que las instituciones religiosas que desean ayudar a resolver la crisis de vivienda del estado podrán contribuir a desarrollar vivienda asequible en su terreno”.

Se aprobaron proyectos similares en California en octubre y en Seattle en 2019; además, algunos legisladores de Virginia están preparando un proyecto basado en el de California.

Independientemente de las leyes estatales, los proyectos por lo regular enfrentan decisiones determinantes a nivel local. La aceptación de los proyectos de desarrollo entre la comunidad es un pequeño paso en el camino, comentó David Bowers, vicepresidente de iniciativa de desarrollo religioso para la desarrolladora nacional sin fines de lucro Enterprise Community Partners. “También está la tremenda oposición de los vecinos a que sea justo al lado de su casa y las autorizaciones de zonificación”, afirmó. “Es la naturaleza de la bestia”.

Además, debe considerarse el aspecto de la financiación. Los bancos “no están muy dispuestos a hacer negocios con Iglesias por temor a que incurran en incumplimiento de sus pagos”, explicó el R.C. Hugh Nelson, pastor principal del Ebenezer Urban Ministry Center en Brooklyn, quien trabajó con Brisa Builders Corp. en Ebenezer Plaza, proyecto formado por 523 apartamentos asequibles, 43.000 metros cuadrados de espacio para celebraciones y servicios y 1950 metros cuadrados de espacio comercial en Brownsville.

Además, el proceso de desarrollo en sí requiere mucho vigor. Ebenezer Plaza tardó casi una década: la iglesia recaudó fondos suficientes para comprar dos cuadras de la ciudad en Brownsville en 2011 por 8, 1 millones de dólares, pero el proyecto sufrió demoras debido a la compra de derechos de 22 arrendatarios que había en ese momento, algunas medidas de saneamiento ambiental y un proceso de rezonificación. La constructora comenzó la obra en 2018 y los residentes por fin pudieron mudarse tres años después.

“En cuanto se aprobó la rezonificación de nuestro inmueble, todos los colindantes subieron de valor”, relató Nelson sobre Ebenezer Plaza. Además, los feligreses se encargan de la limpieza de la cuadra, añadió. “Queremos que ese espacio refleje cómo podría verse Brownsville si los residentes se responsabilizaran por la comunidad”, dijo.

Para las organizaciones religiosas, es una decisión “radical de sentido común”, comentó Bowers. “Hay templos en todas las comunidades”, afirmó. “Muchas veces, tienen terreno en un mar de necesidad: desiertos de alimentos, desiertos de vivienda asequible. Si podemos crear alianzas con estas organizaciones, podemos generar cambios”.

c.2024 The New York Times Company