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Préstamo de US$6.500M destaca divergencia en Argentina sobre China

(Bloomberg) -- El préstamo de US$6.500 millones que otorgó el mes pasado China a Argentina fue un potencial salvavidas para el candidato presidencial Sergio Massa. También fue una gran apuesta por el futuro del gigante asiático en América Latina, un campo de batalla clave en su competencia geopolítica con Estados Unidos.

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Y es que en la segunda vuelta electoral que se disputa este mes en Argentina hay mucho en juego más allá de estas reñidas elecciones locales: Massa, de la coalición gobernante peronista de izquierda que busca estrechar lazos con China, contra el outsider libertario Javier Milei, que se ha referido a la nación asiática como un “asesino”.

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Así pues, para China, una victoria de Massa colocaría al país en una posición privilegiada para cosechar los beneficios de ser una de las únicas fuentes de financiación de la nación sudamericana con problemas de liquidez, una inflación de tres dígitos y proyecciones de que la economía vuelva a contraerse este año. Sin embargo, un triunfo de Milei reduciría drásticamente la influencia de China en Argentina durante al menos los próximos cuatro años.

“El acuerdo del banco central es político, pero detrás hay razones comerciales y económicas válidas”, dijo Yu Lingqu, subdirector del centro de estudios financieros del Instituto de Desarrollo China, un grupo de expertos respaldado por el Estado en Shenzhen. “China quiere utilizarlo para desarrollar el comercio y la inversión industrial con Argentina”.

Los US$6.500 millones del Banco Popular de China son una cuota de lo que ahora es una línea de swap de US$18.000 millones, que permite a Argentina intervenir en un mercado de divisas cada vez más inestable, pagar las importaciones en yuanes en lugar de dólares y evitar caer en mora con el Fondo Monetario Internacional.

“El momento es intencional”, dijo sobre el swap Margaret Myers, directora del Programa de Asia y América Latina del Diálogo Interamericano. “Se hace en un momento en el que está muy claro que estas elecciones podrían ir en dos direcciones muy diferentes”.

La relación entre China y Argentina ha florecido en los años transcurridos desde que la expresidenta y actual vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, alcanzó por primera vez un acuerdo para la línea de swap en 2009, cuando la gran crisis financiera cortó el flujo de dinero hacia Argentina. Desde entonces, China ha invertido miles de millones en el país, en todo tipo de áreas, desde litio y plantas de energía solar en el norte, hasta una estación espacial en la región meridional de la Patagonia.

Los lazos se han estrechado aún más en los últimos años, con la adhesión de Argentina a la iniciativa de la Franja y la Ruta del presidente Xi Jinping en 2022. El país anunció planes para ingresar el próximo año al grupo BRICS de mercados emergentes, de los cuales China es el mayor. Y China ha ayudado a Argentina a evitar el default de un programa de US$43.000 millones con el FMI ofreciendo la línea de swap para hacer frente a los pagos de deuda en junio y julio.

Las inversiones de China en Argentina solo reflejan una fracción de su influencia global en América Latina, donde ha ido socavando el dominio de EE.UU. en las últimas décadas. A través de la iniciativa de la Franja y la Ruta, China ha invertido miles de millones en la construcción de carreteras, puentes, trenes, redes eléctricas y centrales de energía en toda la región. También ha dirigido su atención a los gobernadores en lugar de solo a los líderes nacionales, estableciendo relaciones que le han permitido invertir incluso en las zonas más remotas, mientras avanza para convertirse en el principal socio comercial de Sudamérica. Aun así, EE.UU. aporta más inversión extranjera directa que cualquier otro país en Argentina, con un total de US$132.000 millones en la última década, según cifras del Gobierno.

La rivalidad entre EE.UU. y China afecta ahora a la mayor parte de las relaciones internacionales de Argentina, desde la adopción de la tecnología 5G hasta la posible compra de aviones militares. La intención de China de cooperar en proyectos nucleares pacíficos con Argentina y las conversaciones para establecer un puerto en Tierra del Fuego, la provincia más austral del país, también han aumentado las tensiones, señaló una fuente familiarizada con la escena diplomática en Buenos Aires, que no pudo ser identificada por tratarse de conversaciones privadas.

El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, Wang Wenbin, no quiso hacer comentarios sobre las elecciones argentinas, pero dijo que “China y Argentina son socios estratégicos integrales. China está dispuesta a trabajar con Argentina para obtener nuevos lograros en las relaciones bilaterales”.

Massa y Milei no podrían ser más diferentes, ya que el primero está al frente de un Estado gigantesco que ha puesto en marcha la máquina de imprimir dinero para aumentar los salarios públicos y las ayudas sociales antes de las elecciones. Si bien Massa ha bromeado sobre la creación de una república de “Argenchina”, también ha buscado estrechar lazos con EE.UU. Aun así, su presidencia garantizaría la continuidad de las políticas que ya han permitido que el gigante asiático se afiance.

“Si Massa gana las elecciones, va a poner en marcha una política exterior pragmática centrada en el interés nacional, donde los socios comerciales no se eligen por cuestiones ideológicas o por caprichos personales”, dijo Gustavo Martínez Pandiani, asesor de asuntos exteriores de Massa y actual embajador argentino en Suiza.

Un Gobierno de Massa buscaría tener una relación “excelente” con China, así como con EE.UU. y Europa, dijo Pandiani. Continuarían los proyectos y las relaciones existentes, al tiempo que se intentaría reducir el déficit comercial con China exportando más productos argentinos, como litio y cobre.

Milei, por su parte, ha prometido recortar el gasto público con una motosierra y eliminar el banco central dolarizando la economía. Su posible presidencia sería una gran interrogante para China, aunque su campaña modera sus comentarios en busca de votos centristas.

“La gente no es libre en China, no puede hacer lo que quiere y cuando lo hace, los matan”, dijo Milei en una entrevista con Bloomberg News en agosto. “¿Comerciarías con un asesino?” Milei aclaró que no se interpondrá en los negocios privados entre las empresas argentinas y las chinas.

Diana Mondino, señalada por Milei como potencial canciller si gana el balotaje, suavizó sus encendidas declaraciones en una entrevista telefónica, diciendo que nunca propuso romper con China.

Un Gobierno de Milei no impediría que las empresas operen normalmente, pero evitaría los acuerdos secretos entre Estados con China o cualquier otra nación con condiciones desconocidas, como el swap de divisas, afirmó. También eliminaría la maraña de controles diseñados para proteger las debilitadas reservas de moneda fuerte, que a menudo solo logran agravar la escasez.

“Capaz que si Milei termina liberando el tipo de cambio y dejando fluir el comercio, para China es mejor, pero el ruido geopolítico de un presidente potencial que termine hablando en contra de China, eso a China le molesta”, señaló Marcelo Elizondo, presidente del capítulo argentino de la Cámara Internacional de Comercio.

En el Gobierno existe la sensación de que China podría no activar toda la línea de swap si gana Milei, dada su hostilidad hacia China, señaló un funcionario del Gobierno que no estaba autorizado a hablar públicamente del swap. Mondino dijo que Milei pagaría la deuda en caso de ser elegido.

Cuando el presidente argentino, Alberto Fernández, anunció el swap el mes pasado en una entrevista radial desde Pekín, destacó el papel de China como “buen amigo” y lanzó una advertencia velada sobre lo que podría suceder si Milei llega a la presidencia.

“Hay un loco que dice que no va a acordar ni negociar con tal país cuando son países que ayudan mucho a la Argentina”, dijo Fernández en referencia a China y Brasil, el mayor socio comercial de Argentina, al que Milei también calificó de socialista. “Estas son las cosas que los argentinos tienen que saber valorar porque terminamos confundidos”.

Fue durante ese mismo viaje cuando el presidente Xi Jinping le dijo a Fernández que China estaba dispuesta a trabajar con Argentina para fortalecer las relaciones, y agregó que China apoya los esfuerzos de Argentina para mantener la estabilidad económica y financiera.

Sin embargo, la relación no ha sido tan florida. Si bien China ve a Argentina como una inversión estratégica a largo plazo, el Gobierno en ejercicio ha recurrido a China principalmente para apagar incendios inmediatos y ha frenado las oportunidades a largo plazo debido a su inestabilidad financiera. Algunos de los mayores proyectos chinos, como una central nuclear en Buenos Aires, están paralizados por falta de financiamiento local, mientras que las represas hidroeléctricas en Santa Cruz, en el sur, aún no se han materializado años después de los préstamos iniciales.

Massa presionó a Milei sobre sus puntos de vista sobre China en el debate presidencial del domingo por la noche.

“Brasil y China, ¿van a mantener relaciones con ellos?”, le preguntó Massa a Milei, quien insistió en que la relación comercial se canalizaría a través las empresas privadas. Massa replicó: “Los países establecen relaciones”.

Un Gobierno de Milei probablemente seguiría el ejemplo de otros líderes conservadores de la región, como el expresidente Mauricio Macri, que hizo tímidos movimientos para distanciarse de China, pero se enfrentó a la dura realidad de una crisis financiera que dejó a Argentina fuera de los mercados crediticios y paralizó la inversión, según Benjamin Gedan, director del Programa para América Latina del Wilson Center.

“Milei estaría loco si realmente cortara los lazos comerciales con China”, afirma Gedan. “Incluso si Argentina tuviera una economía resistente y robusta, no podría sobrevivir a las consecuencias económicas”.

Traducido por Paulina Munita.

Nota Original:A $6.5 Billion Loan Highlights Argentina’s Split View on China

--Con la colaboración de Jonathan Gilbert, Yujing Liu y James Mayger.

©2023 Bloomberg L.P.